Los diarios de Keyban I

94 21 2
                                    

Una semana después de haber comenzado con mis estudios del latín recordé que cuando había aprendido inglés a inicios de la secundaria mi maestro decía insistentemente que la forma más rápida de aprender un idioma era traduciendo algo que fuera significativo para nosotros.

En ese momento pensé que no había nada en latín que representara algo para mí aún, pero sin razón alguna vinieron a mi cabeza los pequeños manuscritos que había encontrado en la biblioteca polvorienta del segundo pasillo.

Keyban estuvo bastante ocupado esos días como para avisarle o pedirle permiso, así que una noche mientras todos dormían me salí de la cama y fui de puntillas hasta el oscuro cuarto, decidiendo tomarlos prestados hasta antes de irme.

La letra era bastante legible a pesar de haber sido escrito a mano, así que parecían de buen potencial para complementar mi estudio; por lo que desde esa  misma noche pasé la mayoría de mi tiempo traduciéndolos uno a uno.

Día uno.

Estoy perdido, no tengo ni la más mínima idea de quién soy, o dónde estoy. He conocido muchas personas en este lugar, pero todos me tratan mal, siempre terminan timándome. No sé por qué he olvidado mi existencia por completo, pero en caso de volverlo a hacer lo registraré en este cuaderno.

Día dos.

Este lugar se llama Kimb, hay muchos castillos y gente elegante, bastante presuntuosa. Yo no tengo ni un peso, ni un amigo, pero me han dicho que una familia importante está contratando personal de limpieza y yo necesito dinero para investigar sobre mí mismo. Probaré suerte.

Día tres.

Me han contratado.

Día cuatro.

Parecía que no había mucho que hacer, pero el lugar es tan grande que siempre hay detalles que resolver, me siento cansado.

Día cinco.

Hoy vi a una chica que me miró con desprecio, realiza gestos visibles de odio, pero realmente no le he dado motivos porque estoy seguro de que nunca la he visto ¿o sí lo hice antes de perder la memoria? No quiero parecer un patán. Le preguntaré cuando tenga la oportunidad.

Día seis.

No debí preguntar nada, ella me dijo un par de improperios, y cómo si fuera poco dice que he perdido la cabeza, ahora realmente me odia. Es mi culpa, le debí parecer raro, de seguro la asusté.

Día diecisiete.

Ha pasado una semana desde que llegué, comienzo a acostumbrarme. El cansancio parece desaparecer por la mañana cuando ella me mira como si me resintiera, es divertido y a la vez curioso.

Día dieciocho.

Ella finalmente se acercó a mí. Preguntó por qué siempre la miraba. Yo lo único que pude hacer fue quedarme mudo, ¿qué razón podría darle si ni yo lo sé claramente?

Día diecinueve.

Tuve miedo de que ella pensara que realmente era un tonto, así que cuando estuvo sentada en el jardín me acerqué y le dije que me parecía interesante. Pensé que no diría nada y se molestaría, pero me pidió ayuda para poder regar las flores del jardín. Ella realmente ama ese lugar, ama todas las flores, y hasta los insectos.

Su nombre es Sara. Tan refrescante como su aroma.

Día veintidós.

He tenido pesadillas durante este último tiempo, me veo usando magia en medio de un gigantesco castillo, pero a diferencia de las otras personas no soy capaz de convocarla.

Desertores del GehennaWhere stories live. Discover now