Capítulo Veinte

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―Hacer que todo sea cómodo ―escuché de los labios de mi buen amigo Pascual.
Reconocía que estaba un poco nerviosa.
Aunque había pasado tres semanas desde lo que paso, aún seguía siendo un poco tímida para verme desnuda ante una cámara de fotografías.
―Relájate o te relajaré yo de la única forma que sé ―me susurró Adriel al odio.
―Es que no puedo Adriel.
―Pues piensa que estamos a solas ―me dijo de nuevo―. El anuncio está rodado, estas fotos son para mi nena.
Me era imposible concentrarme. Por lo que Adriel me giró y me besó como hacia siempre, mientras que agarraba mi trasero.
―Tortolitos ―dijo Pascual―, dejad de besaros o me tendré que marchar para dejaros a solas.
―Eso sería buena idea ―dijo Adriel cuando me soltó los labios.
―¡Adriel! ―me exclamó.
―Es cierto nena. En estos momentos solo quiero poseerte con verte con esa lencería.
―Acabemos con las fotografías ―le dije―. Luego estaré completamente para ti y tu placer Adriel.
―Eso espero.
Pascual continuó con las fotografías y Adriel disfrutó de esa sesión de tanto como lo hice yo. Algo que no había hecho jamás por temor a como reaccionarían mis padres ante algo que desconocían.

Pascual se marchó al cabo de una hora y me quede a solas con Adriel en la mazmorra.
Cuando menos me lo esperé, él me cogió por las caderas y me giró. Me pilló por sorpresa el beso que me dio.
¡Por Dios! Para mí era un Dios perfecto creado para mí.
Él me arrastró hasta la cama y me moví un poco hacia arriba.
Adriel cogió unos grilletes de terciopelo y los puso muy lentamente, mientras que me besaba el cuello para excitarme.
Cuando logró tenerme atada, bajó lentamente hasta mis pechos. Donde los lamió muy despacio. Eso me hizo relajarme aún más que en esa sesión de fotografías.
Adriel bajó muy despacio hasta que llegó a mi sexo.
―Estaba deseando de que nos quedásemos a solas ―me dijo.
Hizo una breve pausa.
―Pídemelo.
―Por favor amo. Deme el orgasmo ―le dije.
―Buena chica.
Después hundió su cara en mi sexo y comenzó a lamerlo.
Comencé a gemir cuando noté los círculos sobre mi sexo. Eso me llenaba de vida.
Al dejar de lamerme el clítoris, se bajó de la cama y no vi lo que estaba haciendo. Solo vi que fue hasta el armario.
En segundos, se subió de nuevo encima de la cama y me puso un antifaz en los ojos. Dejándome sin visión.
En breve, me puso una bola en la boca. Supe que era la mordaza.
―Tranquila ahora. Solo disfruta.
No sé a qué se refería. Solo esperaba que fuera placentero.
En pocos minutos, entró algo en mi sexo y me hizo gemir.
En breve, noté que se subía en la cama y ponía sus piernas encima de las mías. ¡Que pretendía!
Después volví a notar un ligero dolor y ya no lo sentí más.
En segundos, noté como Adriel excitaba mis pezones y en breve, noté un ligero dolor que me hizo gemir de nuevo.
Tras mis gemidos, noté un pequeño silencio. Tanto que, en breve, noté otros gemidos de mujer.
Cuando no noté esos gemidos más, me sentí un poco más excitada de lo que ya estaba. Ya que alguien estaba moviendo lo que tenía puesto en mi vagina.
En breve, noté vibraciones y estas fueron a mi sexo. Comenzó a gemir y en segundos, también escuché los gemidos de la otra mujer.
Seguí gimiendo y en pocos segundos, noté de nuevo la luz en mis ojos.
Cuando me ubiqué, vi a Adriel junto a dos vibradores. Fue ver a la otra mujer lo que me hizo mover un poco más las piernas. Estaba excitada. Lo reconocía.
―Tranquila nena. Disfruta del orgasmo ―me dijo.
Continué gimiendo por el placer que ambas cosas provocaban en mí.
En pocos minutos, Adriel quitó los vibradores y vi que desataba a la mujer de sus muñecas.
―Muévete y dale placer a ella ―le ordenó.
Vi que Adriel le entregaba el vibrador y ella comenzó a moverse, mientras que notaba el doble dildo junto a las dos.
Gemí cuando noté sus movimientos. Estaba ansiosa por un orgasmo y lo quería tener ya.
Vi a Adriel encender el otro vibrador y como me lo ponía en el clítoris. Eso me hizo gemir más fuerte y más seguido.
No sé en qué momento llegué al clímax, solo que noté que mi cuerpo se iba desvaneciendo.
Llegué al orgasmo en segundos y continué gimiendo mientras me desvanecía sobre la cama.
―Basta ―le dijo él a la otra mujer―. Sácate el dildo y retírate. Ahora me toca a mi darle placer.
―Si señor ―le respondió.
Adriel terminó de quitar ambos vibradores y en breve, vi que él se estaba quitando la ropa que aún le quedaba de la sesión de fotografías.
En pocos segundos, se puso encima de mí y poniéndose el preservativo, me miró a los ojos.
En breve, metió su pene en mi interior y se puso encima de mí. Besando mi cuerpo hasta llegar a mis pechos.
Él comenzó a moverse muy rápidamente. Al parecer estaba excitado por lo que había visto.
Adriel quitó las pinzas de mis pezones mientras que continuaba embistiendo.
En breve, dejo de moverse y me quitó la mordaza.
―Quiero escucharte gemir.
Y volvió a moverse.
Continuó moviéndose más rápido y eso me hizo gemir con más placer que con los vibradores.
―Adriel... ah... ah... Adriel... ―gemí diciendo su nombre mientras que él seguía embistiendo.
Ambos llegamos al clímax y Adriel se movió más lento. Tanto que podía sentir como su miembro estaba más excitado.
Cuando noté que su miembro palpitaba, se movió aún más rápido de lo que ya estaba haciendo.
Ambos nos corrimos y Adriel se desvaneció encima de mí. Respirando entrecortadamente.
―Espero que hayas disfrutado ―me dijo.
Asentí.
―Pues será el primero de muchos que pienso darte así cuando me apetezca verte sentir el orgasmo con otra mujer. Si es que lo deseo ―volvió a decirme.
Adriel me desató de los grilletes de terciopelo y lo quité de encima de mí.
Me puse encima de él y tomé el control en el sexo por una vez.
Metí su pene en mi interior y comencé a moverme como si de eso era de lo único que podía alimentarme. Algo que parecía ser mi sustento de vida cuando estaba con él.

Enséñame a Ser Tuya (Pasos De Acero #1)Where stories live. Discover now