Adaptación I

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Salí de la habitación descalza y siguiendo a Keyban, era verdad cuando decía que no confiaba del todo en él, pero era a propósito cuando decía incorrectamente su nombre, solo quería irritarlo.

Si pensaba que la habitación era majestuosa, la sala principal entonces era real, a pesar de que la pieza tenía un estilo minimalista la sala estaba llena de artilugios impresionante, había jarrones con detalles tan alucinantes que no podía evitar preguntar el origen de cada una de las cosas que se me atravesaban, incluso había cuadros desteñidos a propósito por alguna técnica desconocida para mí. Cada vez que veía algo que me llamaba la atención y le preguntaba a Keyban y él rápidamente recitaba de memoria su historia.

—¿Y todos esos relojes? Son tan hermosos, pero todos tienen horas diferentes ¿es una metáfora? —pregunté.

—Algo así, verás, aquí en Kalisfan muy pocas personas obedecen al tiempo, tenemos nuestro propio sistema, queda a criterio de cada persona cómo ocupa su tiempo de vida.

—Eso es casi imposible, ¿cómo saben a qué hora entrar a la escuela o trabajar?

—Nosotros no tenemos escuelas, cada familia educa a sus hijos a su criterio, les enseñan a leer, escribir, matemáticas, ciencia, historia, sustentabilidad, economía, me atrevo a decir que cada familia tiene su propia biblioteca en casa, en este mundo los libros son gratis en ambos clanes, verás, somos autodidactas.

—¿Clanes? —quise saber.

—Sí, aquí no hay países, no los hay en muchos mundos. Aquí hay dos clanes, Kimb, y el nuestro, Sarath. Aún así nadie es tan filial ni extremo, todos nos respetamos, nadie va por ahí preguntándole a otros a qué clanes respeta, solo nos identificamos como "gente de kalisfan".

—Siempre pensé que los marcianos tendrían su propio idioma, pero hablan español, asombroso ¿no?

—Nuestra lengua original es el latín, de mi mundo se traspasan los idiomas al tuyo. Ya tendrás tiempo de entender.  Verás, todo aquí es probable que sea muy diferente a la tierra.

—Todo lo que dices suena tan sorprendente, en la tierra las cosas son de cualquier modo menos así, ¿puedes prometer que es funcional tu sistema de vida?

—Ponte los zapatos —dijo señalando mis zapatillas y evadiendo responder—. Las promesas son sagradas en este lugar, no las tomes a la ligera y no las hagas frente a nadie, ya verás que todo tendrá sentido para ti cuando conozcas.

—Listo —respondí yo—. Lo tengo, no prometer y conocer tu clan.

—Aprendes rápido; ahora...vamos a salir —agregó poniendo su dedo índice en un digitador de huella en la que al parecer era la puerta principal de su majestuoso hogar.

La puerta se abrió e inmediatamente quedé anonadada por lo que presenciaban mis ojos, había un jardín tan hermoso que por poco sentí que estaba en el paraíso, había rosas blancas y rojas mezcladas alrededor de una brillante campana como la de las iglesias, y al otro lado un columpio de madera rodeado de narcisos, bueno, había muchas flores similares a las rosas que nunca había visto antes, de seguro eran propias de aquel mundo. Luego de observar y no dejar de preguntar nombres tuve la impresión de que estaba atosigando al ser espacial.

—Esto es lo más lindo que he visto en mi vida —dije sin darme cuenta de que lo había dicho en voz alta.

—¿Pero habías visto un jardín así de similar antes? —preguntó él con entusiasmo.

—Claro que sí, salvo por esas flores —le respondí señalando una esquina del jardín con flores irregulares de color carmín—. Y otras que hay por el otro extremo.

Desertores del GehennaWhere stories live. Discover now