Capítulo 3

73 2 1
                                    

Al llegar a casa, pude observar a mi papá acostado en el mueble de la sala, y a mey junto a él, de inmediato me acerqué para ver en que condiciones, se encontraba.

—¡Oh por Dios! —Un día de estos van a matarte —solté indignada.

—No es nada, hija —papá murmuró. —su voz sonaba enredada, pero logré entenderle, no quise responderle, pues si no me prestaba atención las pocas veces que se encontraba sobrio, mucho menos lo haría ebrio.

Se encontraba mal, vaya uno a saber quién fue el desgraciado que lo había golpeado, ya había pasado varias veces, siempre lo golpeaban por no llevar nada en los bolsillos, cuando intentaban robarlo, y otras veces, porque hacía apuestas y luego no tenía con que pagar.

Me daba tanta tristeza verlo así, si tan solo escuchara nuestros consejos, nada de esto pasaría.

Mey se encontraba curando una de las heridas que estaban en su rostro, para ser precisa la de su nariz, ella era muy nerviosa, siempre que esto pasaba yo me encontraba en casa, pero esta vez no fue así. La chica era muy sensible, casi siempre lloraba al verlo en tal estado.

—Cariño, déjame ayudarte —pronuncié.

—Está bien —accedió.

—¿Cómo te sientes papá? —pregunté, pero fue en vano, el señor ya se encontraba roncando.

—¿Y tú, mey? —¿Te sientes bien?

—Sí, mucho mejor, ya no estoy tan nerviosa.—Gracias por venir.

—No tienes que agradecer, estaré para ustedes siempre que me necesiten. —mencioné, mientras curaba a papá.

—Te debo mucho, jad —su voz se entrecorto.

—No digas eso mey, no es cierto.

—Sí lo es, yo no he hecho nada desde que murió mamá. —en cambio tú, has hecho mucho, encargarte de la casa a tan corta edad, lidiar con los problemas de papá y tomar tal responsabilidad con mucha madurez, me hace sentir orgullosa de ti —hablaba entre sollozos.

—Tú has hecho mucho corazón. —susurré —Si no fuera por ti, yo no habría podido levantarme, has sido mi motivación más grande en todos estos años —mis ojos estaban llenos de lagrimas.

—No sabía que motivaba a alguien, pero es lindo escucharlo —sonrió.

—Y yo no sabía que alguien, se sentía orgullosa de mí —agregué. —reímos juntas y nos abrazamos entre el lloriqueo.

Estuvimos así un par de segundos, hasta que nuestros cuerpos se despegaron, terminamos de curar a papá, le aplicamos un par de pomadas, para calmar un poco el dolor, y lo arropamos muy bien, la noche estaba fría.

[...]

Habían pasado 2 horas desde que llegué a casa... 1:45 a.m. Nos encontrábamos acostadas en el suelo de la sala, mirando lejos sin decir nada, hasta que mey decidió romper el silencio.

—Oye, perdón por haber interrumpido tu cita con jhoan —río burlona. —los hoyuelos de sus mejillas se hicieron notar.

—Volteé a verla con el ceño fruncido —No fue una cita, mey.

—Creo que sí —dijo juguetona.

—¿A ver y por qué crees que sí? —inquirí.

—Algo me dice que así fue —No es un secreto que jhoan está enamorado de ti.

—¿De qué hablas? ¿Enamorado, de mí? —pregunté confundida.

—No, de mi —río.

—Pues sí, salimos y me confesó que gustaba de mí, desde hace un par de años, pero ¿enamorado? —Yo no estoy enamorada, solo me gusta y ya.

LA TRISTE HISTORIA DE UNA NOCHEWhere stories live. Discover now