𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐𝟑: 𝒂𝒇𝒕𝒆𝒓 𝒉𝒐𝒖𝒓𝒔

Start from the beginning
                                    

—¿Por qué no te vienes a mi casa? Te duchas, cenamos algo y te dejo mi despacho para...

—No, no. —Se apresuró a decir, agarrando el lápiz digital con fuerza.

—Que te lo estoy diciendo de corazón, ven.

—No.

—¿Por qué?

—Porque no quiero que mañana o pasado me digas que no podemos volver a vernos. Porque cada vez que invado tu espacio mínimamente te alejas de mí como si tuviese la peste bubónica. —Apoyó los codos en la mesa, introduciendo su mano en el enjambre que era su pelo para acariciarlo con una ansiedad inusual—. No quiero otro cambio brusco, quiero que la cosa siga así.

—Oye. —Agarré la silla de Charles y me senté en ella, acercándome a Noah—. No va a cambiar nada. —Apoyé la mano en su muslo, notando la textura suave de su pantalón—. Ven, me siento más tranquila si...

—Estoy bien, Olivia. De verdad, estoy bien. No quiero retrasarme más. —Se removió el pelo, acercándose de nuevo a la mesa con una actitud esquiva que me empujaba separar la mano de su muslo.

—Bueno, no pasa nada, estoy acostumbrada a estar sola...

—No, Olivia. Olivia...

*

Noah entró en mi casa como si no hubiese entrado nunca, como si fuese un lugar inhóspito por explorar, lleno de peligros que podían acecharla.

—Puedes ducharte si quieres, mi despacho está...

—No, no. —Sacudió la cabeza, cruzando el salón con el maletín de cuero marrón colgando de su hombro—. Voy a la cocina.

—Pero en la cocina no hay aire acondicionado —repliqué, siguiéndola por el salón hasta la cocina. Dejé las bolsas de comida sobre la encimera y la vi abrir el maletín.

—Es que solo he venido para hacerte compañía, no para estar más cómoda —escupió, sacando el portátil y la tableta gráfica de su maletín, volviendo a remangarse la camisa hasta los codos.

La miré durante un segundo con los ojos tristes y el corazón un poco arrugado. Sus palabras eran como azotes que me cruzaban la cara con cada sílaba que pronunciaba y yo no podía fingir que no me dolía.

—Parece que odias estar conmigo. —Dejé caer las manos sobre la bolsa con un pesar llamado zozobra—. Lo siento.

—No, oye, no. —Estiró la mano a través de la mesa para coger la mía, pero en cuanto se dio cuenta la retiró—. Me encanta estar contigo, pero no quiero que des un paso más pidiéndome distancia. Primero fue acostarnos, pero no mirarnos. Luego ser amigas, pero no acostarnos. Después ser amigas, pero no tocarnos. Ahora ser amigas, pero ni siquiera dirigirnos la palabra en el trabajo. Respeto todo lo que me pidas, pero no quiero perderte más, ¿sabes? —Dejó caer los hombros con un suspiro, agarrando el lápiz entre sus dedos.

—No le contaría mi pasado a alguien que quiero perder. —Noah levantó los ojos del teclado sin decir una palabra.

El silencio de repente era incómodo y no sabía por qué. Nuestros silencios eran tan cómodos que podía estar horas mirando al techo con ella al lado haciendo cualquier cosa, pero ese silencio hablaba a gritos y yo era capaz de descifrar qué decía, pero intuía que aquello la había alejado kilómetros de mí.

—No quería que sonase tan... Intenso —me excusé—. Pero confío en pocas personas. Tres, en concreto. —Levanté tres dedos a la vez que sacaba las bandejas de comida que habíamos comprado antes de venir—. Y tú eres una de ellas.

let me be her (completa)Where stories live. Discover now