Día 10

2.2K 229 191
                                    

Uno a uno los pocos invitados comenzaron a llegar, todos con un pequeño presente para aquel que en poco tiempo se convertiría en madre, la emoción y la alegría era palpable en el aire pues en ese día se revelaría si el tan esperado bebé era una niña o un niño.

En todo momento Nakahara permaneció a lado de la mujer que lo crió y vio crecer desde que fue puesto bajo su protección a la edad de quince años, ella más que nadie estaba tan orgullosa pues el pequeño que esperaba era el inicio de una nueva etapa para el pelirrojo.

Poco después el albino miembro de la Agencia de Detectives junto la doctora de esta misma se acercaron tras largas semanas de no verlo, no pudieron evitar tocar su vientre abultado aunque en esta ocasión su bebé se encontraba dormido, no respondía, no se movía.

La azabache insisitia en ser ella quien estuviera a cargo del parto sin embargo se negaba a rotundamente a trabajar a lado del líder de la mafia, ambos eran excelentes médicos y Chuuya confiaba en ellos pero tenía que el rencor y recelo de la femina le impidiera concentrarse en su bebé.

No muy lejos de ahí el castaño realizaba las últimas compras antes de encontrarse con su ex compañero, doce rosas rojas acompañadas con una sola rosa blanca de la misma forma que hizo la primera vez que confeso sus sentimientos a los dieciséis.

Debía admitir que estaba nerviosos, cualquier cosa podía suceder, no era capaz de predecir lo que Chuuya le diría o haría pese a mofarse de que lo conocía a la perfección, posiblemente estuvo equivocado durante tantos años y en realidad no sabía nada acerca del pelirrojo.

Se detuvo en el gran portón de madera de la reconocida casa de cortesanas, Atsushi le había dicho que en el inmenso jardín trasero que esta poseía sería la pequeña reunión que habían planeado y que sólo las personas más cercanas estarían presentes, ya lo imaginaba todos los que se hallaban en el lugar sabían lo que había llevado a su separación.

Dio un largo suspiro y sin más se adentró al gran salon donde unas hermosas jóvenes lo recibieron y llevaron con el resto.

-Dazai-

El primero en percatarse de su llegada fue el ejecutivo quien intentando disimular su molestia se acercó a toda prisa antes de que su mentora intentara asesinarlo.

-¿que haces aquí? -

- yo... quería verte- le entregó una caja minuciosamente decorada con el regalo de su hijo en su interior, un adorable conjunto naranja para el día en que saliera del Hospital entre otras cosas.

- Dazai por favor deten esto, sólo rindete -

- no Chuuya, no voy a hacerlo ya te dije que te amo y quiero estar a tu lado para criar a nuestro hijo - con determinación lo tomó por la muñeca evitando que se alejara - Chuuya por favor sólo escuchame -

En ese punto todas las miradas estaban sobre ellos, Kouyou era la única que se estaba conteniendo para no lanzarse en contra del detective en ese preciso momento.

- bien... habla - se acercó a la mesa de regalos para dejar la caja en ese lugar y tomando una silla tomo asiento, últimamente estaba más cansado y no podía hacer las mismas actividades que antes, incluso el más mínimo esfuerzo lo hacía sentir fatigado.

- Chuuya se que lo que dije te lastimó, fui un idiota por dejarme consumir por las dudas, tenía miedo pero no me detuve a pensar en cómo tu te sentías - se detuvo inclinándose de rodillas para entregarle las flores esperando que esta vez no las rechazara, pudo notar que reconocía el detalle porque su semblante se relajo- te amo, lo he hecho desde el primer día en que te conocí y se que puedes tener a alguien mejor a tu lado, mereces a alguien mejor pero te ruego que me des una última oportunidad, prometo no fallarte, a ti ni a nuestro hijo... -

- hija, es una niña Dazai - lo interrumpió posando una de sus manos sobre su vientre

- ¿una niña? - estaba seguro que su voz sono entrecortada, casi creería que podría llorar de la emoción y felicidad de saber que tendría una pequeña con el amor de su vida - por favor Chuuya dejame estar a tu lado, permíteme cuidarte y ver crecer a nuestra hija... por favor - sacando de su gabardina mostro la pequeña cajita escarlata - casate conmigo -

La propuesta fue tan repentina para el pelirrojo como para sus conocidos, las palabras no salían de su boca pero podía sentir como las lágrimas una a una descendían por sus mejillas.

Lo siguiente que se logró escuchar fue el golpe de su mano contra la mejilla del castaño, lo había abofeteado.

-eres de lo peor— un segundo golpe fue directo a su rostro pero esta vez con el puño cerrado provocando que el labio inferior del de mayor altura comenzara a sangrar — en serio no sabes cuanto te odio - dejó las flores a un lado llevando ambas manos para ocultar su rostro - lo hiciste aproposito, ¿creiste que haciéndolo delante de todos nuestros conocidos y ejerciendo presión social iba a aceptarte como si nada? ¿iba a perdonar lo que me hiciste? ¡pues no! ¡estas muy equivocado! - se puso de pie presionando sus puños con fuerza

- lo siento, no quería que lo vieras de esa forma... sólo crei que... -

- una oportunidad- no lo dejó terminar

-¿que? - pregunto totalmente atónito, acaso ¿habia escuchado bien?

-¿¡que estas sordo maldita sea!? ¡dije que tienes una última oportunidad para demostrarme que no eres una mierda de persona!, que vas actuar como un padre, que serás responsable y estaras al pendiente de tu hija - se detuvo presionando con dos de sus dedos el puente de su nariz - no voy a casarme contigo hasta que me demuestres que vale la pena atarme de por vida a alguien como tu ¿entendiste? -

- si, si Chuuya entendí - se reincorporó rápidamente para rodearlo con sus brazos, se conformaba con eso no pedía nada más, se esforzaria para recuperar su confianza y de esa manera formar la familia que siempre deseo el mafioso.

- trabajaras como debe de ser y dejaras de darle problemas a Kunikida -

- si, lo prometo -

-olvidarás tus estúpidos intentos de suicidio -

- tomaré terapia si es necesario, haré cualquier cosa para ser buen padre y ser una buena pareja para ti - una ligera sonrisa se dibujo en su rostro al sentir ambas manos del de menor altura acariciar su espalda y cabellera

- a sido suficiente castigo para los dos, pero si lo arruinas de nuevo tomaré mis maletas y a mi hija y jamás volverás a saber de nosotros -

- si Chuuya, prometo que no te fallare -

Todo había terminado, el dolor y la soledad que los acompaño durante tanto tiempo llegó a su fin, pero ahora su relación se había vuelto tan frágil que cualquier cosa por más diminuta que sea podría hacerlos tropezar, las heridas continuaban abiertas pero con paciencia ambos podrían sanar, a final de cuentas su hija sería el medio que les permitiría salir adelante.

Agosto de m-preg 2022 ☆ Soukoku  Where stories live. Discover now