Justo como su padre.

Nos quedábamos acostados unos minutos mientras tomaba leche y jugábamos entre nosotros, luego bajábamos a prepáranos para el día. Si tenía suerte, él se quedaba plenamente dormido hasta más tarde. Esos días eran uno en un millón.

Estuvimos juntos ahí, disfrutando uno del otro.

Sus ojos me miraban con amor, y le agradecía todos los días a la vida por eso.

Después de un tiempo, Rafa empezó a estar más inquieto y esa era mi señal para levantarnos.

Le peiné un poco su cabello y bajamos. Nos encontramos a mi padre preparando el desayuno para Claudia, pues casi era hora de que se fuera al trabajo.

-Buenos días amores- saludó papá y se acercó a nosotros.

-Buenos días papi- dije dándole un beso.

Rafael gritó de felicidad en cuanto vio a su abuelo.

-Papá- gritaba mientras pedía que lo cargara.

-¿Puedes terminar la comida de la rubia?- preguntó mientras tomaba a mi hijo en sus brazos.

Reí.

-Eso sonó más como una orden que como una pregunta, pero está bien-

Comencé a exprimir las naranjas para el jugo, y de fondo se escuchaban las risas de Rafael y las de su abuelo.

Escuché los tacones de Claudia, y por el ritmo, supe que se le había hecho tarde.

-Maldita sea el estúpido y bastardo día en que nací- comentó molesta guardando sus cosas en su bolso.

-Esas palabras- advirtió mi padre mirándola con desaprobación.

-Lo siento- dijo acercándose a ellos -Tú no seas como tu tía Claudia-

Rafa solo se rio.

Saludó a ambos y caminó rápidamente a la cocina.

-Buenos días- saludó mientras comía el huevo estrellado que estaba en su plato.

-Buenos días- respondí -¿No has podido dormir?-

Negó con la cabeza.

Notaba sus ojeras y su mal humor. Al parecer si había pensado las cosas, y por mucho tiempo.

-Lo único que me mantiene viva es saber que hoy es día feriado, y eso significa medio día de trabajo-

-Llévate mi auto, lo necesitas más que yo- dije sonriente.

-Muchas gracias-

Terminó su desayuno, y había sido un milagro que no se ahogara de tan rápido que había comido. Mientras eso pasaba, abuelo y nieto miraban la tele. Su atención estaba puesta en un programa animado con canciones de fondo.

Después de unos minutos, mi amiga salió de la casa.

Yo me senté con ellos y mirábamos el capítulo donde la perrita color azul bailaba con las flores.

Cerré un poco los ojos, y cuando menos me di cuenta, caí dormida en el sofá de mi casa.



POV. ALEXANDER AMBROSETTI

Acababa de terminar mi rutina de cardio.

Me senté en el taburete de la pequeña cocina y revisé mi teléfono.

Tenía unas fotos que había tomado ayer de Rafael: él durmiendo, con la cara llena de comida, jugando con sus carritos y un par de selfies sonriendo. Él parecía ser muy fotogénico.

Siempre Contigo #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora