● Llamada: Vino de Viena

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Cuatro botellas, Han Jumin se había bebido esa inmódica cantidad de vino como si tan solo fuese agua. Esa era la primera vez en su vida en que sintió que había perdido el control completo sobre algo, y claramente no se sentía muy orgulloso de ello. Sin embargo, su cabeza se sentía liviana ahora y eso era lo único que le importaba.

Luego de la enésima copa se detuvo, sus labios tintados con el ligero pigmento violáceo que desprendía el vinotino, el fermento, tanto dulce como amargo todavia se asentaba sobre ellos.

Su vista estaba nublada y sentía hormigueo en el cuerpo. Ya no estaba en la cama, sino en el sillón, la ventana del cuarto estaba abierta y entraba una agradable brisa que le rozaba la piel. En medio del silencio y la oscuridad de la noche, una pequeña pantalla iluminó tenuemente el cuarto y el sonido característico de las notificaciones de su celular se repitió varias veces. El hombre se arrojó el cabello hacia atrás con la mano, su ceño se frunció y tomó el dispositivo. Decidió revisar entonces los mensajes en el chat de la R.F.A y esa arruga entremedio de sus cejas se volvió más profusa.

Sus ojos vagaron en una fotografía de su asistente junto a Saeyoung, en su casa, compartiendo una comida. Fue en ese momento que todas su atención se dirigió hacia la mujer en la foto. En un instante lo olvido todo y sólo quedo ella. Deslizó sus dedos sobre la pantalla y acercó más la imagen a su rostro. Ella estaba sonriendo y su sonrisa, rápidamente se le contagió. Era increíble como sólo una simple imagen podía tener tal efecto en él; sólo le bastaba ver a esa mujer y sus labios, automáticamente, se curveaban.

Sin pensarlo mucho, recortó la foto para que quedase únicamente ella enmarcada y la guardó en su galería. Luego de eso le propició un regaño a su amigo mediante texto y así, una entramada conversación se extendió entre todos los miembros. Tras intercambiar un par de mensajes, la pesadez de su corazón se apaciguó. A veces solía pensar que había algún tipo de magia guardada dentro de esa pequeñísima aplicación en su teléfono. Tenía una cualidad casi mística.

Y con una expresión ya más relajada, Han Jumin presionó el botón de llamada.

"-Buenas noches, director Han. -al otro lado de la linea lo saludó suavemente la preciosa voz de su asistente."

Había algo en su voz, clara y gentil, que lo cautivaba y llevaba a su cabeza a un esponjoso mar de nubes dispersas.

-Buenas noches, señorita *K. -él le devolvió el saludo, esforzándose más de la cuenta en que no se le arrastraran las palabras- ¿Sigue usted en mi casa?

"-Oh, si. Sigo aquí. -ella le respondió, al fondo se podía escuchar un lejano movimiento, supuso que, como era hábito suyo, se había puesto a ordenar cosas durante la llamada- Aunque ya pronto terminaré y me iré a casa."

-Ya veo. ¿Qué hay del acosador de gatos? ¿Sigue allí con usted?

Ante su comentario la escuchó reírse entre dientes, su risa le hacía imaginarse su rostro de manera vívida... sus ojos achicandose y sus mejillas hinchandose.

"-No, no. Saeyoung salió corriendo de aquí apenas leyó su mensaje."

-Hmm... -Jumin alargó el sonido de la "m" en un involutario tono inquisivo. Por alguna razón aquello no le terminaba de agradar. En especial porque él era al único en toda la R.F.A al que ella se refería por título y apellido en lugar de su nombre. Quería escucharla, escuchar a esos bonitos labios suyos llamarlo «Jumin» incluso si era por una sola vez. -Así que ahora lo llama por su nombre.

"-Si. Así es. Recién tuvimos una conversación y descubrí que ese era su nombre. -ella le contó entretenida, absolutamente inconsciente de como aquel tono alegre al hablar de otro hombre le afectaba- Su nombre es sorpresivamente lindo, ¿no lo cree? También combina con el nombre de su hermano pequeño."

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⏰ Última actualización: Apr 19 ⏰

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🍒 Mi jefe es un poco lindo 🍒 Jumin Han Donde viven las historias. Descúbrelo ahora