Al final de la tarde regresaron a la casa. Los chicos se quedaron en la piscina y Lara y Emma se fueron a duchar.
Mientras Diego y Caio seguían en la piscina con los chicos, ellas se acomodaron en el sofá de la sala. De repente, a Lara se le ocurrió la idea de hacer fondue, así que fueron a la cocina a prepararla y cuando estuvo lista, volvieron a la sala y la dejaron sobre la mesa de café. Emma tomó dos colchones individuales y los puso en el suelo para que se recostaran; Lara puso música tranquila y comenzaron a comer y a conversar.
--¿De verdad no me vas a decir dónde trabajas? -- inquirió Lara.
-- Trabajo para Diego, pero no se lo podía decir a nadie. Me contrató para ser la madre de su hija y debía pagar una multa si no respetaba la confidencialidad.
-- ¡Qué mal!
-- La verdad es que sí. Lo siento.
-- ¿Y ahora puedes hablar del tema?
-- No lo sé, pero ya no quiero ocultártelo.
-- No sé lo diré a nadie.
-- Gracias.
-- ¡Quiero conocer a <<mamá Emma>>!
-- Ja, ja; no seas tonta. Lo peor es que me encariñe demasiado con ella, es muy dulce.
-- Me alegro de que estés feliz, y ahora entiendo por qué Diego se está comportando como un santo.
-- Estamos viendo si funciona, no quiero apresurarme. -- respondió Emma, divertida.
-- Te entiendo.
-- Hola, chicas. -- interrumpió Pedro.
-- Hola. -- lo saludó Lara.
-- ¿Puedo acompañarlas?
-- Siéntate.
-- Perdona por lo de ayer, Pedro, fui un poco grosera. -- se disculpó Emma.
-- Está bien, perdón por la insistencia.
-- Bueno.
-- ¿Amigos? -- preguntó él.
-- Por supuesto.
Él le dio un abrazo y, justo en ese momento, los chicos aparecieron en la habitación.
-- ¿Qué tal está el chocolate? -- preguntó Diego.
-- Vayan a darse una ducha y después pueden probarlo. -- le respondió Emma.
-- ¡Ay! ¡De acuerdo! -- obedeció Caio.
Emma notó la mirada de enojó de Diego antes de que subiera la escarela. Cuando volvieron a bajar, luego de ducharse, Pedro ya no estaba. Se sentaron en los colchones al lado de ellas, pero Diego se ubicó un poco alejado. Emma se acercó.
-- ¿No vas a comer? -- le preguntó.
-- No.
-- Amor, mírame.
-- ¿Cómo me llamaste? -- Diego no pudo ocultar su reacción.
-- Amor de mi vida. Quiero que aprendas a confiar en mí, Pedro sólo vino a disculparse y por eso nos abrazamos.
-- Está bien. Ahora repíteme lo anterior.
-- ¿Escuchaste la explicación?
-- Escuché, y estoy tratando de confiar. Ahora dilo de nuevo.
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Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]
RomanceDiego fue abandonado por su esposa y ahora necesita una mujer para que sea la madre de Isadora, su pequeña hija de 3 años. Si quieres saber más ven y descúbrelo y si te gusta no te olvides dar tu votó y seguirme para más novelas. ¡UNA MADRE POR CONT...