ᴏᴇ| ❝In all my years of life I have never loved anyone as I love you❞
Edward Cullen se casa con Isabella Swan y llama a una vieja amiga para que sea su dama de honor.
Cassandra Gold, una hereje de 445 años que ayudó a Edward en la década de 1920, te...
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Cassandra había pasado la última hora hablando y comiendo dulces del centro comercial con Sue y Leah en la cocina, ya que Seth, para su disgusto, tenía que salir de ronda y no podía unirse a la emocionada charla sobre la futura carrera de modelo de su hermana.
Sue estaba siendo como una tercera madre para el hereje –solo que fue superada por Beyla, la madre de sangre de Cassie y Esme–, Sue era amable, divertida y trataba a Cassie como parte de la familia, a pesar de que la había conocido esa noche.
Sue Clearwater era sin duda la madre humana favorita del hereje.
Después de muchas charlas y dulces, Cassandra decidió volver a casa y darle un descanso a Jasper; sabía que Edward exudaría preocupación a los siete vientos por su retraso y también preocuparía al empático, por lo que el hereje se despidió de la familia Clearwater –prometiéndole a Sue que volvería allí para almorzar el sábado–, Cassie se montó en el auto y condujo hasta su casa sin problemas.
Tan pronto como su auto se detuvo frente a la puerta principal de la casa, la hereje pudo escuchar el zumbido que se estaba formando en la sala sobre la hora en que había llegado a casa, y podía estar segura de que recibiría una regañina por haber llegado tan tarde –a pesar de que es la mayor de la casa– y no pasan de las once de la noche.
Cassandra detuvo su auto y salió con su teléfono celular en la mano, caminó hacia su baúl y agarró sus cinco bolsos, dos con dulces y tres con ropa nueva, cuando abrió la puerta de entrada, pudo escuchar claramente a Emmett quejándose de que ella estaba oliendo a perro mojado.
—Parece que te atacó una jauría de perros en medio de la lluvia, ¿dónde estabas?
—Fui a la reserva para llevar a Leah a casa.
—¿Y cómo fue tu conversación con ella, aceptó desfilar?
Cassandra se tiró en un sillón y dejó todas las bolsas en el suelo mientras le sonreía feliz a Esme.
—Sí, ella aceptó, ahora solo me falta confrontar a su alfa y robarme a Leah.
—Cariño, ¿quieres algo para cenar?
—No, gracias Esme, cené en el centro comercial y comí dulces en casa de Leah.
Emmett desvió su atención del videojuego por un segundo solo para mirar con incredulidad al hereje: —¡Nos estás cambiando por los perros! Por eso hueles como ellos.
Rosalie le lanzó a su pareja una mirada asesina, era obvio que la híbrida no haría una cosa tan estúpida como para cambiar a su familia por un montón de perros sin cerebro.
—No voy a cambiar a nadie Emmett, y deja de intentar poner a Rose en mi contra. Todo esto son celos porque nunca más jugare contigo.