Capítulo 42

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Al final de la tarde regresaron a la casa. Los chicos se quedaron en la piscina y Lara y Emma se fueron a duchar.


Mientras Diego y Caio seguían en la piscina con los chicos, ellas se acomodaron en el sofá de la sala. De repente, a Lara se le ocurrió la idea de hacer fondue, así que fueron a la cocina a prepararla y cuando estuvo lista, volvieron a la sala y la dejaron sobre la mesa de café. Emma tomó dos colchones individuales y los puso en el suelo para que se recostaran; Lara puso música tranquila y comenzaron a comer y a conversar.


--¿De verdad no me vas a decir dónde trabajas? -- inquirió Lara.



-- Trabajo para Diego, pero no se lo podía decir a nadie. Me contrató para ser la madre de su hija y debía pagar una multa si no respetaba la confidencialidad.

-- ¡Qué mal!

-- La verdad es que sí. Lo siento.

-- ¿Y ahora puedes hablar del tema?

-- No lo sé, pero ya no quiero ocultártelo.

-- No sé lo diré a nadie.

-- Gracias.

-- ¡Quiero conocer a <<mamá Emma>>!

-- Ja, ja; no seas tonta. Lo peor es que me encariñe demasiado con ella, es muy dulce.

-- Me alegro de que estés feliz, y ahora entiendo por qué Diego se está comportando como un santo.


-- Estamos viendo si funciona, no quiero apresurarme. -- respondió Emma, divertida.



-- Te entiendo.



-- Hola, chicas. -- interrumpió Pedro.


-- Hola. -- lo saludó Lara.

-- ¿Puedo acompañarlas?


-- Siéntate.

-- Perdona por lo de ayer, Pedro, fui un poco grosera. -- se disculpó Emma.


-- Está bien, perdón por la insistencia.

-- Bueno.


-- ¿Amigos? -- preguntó él.


-- Por supuesto.


Él le dio un abrazo y, justo en ese momento, los chicos aparecieron en la habitación.


-- ¿Qué tal está el chocolate? -- preguntó Diego.

-- Vayan a darse una ducha y después pueden probarlo. -- le respondió Emma.

-- ¡Ay! ¡De acuerdo! -- obedeció Caio.

Emma notó la mirada de enojó de Diego antes de que subiera la escarela. Cuando volvieron a bajar, luego de ducharse, Pedro ya no estaba. Se sentaron en los colchones al lado de ellas, pero Diego se ubicó un poco alejado. Emma se acercó.

-- ¿No vas a comer? -- le preguntó.

-- No.

-- Amor, mírame.

-- ¿Cómo me llamaste? -- Diego no pudo ocultar su reacción.

-- Amor de mi vida. Quiero que aprendas a confiar en mí, Pedro sólo vino a disculparse y por eso nos abrazamos.

-- Está bien. Ahora repíteme lo anterior.

-- ¿Escuchaste la explicación?

-- Escuché, y estoy tratando de confiar. Ahora dilo de nuevo.

Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Where stories live. Discover now