Exploración por Kalisfan

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Después superar la travesía del cambio de color de cabello y de haber seguido a Vitris casi por toda la casa, nuevamente estuvimos fuera en el jardín. Los rallos del sol se sentían aún más intensos que antes, lo que no era de sorprendente ya que estábamos en el apogeo de la tarde.

Al final del jardín había una elegante reja de madera, sin ningún injerto o tipo de aleación, era madera pura sin siquiera barnizar y lo suficientemente alta como para no dejarme ver en ninguna circunstancia lo que había fuera. Vitris se encaminó hacia ella con dirección hacia la también imponente puerta que estaba ubicada justo en el centro. No la había visto antes, era difícil distinguir su presencia por el parejo tono entre ella y la reja. 

—¿Estás lista? —preguntó.

—¿Te atreves a preguntar? no sé te las ingenias para siempre provocarme esta ansiedad, solo abre la puerta —le respondí.

Sin dejarme terminar la empujó hacia atrás, consintiéndome ver por fin el mundo desconocido que me habían estado describiendo con antelación.

Sin preguntar ni pedir permiso salí del jardín hacia el exterior. Me atrevo a decir que sufrí un golpe de asombro. Por poco y quedo pasmada ante el resplandor de la vista panorámica que se me atravesó en frente ¿cómo era posible no ver tremendos edificios y casas desde el jardín?, vehículos iban y venían, ¿volaban? No, en lo absoluto, tenían cuatro ruedas al igual que los que ya conocía, solo que desbordaba la alta gama. También había banquetas y basureros en la vereda de la gran calle, no tan diferentes a los de la avenida principal de la ciudad Castilla. Parecía ilógico, ¿acaso estaba en un nuevo Dubai? Por supuesto que sin la arena y con áreas más limpias de lo que me podía imaginar. El lugar era la fantasía de cualquier soñador y amante del verosímil fantástico. No habían túneles en el aire como en Futurama, ni autos con cohetes como en Volver al futuro, y mucho menos portales por aquí y por allá como en Rick y Morty; al parecer la visión extraterrestre de los cines y productoras animadas de mi planeta estaba un poco distorsionada.

—Apenas y si me la creo. ¿Por qué no se puede ver ni escuchar lo que hay aquí desde dentro del jardín?, ¿es eso magia?

—¿Eh? —titubeó—. Eres tan divertida. No es magia, solo es un sistema de proyección, es como si el reflejo y el ruido en vez de entrar por encima de la reja, rebota hacia afuera —dijo señalando una caja negra con luces rojas—, ahí está la programación, tiene un manual y todo, es lo último en tecnología.

Me sentí torpe. Más de una vez había recriminado a Florencia por no entender el sistema de riego del pequeño jardín que teníamos en la terraza.

—Entiendo, entiendo —traté de disimular que realmente no entendía—. ¿Y qué hay de la gente?, ¿son amables cuando no están siendo racistas?

—Así es, la mayor parte de las personas son buenas, e insisto, no hay racismo en Kalisfan porque nadie quiere sufrir en la otra vida así que tratan de llevar sus vidas de la mejor forma posible.

—¿Este lugar, justo ahora, es una vida pasada? —quise saber.

—No es una vida pasada, esto pasa en paralelo con la realidad de tu planeta, claro, aquí el tiempo pasa distinto, pero no sé cómo, no he estudiado tanto de la tierra, puedes preguntárselo a Keyban más tarde —expresó—. A todo esto, sé que él dijo que no fuéramos muy lejos, pero vamos al centro comercial, te compraré algo bonito, pasa que tu ropa es algo sospechosa, recuerda que si descubren que él te trajo de la tierra estará en problemas por usar magia.

—¿Y eso no nos meterá en problemas con Keyban?

—El centro comercial es el límite del sector, así que no debería —dijo apoyándose espontáneamente en el exterior de la reja.

Desertores del GehennaWhere stories live. Discover now