Sin embargo, estaba bien así. A fin de cuentas, la tenía a ella conmigo, aquí. Eso era suficiente.

—¿Recuerdas lo que te dije hace unos meses sobre la saga que había terminado de escribir? —Estela esperó a que yo asintiera para seguir hablando—. Bien, hay una editorial muy, pero muy grande interesada en la saga y...creo que voy a aceptar, quiero aceptar. Recibí la propuesta ayer, sólo que no te había dicho nada. Recuerdo que antes miraba esa editorial cómo imposible, y que ahora se hayan interesado en mí es…Irreal.

—¿"Crees"? ¿No estás segura?

—Quiero, pero quizás no sé…¿Qué tal si la saga no es aceptada por los lectores? —Mordió su labio con inseguridad y su tono de voz sonó desanimado—. Todo lo que he escrito hasta ahora es juvenil, romance. Y esa saga es fantasía, algo diferente. Tal vez yo deba dejar esos libros sólo para…

—No, no —la interrumpí—. Mira, si no vas a publicar esos libros, que sea por otra cosa, no porque te sientas insegura. Eres suficiente, y lo mereces, mereces todo esto. No pienses en si va a gustar o no, sólo deja que fluya.

Estela se giró, aún con mis manos en su cintura. Ella quedó al frente de mí y me miró cómo si...joder, no sabría cómo describir esa mirada, pero era una de esas que me dejaban con el corazón latiendo a gran velocidad.

Inclinó su cabeza y me miró directo a los ojos.

—Quiero creer que no lo dices sólo porque eres mi novio.

"Eres mi novio" sonaba tan bien con su voz.

—Ya sabes, dicen que el amor es ciego.

Pasé saliva por mi garganta y carraspeé, sin embargo la risa invadió mis próximas palabras.

—Me perdí en "eres mi novio" —bromeé—. ¿En serio crees que te mentiría?

Estela levantó sus manos en el aire, jugando a qué se yo. Ella intentaba que la sonrisilla no se le escapara.

—Quién sabe.

—Pues déjame decirte que nunca, pero nunca te mentiría. Espero que le digas que sí a esa editorial, si es que así lo quieres. Y a tus lectores les va a encantar la saga, será algo diferente a lo normal.

Estela no me respondió, simplemente tomó el cuello de mi camisa blanca y me acercó a ella, no esperó ni un segundo más para juntar sus labios en un choque dulce, donde los roces fueron lo primero que predominaron. Eran ese tipo de veces donde sientes que estás en una nube, ya sé que ese ejemplo estaba terrible, así para describirlo mejor: besar a Estela era como estar en el paraíso.

Ella era así, le gustaban los besos dulces, esos traían risitas de por medio, caricias románticas y básicamente de esos donde no importaba nada más que transmitir sentimientos, que decirte "te amo" a través de una acción.

Pero de vez en cuanto, Estela optaba por los besos descontrolados, dónde su labial quedaba plasmado en mi boca y sus labios ardían por lo hinchado, aquellos besos llenos de deseo que terminaban en…

Okey, muchos detalles.

Con Estela podía reírme por horas, hablar toda la noche sobre cosas anormales, salir a bailar bajo la lluvia, gritar «te amo» en el balcón de su apartamento, llorar, desahogarme, hablar sobre lo que me lastima, sobre lo que me hace feliz, ver películas por horas, escuchar música hasta tarde, tener sexo y después acurrucarnos en la cama para dormir abrazados, hablar de la muerte, de la vida, de los problemas mentales, entre otras mil cosas.

La morena se rió contra mis labios y dejó de besarme, seguido a eso colocó sus manos en mi pecho y me empujó un poco; realmente no lo hizo con fuerza, pero yo me aparté para ver qué hacía.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now