Oh well, whatever, nevermind [+18] [Español]

30. CORALINE

I was in your wet dream

Driving in my car

What makes you think you're good enough

To think about me when you're touching yourself?

CORALINE

Por un momento me ciegan las luces mezclándose en distintos tonos, al estar tan sumergida en mis penas olvidé parte de los detalles de todo aquello fuera de las cuatro paredes del baño.

Observo hacia una esquina y veo que Sax ya no se encarga de la música, al parecer solo lo dejó todo en automático, por así decirlo, él solo dura unos segundos en mi campo de visión antes de perderlo entre tantos cuerpos moviéndose al ritmo de la música. James continúa entregando algunas bebidas antes de quedar solo con dos chicas que ríen con él, aunque la suya luce más de forma forzada, se nota su incomodidad así que decido acercarme.

—¿Aún hay bebidas gratis para la NO cumpleañera? —inquiero, recargando mis brazos de la barra.

—Eso no se pone en duda —me sigue la broma, pasando un trapo azul por el interior de un vaso y acercándose—. ¿Qué desea?

—Ash, tampoco tan formal —protesto y niega con la cabeza, riendo—. Pero solo una botella de agua.

No quiero embriagarme, menos cuando sigo muy sensible, lo oculto, pero sé que cualquier desliz será suficiente para quitar el dedo que presiono contra el pequeño agujero de mi cabeza lleno de las marañas oscuras.

—Lo que la NO cumpleañera pida. —Río y me sonríe para luego girarse hacia uno de los congeladores verticales donde a través del vidrio se vislumbra todo lo que contiene, así que ambos notamos al mismo tiempo que ya no queda ninguna botella de agua—. Contamos con problemas técnicos.

—Mis abogados sabrán de esto.

Su sonrisa ahora apenada me da gracia. Hago un gesto con mi mano para quitarle importancia y abro la boca para decir algo más, pero en ese instante Kurt se desliza por mi costado en la barra para quedar su hombro pegado al mío con un pequeño empujón.

—Mira tú, ya llegó tu salvador. —Enarco una ceja hacia James y este alza ambas manos con inocencia—. Digo, tú necesitas algo y misteriosamente Kurt está allí para solucionarlo.

—Ni siquiera hay una emergencia —dice el mencionado, pero analiza mejor la situación, observándome para volver de nuevo a su amigo—. ¿O sí?

—Ya no quedan botellas de agua —le hace saber el pelinegro.

Kurt me observa de inmediato.

—Puedo traerte uno de la cocina.

James me sonríe con arrogancia.