Capítulo 16:

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  Tajos por la piel que emanan sangre a borbotones, las víctimas agonizantes llorando y suplicando por su vida como si no pudieran presagiar su inminente muerte. Yo me encuentro en medio de esa masacre escucho los sollozos y viendo los cuerpos hundirse y ser embestidos por los enormes picos, me encuentro sin movimiento como si fuera un muñeco, frágil e inmóvil, por momentos parece que desaparezco pero vuelvo a conectarme. Mi cerebro se ha vuelto sádico, comienzo a ver los detalles y las entrañas esparcidas, estoy en una plataforma elevada rodeada por los picos, las víctimas, las entrañas y un mar de sangre todo mezclado en un gigantesco ojo como cúpula que observa todo.

  Me pierdo entre una multitud repentina y luego ya no me encuentro sobre la plataforma si no que me proyecto reiteradas veces en los picos, los cuerpos de antes se convirtieron en mí y me encuentro muerta y la sangre es mía. Me tambaleo y grito, abro los ojos y entonces caigo en donde me encuentro.

  Sobre la cama con el acolchado por todas partes y yo casi al borde de caer al suelo, estoy jadeando y por lo que puedo percibir de los pedazos esparcidos en el suelo he roto unos cuantos espejos que me rodeaban, no se cuanto he dormido o si he tenido otra vez esos episodios de sonambulismo, solo se que todo se ha convertido extraño y mi subconsciente  comenzó a imaginar lo más horroroso y traumático para mí. Giro sobre el colchón y aterrizo de pie sobre el suelo por donde no se encuentra los pedazos de espejo esparcidos. La habitación parece un desastre después de mi llegada pero las gavetas de ropa parecen ser intactas en todo su esplendor, aun prevalece el orden que tenía.

  Camino hasta la puerta con un fuerte dolor de espalda como si todo hubiese sido tan real y abro la puerta, un viento se filtra y con él un aroma especial a como si alguien cocinara el desayuno matutino que siempre entraba por la ventana de mi habitación del restaurante que se encontraba en frente, en mi casa nadie cocinaba, comía sola junto a unos empresarios chinos que pensaban que estaba muerta en ese mismo restaurante.

  Salgo hacia el exterior de mi habitación y cierro la puerta detrás de mí. El lugar se contempla mejor ahora, amplio y disperso con un gran espacio hundido dando hacia abajo y dos escaleras cercanas a mi ubicación con un tragaluz el techo filtrando la mayor cantidad de luz que puede. Camino hacia las escaleras y comienzo a bajar los peldaños, a pesar de la conmoción de ayer hoy se está volviendo un día bastante tranquilo y eso me agrada, estar por una jodida vez sin tener que preocuparme por mi vida. Salto y aterrizo sobre el gélido suelo sintiendo el chispeante frío calarme los huesos causando un respingo por mi parte. Comienzo a caminar en dirección a la cocina, siempre he tenido que correr y ahora he estado corriendo por estos suelos pero nunca los observé con detenimiento, es un lugar bastante grande, la luz parece convertirlo en oro.

  Pongo mi brazo hacia delante y siento como la puerta cede al movimiento leve, al entrar el aroma se filtra en mis fosas nasales y veo a las manos maestras detrás de ese aroma.

  Es Dave.

  Lo veo con el mismo atuendo que tenía por la noche, está frente a una cafetera rebuscando cosas que me obstruye, en la mesa se encuentra un plato con cinco tostadas, una se encuentra con mordeduras de una proporción salvaje para los muchachos, carraspeo y me acerco a la mesa cuando Dave se da vuelta y saca dos tazas de café humeante.

  — ¿Quieres café? —me tiende una de las tazas y yo la tomo entre mis manos.

  Apoya la otra en la mesa y enciente el televisor que no había notado, bebo un sorbo de la taza, está amargo con intentos inútiles de endulzarlo con edulcorante y además está caliente, me recorre la garganta ese líquido y relamo mis labios justo cuando escucho una noticia que me eriza el vello de la nuca y los brazos.

La secta © #1 (SIN EDITAR)Where stories live. Discover now