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—¡Arriba, arriba, arriba! —me estaban aporreando de forma grotesca con una almohada.

Era William.

Volvimos de casa de Dylan en Año Nuevo, tuvimos un montón de pláticas y cursos para elegir bien nuestra carrera universitaria, nacieron los bebés de Hallie y fui a verlos, Bill fue elegido para decir el discurso de graduación y Dylan se quebró un brazo porque se cayó de las escaleras. Eso había sido lo más relevante de los siguientes meses.

Hasta el día de mi cumpleaños, ajá. 

—¡Déjame! —me di la vuelta en la cama y me cubrí con la cobija.

—Nooo, levántate —me quitó la cobija.

—Tengo sueño.

—Y yo tengo hambre, vamos a desayunar.

—Ve.

—No voy a ir sin ti.

—Es mi cumpleaños, no el día internacional de Emeth Johnson.

—Aunque no sea tu cumpleaños ni el día internacional de Emeth Johnson yo no voy a ningún lado sin ti. Levántate ya.

—Mejor ven y dormimos otros quince minutos.

Silencio.

—Bueno.

Se recostó a mi lado y me abrazó.

No habíamos estado raros después de que le dije que me gustaba, de hecho estábamos tan normal que hasta creí que no lo recordaba. Obviamente no le pregunté, mejor era quedarse con la duda.

Dormimos un ratito más y después sí tuvimos que levantarnos a desayunar, porque íbamos a clase. Qué horror.

Maggie me regaló un pastelito en la cafetería.

Las clases fueron horribles. Todos moríamos de presión por sacar buenas calificaciones antes de ir a la universidad.

Pff, universidad. Aún me daba mucho miedo esa palabra.

—¿Entonces ya sabes qué vas a estudiar? —me preguntó la profesora de Trigonometría.

—Gastronomía —le respondí con amabilidad, a pesar de que no, no sabía qué iba a estudiar.

—Ay, me encanta.

Le sonreí y huí del salón. No me gustaba que me hostigaran con eso, ya era demasiado pesado de por sí soportar la presión de mis papás.

Como sea, se acabaron las clases y los chicos me hicieron arreglarme para que me llevaran a comer.

La verdad sí estaba emocionado. Hallie me había llamado un rato antes, como siempre, para desearme feliz cumpleaños y me pidió que la pasara increíble, le prometí que lo haría. Además de eso, me avisó que estaría el fin de semana en la ciudad, así que esperaba que pudiéramos vernos.

Un rato después me arreglé y vi a los muchachos para que fuéramos a un restaurante cerca de la escuela, al de siempre. De nuevo me cantaron el feliz cumpleaños y me dieron un pastelito.

Salimos contentísimos del restaurante listos para regresar a la residencia y que me dieran mis regalos.

Pero obvio, si no me salía mal algo no era Emeth Johnson.

Adivinen quienes llegaron.

Phineas y Miles.

Adivinen quién se puso de mal humor por su culpa.

William.

Adivinen quienes empezaron a pelear a media calle.

Phineas, Miles y William.

SummeryWhere stories live. Discover now