Más cerca

75 20 0
                                    

Abrí los ojos bajo una gran calidez. Sentí que estaba recostada sobre una nube suave y prematuramente formada, claro que no podía ser cierto ya que las nubes estaban justo ante mis ojos que apuntaban al cielo.

Me senté y rápidamente localicé a Florencia, Xiomi, y Nicolás tumbados en el piso al lado de un pozo similar por el que nos habíamos introducido, estaban durmiendo. Ellos si habían saltado a pesar de las advertencias. En cuanto fui a su encuentro rápidamente comencé a mecerlos con fuerza, cosa que todos despertaran.

—¿Estamos vivos? —preguntó Florencia aún sin abrir los ojos.

—¡Sí, estamos vivos! —celebró Nicolás.

—Claro que estamos vivos, la muerte ni siquiera es real —dije mientras cacheteaba con suavidad a Xiomi que seguía sin despertar del todo.

Me preguntaba dónde estábamos. No parecíamos estar en altura, todo lo contrario, más bien era una planicie. Tampoco tenía certeza de qué hora era, pero mi instinto me advertía que era tarde, sin embargo, faltaba bastante tiempo para el anochecer. Por suerte no necesitaba saber dónde estaba para poder transportarme a algún lugar, solo necesitaba saber dónde quería ir, aunque hubiese sido trágico si me transportaba y aparecía frente a un montón de gente de Kalisfan, de seguro me condenaban a ser un experimento vivo.

Mientras mi cabeza que seguía mareada se reponía los chicos habían estado despertando a Xiomi, la que finalmente se incorporó y dejó de desmayarse cada vez que habría los ojos.

—¿Por qué te desmayas? Dayanne ya había hecho magia antes de venir, no me digas que estás asustada —le dijo Nicolás.

—No tengo miedo, no soy una niña. La emoción me la gana, lo siento.

—En primer lugar sí eres una niña, dime hace cuánto terminaste la preparatoria.

—Qué te importa —le respondió en tono bajo y mirando el pasto.

A pesar de que Florencia decía que había perdonado todas las malas jugadas que le había hecho, yo sospechaba que no era del todo cierto. Además de vez en cuando, mientras lo veía a él con su nueva amiga mostraba un poco de irritabilidad, no sabía si eran celos o simplemente le molestaba que la hubiera superado tan fácil como si nunca la hubiese lastimado.

—Ya están todos bien —interrumpí todo el espectáculo de emociones.

—¿Ahora qué?, ¿tienes que encontrar a Iván? —preguntó Florencia.

—Su nombre es Keyban —resoplé—. Pero sí, así que agarren mi brazo.

—¿Para qué?

—Cómo que para qué, para transportarnos allá Flo.

—¿No hay que ponernos un casco o tomar alguna hierba especial para amortiguar los efectos secundarios?

—Siempre me han dicho que soy una aficionada a las películas Nicolás, sin embargo, creo que me ganas.

—Voy a asumir que no hay que hacer nada —agregó avergonzado.

Estiré mi brazo derecho hacia a ellos esperando que lo tocaran, pero se miraban entre sí esperando que alguien lo hiciera primero, hasta que Xiomi en medio de su silencio dio el primer paso, haciendo que los demás también.

Me concentré. Tomé un buen poco de oxígeno en mis pulmones. Fallé.

—¿Qué estamos esperando? —preguntó ella.

—No lo sé, debería funcionar.

—¿No olvidas nada?

—No, nada, este es un hechizo básico, hasta un niño lo podría hacer —bajé el brazo—. Esperen un momento, lo intentaré sola.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora