Capítulo 4. Magia Forjada

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Edain había dormido muy poco esa noche. Gran parte de ella la había pasado junto a Toumas recordando momentos, viejas batallas y aventuras ya pasadas. La nostalgia había dado paso al interés, y con él las revelaciones. Toumas aportaba mucha información respecto a temas en los cuáles él tenía nula constancia o que simplemente habían pasado desapercibidos para los Kalagar en los últimos años. Pero no por ello eran menos importantes, y eso le había hecho darse cuenta de que quizá no había estado lo suficientemente atento o pendiente de los sucesos en las diferentes aldeas y ciudades del reino de Averyn.

Tras salir los primeros rayos de sol se encaminó de nuevo hacia la herrería como hubiera hecho el día anterior, esta vez bostezando y soñoliento. Tenía una conversación pendiente con Meliot y su estancia en Gualhardet no se prolongaría mucho más que otra jornada. Todavía quería visitar a sus padres como era debido, y charlar largo y tendido con su hermana, a la que echaba mucho de menos. Apenas había sabido de ella en todo este tiempo y mucho menos de su sobrino. Y asumía su parte de culpa, pero quería alejar de su mente aquellos remordimientos.

Por eso se alegró cuando nada más descender el valle encontró a Yvain tendiendo la ropa en uno de los muros colindantes de la forja, que lindaba con la puerta que accedía a una vivienda superior, ampliada hacía escasos años tras su boda con Meliot. Le gustaba la nueva distribución que le habían dado a la herrería y de esta forma habían unificado su negocio y el concilio familiar de manera fructuosa.

Ella no se había dado cuenta de su llegada, pero Edain, pícaro, la cogió de la cintura por sorpresa levantándola por los aires mientras vitoreaba su nombre a los cuatro vientos.

—¡Yvaiinnnn!

El eco había resonado en el valle, apagando los extenuantes sonidos del martillo que golpeaba el metal sobre el yunque. A su vez, unos calzones salieron disparados contra los matojos que había frente a ellos, un par de metros más abajo, provocando un alarde de risas sin control por parte de ambos.

—¿Por fin te has dignado a venir a verme, hermanito? ¡Pero que susto me has dado!

—Lo siento. No era mi intención... —dijo dejando de reír al ver su vientre abultado—. No sabía...

—Ohh, tranquilo, solo estoy embarazada. No es tan grave ¿sabes?

Edain se ruborizó, no sabiendo qué responder. Su hermana ya no era la niñita con la que un día había partido de viaje. Se había convertido en toda una mujer. Era hora de que lo aceptara.

—¡Estás preciosa! Lo sé, es solo que me ha pillado por sorpresa. Ayer no me di cuenta de que... soy un imbécil. Lo siento.

—No te preocupes, es normal. Estabas pensando en tus cosas, acababas de volver a tu aldea natal, todo el mundo quería saludarte. Debe de ser impactante después de tantos años, ¿no? Y yo podía esperar mi turno. Además, no era un buen momento para decírtelo.

—Me alegro mucho, de verdad. Tienes mis bendiciones. Sé que no he sido un buen tío, pero espero enmendarlo con este nuevo miembro de la familia. Lo juro —dijo juntando ambas manos a modo de rezo.

—Más te vale, sino iré a buscarte yo personalmente —le amenazó, burlona.

—Y, bueno ¿cuándo nacerá?

—Todavía es pronto. Si mis cálculos no fallan con la llegada del invierno Meliot tendrá un nuevo ayudante en la forja. Aunque a mí me gustaría que fuera niña, pero no se lo digas a él o se enfadará —rio, divertida.

—Seré una tumba. Espero que te vaya todo genial, hermanita. Ya sabes que... —le costaba encontrar las palabras adecuadas—, aunque no nos hayamos visto mucho, te he echado mucho de menos... Te quiero con locura. Y si necesitas cualquier cosa...

Los Tres Reinos. Siolfor.Where stories live. Discover now