-- Amor, amor, amor. Chicos, él es mi amor. ¿Está bien así?

-- Oyeron, ¿no?

-- Parecen dos tontos enamorados. -- dijo Lara entre risas.


-- Cayeron en el hechizo del amor. ¡Pum, pum! Tenemos dos soldados caídos. -- Caio hablaba haciendo gestos como si lo estuvieran golpeando, llevándose la mano al corazón. Después de que se rieron un rato de él, volvió a comportarse con normalidad.

-- Eres un payaso. -- sentenció Diego.

-- Les juro que quisiera no tener que irme mañana. -- se lamentó Emma.

-- Me pasa lo mismo. Tener que volver a la rutina y al trabajo otra vez... -- coincidió Lara.


-- Tranquilas, volveremos a venir. -- dijo Caio.

-- Tu casa es muy bonita, Caio. -- lo felicitó Emma.


-- Gracias, mis padres también tienen una casa cerca de aquí; la verdad es que compré está para hacer fiestas, ja, ja, ja.


-- Se terminaron las fiestas. -- decretó Lara.


-- Ahora la jefa está a cargo. -- concedió él.


-- ¡Ya estoy imaginando la boda! -- dijo Emma, riéndose.

-- Y será pronto, no quiero que pase mucho tiempo. -- agregó Caio.

-- Ah, ¿y tú eres quien decide? -- Lara lo peleó.

-- Sí, ya está decidido.

-- ¿Y sabes si yo quiero?


-- Vamos a la habitación y veremos sí no gritas diciendo que aceptas.


-- ¡Caio! -- le gritó, mientras le daba golpes con las manos.



-- Sí, quiere, Caio. -- dijo Emma, divertida.



-- ¡No hay tiempo que perder!


-- Tienes todo planeando. -- siguió Lara.



-- Y ya me decidí por los niños también: quiero tres, para empezar.


Al oír esto, Lara se atragantó y Emma corrió a ayudarla. Se había puesto roja por la tos, pero pronto se recuperó.



-- Llamen a un doctor para que vea a este hombre, porque hoy se está comportando de forma muy extraña.



-- Se quiere quedar viudo antes de casarse. -- bromeó Diego.



-- Sí me muero vendré a tirarte del pie por la noche cuando vea que estás con otra mujer. -- amenazó Lara.



-- No digas pavadas.


-- No lo traumes. -- dijo Emma.


-- Hermoso. -- le dijo Lara a Caio.


-- ¿Y si vemos una película? -- propuso  él.


-- Bueno, ¿quién elige? -- dijo Emma.



-- Yo, no sea cosa que las deje elegir y pongan una romántica. -- replicó él.



-- Qué dices, si tú también miras de esas cuando estás en tu casa. -- lo provocó Lara.




-- ¡Cállate!



Todos rieron. Al final, Caio puso una película de suspenso. Cuando había una escena que les daba miedo, las chicas se cubrían los ojos; los chicos se reían de ellas y ellas volvían a mirar. La película duró casi dos horas y, cuando terminó, sirvieron la cena, comieron y salieron afuera. Ya todos se habían duchado y estaban bebiendo y escuchando música.



Diego tomó a Emma y la llevó de la mano hacia la playa. La noche era hermosa y estrellada y mientras caminaban por la playa sentían la arena en los pies y el viento en el rostro. Diego la abrazó, fue hasta la orilla del mar y dejó que el agua mojara sus pies.


-- Cada día estoy más seguro de que es a ti a quien quiero. Eres maravillosa, te quiero en mi vida para siempre.


-- ¿No tienes miedo?


-- Contigo todo es distinto; al principio tenía miedo y creo que eso quedó claro, pero tú eres totalmente diferente, tienes una actitud distinta a la que tienen otras: hablas con los chicos manteniendo siempre el respecto, sabes hablar, comportarte, eres educada, simpática, comprensiva... Me haces sentir cada vez con más certeza que eres la mujer de mi vida.



-- ¿Incluso con lo que pasó hoy?


-- Sí, porque bailaste, bebiste, te divertiste, pero no le diste confianza ni buscaste la atención de ningún hombre.


-- Porque no es así.


-- Soy muy celoso, lo siento si fui grosero contigo.


-- Sé que aún estamos comenzando, pero te pido que confíes en mí. Me gustas, quiero estar contigo; nunca te engañaré ni te haré sufrir.



-- Lo sé, lo estoy intentando.



-- Con el tiempo llegaremos al cien por  ciento.



-- Quiero ser tu pareja, tu novio, tu prometido, tu marido, el padre de tus hijos, andar de la mano, ser tu amigo, compañero, consejero, tu jefe. -- bromeó Diego y continuó, serio. -- Quiero ser tu pilar, tu cimiento, quiero ser todo lo que buscas y nunca dejar de serlo. Me haces muy feliz y quiero vivir así para siempre: tú me hiciste ver que puedo volver a amar, que hay alguien diferente, que puedo ser feliz y volver a estar completo. Antes estaba seguro de que amaba mi matrimonio, mi vida, a mi ex esposa. Quizás éramos felices, pero no creo que hubiera amor. No diré que te amo tan pronto, porque ni yo mismo lo creería, pero la felicidad que siento contigo es inexplicable, es totalmente diferente a la de antes. Hoy estoy seguro de que no es el tiempo, los años, el momento, sino la persona. Eres todo para mí y para nuestra familia, que puedo llamar nuestra. No nesecito nada más, solo a ti conmigo en todo momento. ¿Quieres ser mi novia?



Emma lo miraba hablar con una sonrisa. En un momento, se le escapó una lágrima y él se la secó y siguió hablando. Su deseo se estaba haciendo realidad: un amor sincero y verdadero.


-- ¿Hace falta que responda? Claro que quiero, mil veces sí.


Diego sonrió y sacó una caja del bolsillo. Ella quedó atónita y emocionada. Él la miró, sonriendo al ver su expresión, y le puso el anillo en el dedo. Ella hizo lo mismo y miró el anillo en su dedo.


-- Dios mío, es perfecto, Diego.


-- Me alegra que te guste.


Ella lo miró con mucha ternura y él la besó con cariño. La brisa hacía que las olas les mojaran los pies mientras sellaban  con un beso esa pasión que los incendiaba.











Lo siento si me demoro en actualizar los siguientes capítulos.

Hasta aquí el capítulo 42.

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Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Where stories live. Discover now