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Dami había despertado de una grandiosa siesta, había descansado muy bien, todo estaba tranquilo pero entonces

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Dami había despertado de una grandiosa siesta, había descansado muy bien, todo estaba tranquilo pero entonces...

Una mugrosa llamada apareció en su celular.

—¿Ahora qué? —Gruñó molesta por la insistencia.

Tomó su celular y entonces la persona que la llamaba comenzó a gritar, maldiciendo a la rubia y culpandola, diciendo que había confiado en ella pero no había sido más que una mentirosa.

Cosa que hizo sorprender a Dami, ya que no sabía que demonios estaba pasando.

—Espera, espera, ¿Quién llama?

¿Todavía eres una jodida cínica? Vete al diablo, Damelia Hanagaki.

La llamada se cortó y Dami sólo se quedó quieta, tratando de analizar la situación.

Miró su celular después de un rato, en el que pudo espabilar y entonces se dio cuenta que quién había llamado era Mikey, y además tenía miles de mensajes, de algunos miembros de la Toman, de Emma, de los amigos de Takemichi, incluso de Takemichi, ah, y de Hina sorprendentemente.

En todos los mensajes ellos la tachaban de mentirosa, de mala amiga, y demás insultos.

—¿Y ahora qué hice? —Cuestionó molesta Dami.

—Damelia. —Habló Taiju entrando a la habitación. —Quiero que salgas de mi casa y te vayas de aquí.

Si, esa había sido la gota de colmó el vaso.

Tras algunas horas, Dami estaba saliendo de la casa de los Shiba. Y lo peor de todo es que ni siquiera sabía cuál era su delito, o él por qué la acusaban de eso.

Desde la llamada de Mikey, no había dejado de pensar en los miles de escenarios que pudieron haber sucedido para que ellos la culparan de esa manera.

Pero ahora lo más importante; no tenía a dónde ir. Yuzuha no la había dirigido la palabra ni mucho menos la mirada cuando salió de la casa, ella era su única amiga. 

—¿Problemas con tus amiguitos? —Cuestionó alguien burlón.

Dami miró hacia el frente y notó que Hanma estaba sonriendo juguetón.

—¿Tu sabes algo? —Preguntó sin ganas.

—Bueno, digamos que tuve algo que ver. —Rió descarado, Dami dejó sus cosas caer de golpe al suelo y fue rápidamente hacia Hanma, empujandolo contra la pared. —Uff, no tienes idea de lo agradable que es que me trates así.

—¿Qué es lo que hiciste?

—Digamos... que Kisaki habló con los miembros de la Toman y les dijo todo. —Sonrió. —Y me usó como testigo de todos tus engaños, mentiras, farsas, como quieras llamarlo.

—¿De qué demonios hablas?

—Hazte la que la virgen te habla. —Viró los ojos y luego la empujó para después sacudir su ropa. —Acerca de tu plan maquiavélico contra Takemichi, el que hayas mandado a golpear a Hinata, tu plan de querer salir con Mikey y hacerle la vida imposible a tu hermanito adoptivo. Todos saben eso, y todos ahora están en contra de ti por ser una mierda de persona.

—¡Eso no es verdad!

—¿Ah no? Se supone que debías ser mejor que Takemichi, pero al final eres peor que él. Tu estúpida venganza te llevo a esto. No tienes hogar, ni amigos, ni familia.

—¿Que no tiene familia, dices? —Rió alguien. —Ella sí tiene familia.

—¿Izana? —Habló con sorpresa Hanma.

—Aunque no lo parezca, ella es mi hermana, así que no está sola. —Dijo firme el morocho, él abrazó a su hermana, mientras que detrás de ellos un pelinegro agarraba las cosas de la rubia. —Y quién sea que quiera meterse con ella, se va a meter conmigo.

La mirada que Izana le dirigía a Hanma, lo hizo retroceder con algo de nervios.

—Al menos yo no soy el juzgado aquí. —Murmuró con una sonrisa. —Quizás nos veamos después, quién sabe que vaya a suceder.

Hanma se fue y entonces Dami se soltó a llorar, alertando a los dos chicos.

—Soy una estúpida, debí haber dejado ese plan. —La fémina comenzó a balbucear, tanto que después ya no se entendía que era lo que decía.

—Vamos a casa.

—Pero no...-

—A casa dije.

Al final, ambos chicos la llevaron a un pequeño cuarto de estudiantes que habían alquilado.

—No es mucho, pero es un buen lugar. —Dijo Kakucho mirando como una pequeña rata corría de una esquina a otra para meterse a su ratonera.

—No importa, si estoy con ustedes creo que estaré bien. —Dijo ella con una leve sonrisa. —Así comienza la historia de Cruela Devil, con nada, pero después lo tendrán todo.

Izana sonrió ante lo dicho por su hermana. Ella estaba decidida a no rendirse, pues la vida seguía.

Aunque ahora estaba algo curioso por cuál sería el siguiente paso de su hermana.

°°°

—¿Entonces quieres volver a ésto? —Cuestionó el chico mientras se fumaba un porro. —¿No que ya eras niña bien y no sé qué?

—Me corrieron del trabajo, así que ahora no tengo nada más que hacer.

—Bueno, te daré el trabajo ya que eres muy buena en ésto. —Asintió el chico.

Dami sonrió feliz.

Por otro lado, Takemichi se encontraba preocupado. No había visto a Dami en dos días, los Shiba la sacaron de la casa y ahora no sabía en donde se encontraba.

—Ya relájate, quizás es mejor que se haya ido. —Dijo Chifuyu.

—No tienes idea de lo que sucede. —Dijo preocupado.

—¿Y qué se supone que sucede?

•••

Futuro.

—En otras noticias, el criminal Kurokawa sigue realizando sus fechorías en el mundo de las drogas. No hay mucha información de este individuo, sin embargo creemos que tiene alguna relación con la pandilla Tokyo Manji Gang, esperamos...-

—¡Interrumpimos la transmisión para informar que hay una pelea entre pandillas en el centro de Shibuya!

Takemichi miró detenidamente el enfrentamiento, notando pronto una figura reconocida.

—¿Dami?

La fémina disparaba hacia la pandilla contraria, ella se encontraba al lado de Izana.

—Debo regresar. —Dijo Takemichi y entonces se giró hacia Naoto.

El pelinegro sabía que Takemichi estaba muy preocupado por la fémina, después de todo seguía siendo su hermana mayor, y así como él con Hina, entendía que no quería que nada malo le sucediera.

Así que sin más, le dió la mano.

Don't Leave Me [Tokyo Revengers] Where stories live. Discover now