Prefacio

123 7 5
                                    


Esta historia va dedicada a mis hermanos, quienes hicieron de mi infancia y adolescencia,
un infierno, pero que hoy en día, los amo más que a mi propia vida.

.
.
.
.
.
.

Sabía que beber alcohol por primera vez en un bar, sería un grave error, pero la verdad es que cuando eres joven, no te detienes a medir el peligro, simplemente, sientes el deseo de vivir la vida al máximo, tener sexo, consumir sustancias ilícitas, ser una mala influencia para la chica buena ...

Sí, ese es el mundo en el que todos quieren vivir, aunque no crean que esto era lo que yo pensaba, toda esta sarta de estupideces venía de mi compañera de trabajo. Yo era la chica buena y que desafortunadamente se dejó mal influenciar por ella, esa misma razón fue la que me llevó a conducir en estado de ebriedad y me estampara contra un árbol.

—¡Que viva México! —grité entre risas mientras que el oficial me sacaba del auto.
—Señorita, estamos en Vermont. Le voy a pedir que se controle.
—¿Con un hombre como usted? No lo creo —intenté tocar su rostro, pero en un rápido movimiento, dobló mi brazo y estampó mi rostro contra el costado del auto.
—Creo que me has roto una muela —sonreí como estúpida—, pero eso fue muy sexy.

Después de escuchar al oficial maldecir a los ebrios, abrió la puerta de su auto de patrullaje y me metió en él.

—Que guapo es usted, oficial.
—Sí, sí, claro, veremos si mañana dice lo mismo —cerró mi puerta y subió al asiento del conductor.
—Yo también lo amo.

No sabía ni qué rayos estaba diciendo, pero me sentía muy bien para expresarme, o al menos eso era lo que creía antes de que el auto comenzara a avanzar y cayera perdida en los asientos.

Sí, una vida con excesos y sin consecuencias es lo que la mayoría de las personas quieren, yo no. Mi vida era triste, aburrida, patética, pero era mi vida y mi decisión de ser como era ... o eso era lo que pensaba hasta que espiar a mi nuevo vecino, se volvió mi primera y tal vez última obsesión. ¿Quieren saber a lo que me refiero? Bien, hagámoslo ...

Aitana al acechoWhere stories live. Discover now