33. La Fotografía II

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Capitulo Treinta y tres.
La Fotografía II

El resplandor de una luz y el sonido de un click impactan sobre mi rostro, me removí incómoda.

—Mierda, olvidé quitarle el flash. — escuché una voz decir.

Repentinamente, me levanto. Un rastro de saliva sobresale de mi boca, el cielo de semi- mañana con el que me quedé dormida cambia a uno azul con los rayos del sol cayendo sobre la ventana del automóvil. Al girarme, contemplo a Hamilton con una cámara fotográfica que cuelga de su cuello.

—¡¿Que demonios?! — exclamé exaltada, el muy jijo de su mamá me está fotografiando mientras dormía. — Maldito pervertido.

Me avalancé sobre él, tratando de quitarle la cámara, pero el cabrón es más rápido que yo y sale corriendo del auto, por supuesto, seguido de mí. Cómo si eso no fuera suficiente, no para de tomarme fotos.

¡Se va a descomponer su cámara!

—¡Hamilton, dame eso! — grité saltando, su maldita estatura jodidamente alta no me dan tregua. —¡Hablo en serio! ¡Borralas!

—No, no lo haré.

Le gusta verme sufrir.

—Seguro salgo horrible, no quiero ver memes con mi rostro en internet.

—Te ves hermosa.

—¡Borralas! — ordené desesperada, a punto de arrancarme el cabello.

Liam se detuvo, y me devolvió por un segundo la esperanza, claro que se fue tan rápido cómo llegó.

—Bien, lo haré. Pero debes hacer algo por mí.

Ladee la cabeza curiosa, sentí como si una gran roca cayera sobre ella al ver a Liam señalando sus labios. Eso quería decir que quier un... ¿beso?

Se cruzó de brazos esperando, como es mi jodida cotidianidad, me sonroje, no estoy seguro sí por el enojo o sencillamente por vergüenza.

Apreté mis labios y mis puños, me acerque rápidamente a él, lo jalé del cuello de la playera y apreté mis labios junto con los de él, como un beso fugaz. Me separé y ví una línea curva iluminando su rostro.

—Me refería a que te limpiaras la baba que tienes en la boca. Pero, eso fue mucho mejor.

Agh.

—Eres un... — olvide mis insultos al prestar atención a mi alrededor.

Parpadeo un par de veces creyendo que esto es un sueño. En mi alto, el sol y nubes muy similares al algodón, son espectadores de mi sorpresa.

—El mar. — digo apenas en un susurro, baje mi vista, debajo de mis zapatos la arena.

Nunca había conocido el mar. Era la primera vez que venía a una playa y algo dentro de mi interior explotaba de emoción.

—Pero..., ¿por qué?

—Prometo que la próxima vez traeremos también al mocoso, digo, Haziel. — se corrige divertido ante mi cara de pocos amigos por llamar así a mi hermano.

—Es increíble, un momento, ¿dónde estamos y qué hora es? — saco mi celular del bolso de mi suéter.

9:45 a.m.

—Venimos a Acapulco. Por eso teníamos que venir lo más temprano que pudiéramos.

Se dirije al automóvil, y saca de ahí una canasta.

—Vamos, bella durmiente.

—Debiste despertarme. — infle las mejillas, tratando de ayudarlo con la canasta, él la pasa a su otra mano y toma mi mano.

DESASTRE CON "L"©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora