★CAPÍTULO 35

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"Está bien no estar bien"

ESTELA TESSIER

Ese tema no me había afectado en años, simplemente lo ignoraba por mi salud mental y pretendía que todo estaba bien, al menos así era en mi mente. Esas palabras tan crudas fueron inevitables de escuchar, sus palabras.

Me sentía como ese día: mi voz agotada de gritar que me creyeran. Mis párpados caídos de la ansiedad. Mi pecho se aceleraba cada vez que mencionaban algo del tema.

Dejé de llorar desde hace un buen rato, pero aún así seguía en los brazos de Hades, sin moverme ni decir nada.

—¿Quieres que baje a hablar con mi papá?

—No —respondí en seco—. ¿Puedo quedarme a dormir? Disculpa el...abuso de confianza. No quiero que mi mamá me vea así —expliqué con pocas esperanzas de que sí lo permitiera.

Mi mamá era muy sensible, se preocupaba demasiado y se entristecía por cada cosa mala que me pasara. Ella era así, como si fuéramos solo una persona y ella podría sentir todo lo que yo siento. Muchas veces trataba de hacerse fuerte, pero después miraba y escuchaba como lloraba encerrada en su cuarto.

Por esa razón me estanco en lo mismo.

Por el rabillo del ojo observé todo a mí alrededor mientras esperaba su respuesta. Las paredes eran de un simple y limpio color gris claro, en aquellas yacían posters de bandas y uno que otro dibujo abstracto, otros eran fotografías.

Pero había una pared llamativa, esa se llevaba la atención de cualquiera que lo viera: neón, la pintura en ella era neón. No se podía diferenciar una forma exacta, eran manchas de diferentes tonos.

—La pinté yo —inició Hades al ver que me la quedé viendo. Avanzó hasta la pared y con su dedo trazó una de las líneas verde fósforo—. Cuando la hice estaba en un momento...difícil.

—¿Cuándo pasó lo de…?

—Hela, sí —me confirmó.

Eso era una muestra hermosa del arte que puede hacer un corazón roto.

—Puedes quedarte —suspiró—, no hay problema.

Murmuré un «gracias» y me acerqué a él, quedándome a su lado con la mirada inyectada en tantos colores llamativos.

La habitación resaltaba por su sencillez, no había mucho, pero tampoco tanto; había lo necesario.

En un punto creí que lloré demasiado, pues sentía mi pecho seco y contraído, mis ojos irritados y cansados, mi rostro húmedo por las lágrimas caídas. No recordaba la última vez que lloré con alguien al frente, alguien que no sea él.

—Eres muy fuerte, Estela...demasiado.

¿Por qué eso sonó como si ya lo supiera todo?

Hades dejó al aire una de sus risas irónicas, esas que guardaban tanto detrás. Muchas veces esas risas son para que la situación no se vea tan gris, tan entristecida.

—Si yo fuera tú, no seguiría aquí. No soy tan…

—Tienes tanta fortaleza como yo, Hades.

Me sentía tan pequeña en esos grandes problemas, tan consumida y agotada. Suelen decir que el pasado es pisado, ya no volverá así que es mejor olvidar las cosas malas. Pero ¿Cómo voy a olvidar algo que me persigue constantemente?

—Tus problemas son más grandes —dijo y de inmediato hice un mohín, sacudiendo la cabeza—. Yo no debería de quejarme tanto.

—Las personas se ahogan en mares de diferentes intensidades, que nuestras aguas sean diferentes no significa que uno esté más a salvo que el otro —volteé la cabeza en con ella mi torso de igual forma, quedando al frente de él—. Deja de minimizar tus problemas...o compararlos con los de las demás personas.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now