Tras el chasquido de Thanos, Matt Murdock desapareció junto a la mitad del universo. Sin embargo, la valentía de los héroes más poderosos del planeta logra traerlo de vuelta. Pero al regresar cinco años después, el Diablo de Hell's Kitchen deberá ha...
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07.en la tormenta.
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Antes del chasquido.
Matt tenía una elegancia especial en cuanto a pelear se debía.
La mayoría de sus golpes eran limpios, y asestados en el punto exacto donde pensaba —y necesitaba—. Stick lo había entrado para llevarlo a su máximo potencial, usando sus sentidos al extremo para captar cada simple detalle de su alrededor. Esquivaba los ataques enemigos con agilidad, moviéndose como una sombra en la noche: como el demonio de Hell's Kitchen.
Aunque la gran mayoría de los hombres que enfrentaba estaban evidentemente menos entrenados, eso no significaba siempre que Matt podría huir sin ninguna herida sobre su cuerpo. Algunos pocos golpes en su rostro, otros sobre sus extremidades, incluso cortes con cuchillos o cualquier objeto punzante. Ser un vigilante tenía todas las gamas posibles del enfrentamiento, y él las había experimentado todas.
Aquella noche no había sido la excepción. Regresando a través de los techos hacía su hogar, presionaba su hombro derecho que creía dislocado, y respiraba lentamente para evitar el dolor de sus costillas con cada inhalación. Sin embargo, a pesar de estar tan sumido en el dolor, y en deseo de llegar a su hogar para curar sus heridas, se detuvo.
Habían pasado sólo unos pocos días desde el primer —y único— encuentro físico con Josephine. No era la primera vez que pensaba en la posibilidad de compartir su mayor secreto con ella. Caer mal herido a través de su ventana y contarle la verdad sin ningún tipo de vergüenza. En su corazón, sabía bien que ella lo aceptaría. Pero entendía que aún no debía hacerlo. Estaba seguro de que la castaña no se asustaría al saberlo, pero alguna parte suya le gritaba que podría ponerla en peligro, y eso era lo último que quería.
Dubitativo sobre el borde de un edificio, Matt suspiró con pesadez. No podía negar que, en gran parte, extrañaba a la castaña. Su voz suave y cálida con él, su risa cada vez que él hacía un mal chiste, pero por sobre todo aquello, la sensación de sus pieles en contacto. El calor que emanaba entre ambos cuando más juntos estaban. El latido de sus corazones acompasados como uno en medio de la noche. Y la verdad era que Matt creía que pronto perdería la cabeza pensando en Josephine Thalmann.