Capítulo 4

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Rose era una niña parlanchina como su madre, no compartía el aula con Emma, pero sí la había visto. Los nuevos alumnos eran como liebres asustadizas, fácil de reconocer, pero ella la chica castaña era diferente, quiso ser su amiga cuando descubrió que compartían la misma pasión por el tenis, pero Alison llegó antes, Rose sabía que no era santo de devoción de su prima y que constantemente la dejaba mal con los demás, y a Emma ya la había puesto en su contra. Cuando ocurrían ese tipo de situaciones Candy le decía que no le hiciera caso a su prima, ignorar sus malas intenciones. Y eso hizo, ignorar los desaires de la niña nueva y engreída, Rose le había saludado en varias ocasiones y la inglesa la ignoraba, cuando pasaba frente a ella, Emma la miraba con el ceño fruncido. Era claro que no le simpatizaba, sin embargo, cuando la vio entrar a la cancha, alejó todos aquellos desplantes. Rose no dudo en ofrecerle una de sus raquetas.

Ella era muy tranquila y nunca antes se había peleado con nadie, pero esa arrogante británica ya la traía cansada con sus aires de grandeza, solo faltaba que fuera la nieta de la reina Isabel. Rose Cornwell podía soportar su carácter petulante, pero no un golpe a traición, y eso fue precisamente lo que hizo Emma Grandchester en uno de los entrenamientos. Jugaba con Alison y "accidentalmente" efectúo un saque en dirección a Rose, golpeando fuertemente su hombro.

Rose vio claramente que no fue un accidente y las risas de ambas niñas se lo confirmaron, airada y con mirada desafiante se acercó hasta ella, y alcanzó a tirarla de la cola de caballo que siempre usaba la altiva británica. Pero Stear llegó a tiempo, y sus los brazos se enroscaron en su cintura, cargándola mientras ella pataleaba y le gritaba harta de las burlas.

-¡Esto se ha vuelto personal! prepárate para perder mañana, estúpida princesa inglesa de ...

Stear trató de evitar que ofendiera a su compañera, él era por naturaleza un pacifista. Pero se enfureció cuando su única sobrina le mordió la mano, frustrada por no poder ofender a sus anchas a Emma.

-¡Mierda...! -vociferaba enfadada la rubia, despertando una ola de murmullos y risas de los niños que estaban presentes.

-¡Rose! -intervino con voz arisca Cornwell- que lenguaje tan grotesco es ese, una señorita...

Alistear alejó a Rose a varios metros de la cancha de tenis.

-¡No soy una señorita de modales delicados! mucho menos una estúpida princesa que se debe recatar ante todos, esa niña tonta que se cree de la realeza es la culpable de todo. Me acaba de declarar la guerra, tío ¿estás ciego o qué?

Claro que Stear fue testigo de la jugarreta de Emma, sin embargo, él decidió esperar hasta que terminara el juego para hablar con ella, pero su sobrina no fue tan paciente. En un santiamén se le salió de sus manos, era la primera vez que veía a su dulce sobrina perder el control, justo como lo hacía su padre. Afortunadamente, llegó a tiempo para evitar un daño mayor, pero a pesar de la oportuna intervención, Emma, tenía enrojecida la mejilla por un rasguño que le hizo su atacante al agarrar su cabello.

-Te desconozco, cariño por favor debes controlarte, tu comportamiento es inaceptable. - La reprendió. Él no conocía esa faceta de su sobrina.

Inhalo y exhalo profundo y necesitó de unos minutos para él también calmarse, con su mano derecha en su frente y la izquierda en su cintura, pensaba cómo resolver aquel embrollo, finalmente era su clase. Escuchó un sollozo, se volteó y vio a su sobrina limpiarse las lágrimas, ella rápidamente recobró la compostura y le miró con los ojos aun llamando de coraje.

-Ven acá -abrió sus brazos, en una clara invitación para un abrazo.

Rose pegó su cara húmeda al pecho de su tío, él besó su cabello y comenzó a hablarle ya con más calma, y con tono conciliador.

El amor está a la vuelta de la esquinaWhere stories live. Discover now