nueve

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// brad //


Eran las tres en punto.

Eran las tres en punto y la silla de madera frente a mí estaba vacía.

Eran las tres en punto y no tenía a nadie a quien observar en la duración de mi descanso.


¿Estaba retrasada? Ella nunca estaba retrasada.

He pasado todos mis descansos con ella por dos semanas y ella inesperadamente desaparece un día.


¿Estaba bien extrañar a alguien a quien nunca has tenido?


He traído conmigo un libro-Henry V-que planeaba leer, sólo esperando a captar su atención.

Era una copia vieja, sus páginas se estaban volviendo amarillas y su lomo listo para rendirse.

Ni siquiera sabía si a ella le gustaba Henry V.

Me quité mis lentes de sol, los tiré a un lado de mi taza en la mesa afuera de la cafetería, y, antes de que lo supiese, crucé la calle con una mezcla de frustración y decepción.

Era la primera vez que he puesto mis pies en el pavimento apuesto a la cafetería.

Su silla me devolvía la mirada. Se veía aburrida sin ella.

Puse el libro en la mesa de madera de al lado y puse un paquete de azúcar que robé de la cafetería en la pasta, al lado de la V.

Dejé el azúcar porque no quería dejar una nota-mi letra no era la mejor, y tal vez quería ser un poco poético.

Espero que de alguna manera ella entienda que fui yo quien dejó el libro ahí porque lo necesitaba de vuelta; era la copia de mi abuela.


Estaba listo para irme, casi a punto de dar la vuelta, cuando la puerta de la librería se abrió, el tintinear de la pequeña campana roja en lo alto de el marco de la puerta captando mi atención.

Eran las tres con diez.

Eran las tres con diez y había una chica frente a mí, con pura confusión y conmoción en sus ojos.


Sus ojos eran verdes.

quartz street ➢ brad simpson [au; español]Where stories live. Discover now