Capítulo V. La verdad siempre duele.

317 33 2
                                    

—A desayunar.

TaeMin, suspiró, no tenía ánimos de levantarse de la cama o de siquiera moverse, pero sabía que tenía que hacerlo. Suspiró y cerró los ojos por un par de segundos antes de sentarse y posar sus orbes avellana en el sobre beige que yacía sobre su escritorio.

Sobre que contenía una copia de la ecografía que se había realizado, dos semanas atrás, en la compañía de MinHo. La original, la tenía precisamente el moreno.

Sí, oficialmente, tenía dos meses de embarazo, su tiempo para tomar una decisión estaba a nada de llegar y él, aún no sabía que hacer.

—¡Lee TaeMin, se te va hacer tarde!— le gritó su madre al no verle aparecer por el comedor, no dejándole de otra más que apresurarse, tomar sus cosas y bajar al primer piso. Al comedor, en donde la comida, ya estaba servida.

No tenía hambre, pero aunque fuese así, debía comer. Y lo sabía. El doctor Park le había dicho que de no hacerlo pondría su salud en riesgo y eso, sólo ya no era una opción.

Muy rápidamente el aroma del pan tostado y el té de manzanilla, inundó su nariz, provocándole una sensación de malestar en el estómago pero no al grado de causarle náuseas.

A las que de hecho estaba empezando acostumbrarse. Y sí, de alguna forma extraña, había logrado contrarrestar estas mismas con las galletas saladas que Bum, le había dicho que comiera. Que por puro milagro, parecían ser demasiado efectivas, al menos, en su caso.

—Come bien...— le ordenó su madre, dejando al costado de su plato lleno de verduras, sus vitaminas y un vaso de agua. Mismas que Tae no dudo en llevarse a la boca sin réplicas de ningún tipo.

Comenzaba aceptar poco a poco la situación actual, aunque su cabeza aún fuera un caos total y el ambiente en casa siguiera demasiado tenso en todo sentido.

—¿Y TaeYeon?— preguntó curioso, pues está, ya no solía pasar mucho tiempo en la casa y eso lo hacía sentir mal porque sabía bien que era culpa suya.

Había lastimado a la chica de forma terrible y aunque su hermana no le había reprochado nada y al contrario, le estaba ayudando, no podía evitar maldecirse así mismo, todos los días. Sentirse mal y sobre todo, culpable al extremo.

SongKyun suspiró, ofuscada e irritada con la situación, la que no sabía, cómo manejar con exactitud. Últimamente los problemas habían estallado en su cara, uno detrás de otro sin un solo aviso de por medio.

—Ha salido hace unas horas... Creo que tuvo que hacer un trámite más...

—La especialidad en Japón— susurró TaeMin. Su madre asintió con la cebeza, llenando todo el comedor de un silencio sepulcral, en donde el único ruido que se percibia era el sonido del tenedor contra el plato que TaeMin tenía frente a él.

—Buenos días— HoWon saludó apenas puso un pie en la habitación, acomodandose aún el saco y la corbata.

—Buenos días...— le respondieron TaeMin y SongKyun al mismo tiempo. El hombre apenas miró a su hijo menor, solo rodó los ojos y bufó sonoramente. Estaba más que claro, que la presencia de Tae en la casa, le disgustada. Y mucho.

—¿Sigues aquí? Pensé que ya te habrías ido a clases, por eso bajé más tarde.

Tae fijó la mirada en su plato medio llenó y se mordió el labio inferior con fuerza, para no decir absolutamente nada. Ya no lo soportaba más. Las miradas juiciosas, las palabras hirientes y a veces hasta el ser ignorado. Le dolía. Muchísimo.

HoWon estaba siendo en verdad muy cruel con él. Y tal vez era su padre, el hombre que le había dado la vida y cuidado, pero recientemente todas sus acciones parecían, solo querer hacerle daño. Hacerle sentir mal.

Voces del Corazón [2min] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant