[Oh, Force]

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#Día01 

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La Fuerza es un campo de energía que conecta a todos los seres vivos en la galaxia.

Existe entre nosotros invisible y desconocido para el ojo de muchos, pero es de vital importancia para que la vida se mantenga aún después de nuestra partida.

Luke Skywalker había recorrido toda la galaxia entrenándose y buscando sin descanso para descubrir cada uno de los secretos de la fuerza.

Desafortunadamente gracias al imperio no quedaba mucha información a la cual poder acceder.

El Emperador se había encargado de robar y destruir casi todo registro sobre la orden Jedi por temor a que alguien quisiera derrocarlo.

Se había apoderado de todo el conocimiento posible para perpetuarse en el poder.

Cuando impides el crecimiento intelectual y son suprimidos los derechos de tus enemigos es más sencillo someterlos a tu voluntad.

Con Palpatine muerto, se había convertido en una galaxia a ciegas y sin orden.

Por eso estaba tan determinado a traer claridad en la oscuridad.

La orden Jedi debía ser restituida.

Pero aún con la guía de sus antiguos maestros como fantasmas de la fuerza no era suficiente para obtener un mejor registro.

Quizás ser  El último Jedi  no era un título tan grandioso como muchos creían.

Debía compartir ese conocimiento a las futuras generaciones.

Luke sabía que para alcanzar su meta, necesitaría de mucha, mucha ayuda.

Por fortuna, un Skywalker siempre podía contar con un par de manos extras.

Literalmente.

Luke siempre había sido bueno con la mecánica, había aprendido que los droides eran bastante útiles cuando realmente son empleados para un bien común y no por un deseo egoísta.

Considerando que posiblemente estaría rodeado de niños pequeños, adolescentes y adultos usuarios de la fuerza que desconocían por completo los límites y capacidades de sus habilidades era mejor no estar rodeado de muchas personas.

Así se evitarían malos entendidos y posibles accidentes.

Lo menos que quería era sembrar el miedo colectivo.

Aún con todo lo que había aprendido, y entrenado sus poderes aún seguían creciendo.

Con el tiempo pensó que había alcanzado por fin sus límites.

Ese conocimiento fue un alivio para sus temores, el cual le duró poco.

—¿Embarazado?. —Repitió como si el hecho de escucharlo seis veces no fuera suficiente.

—Así es señor, usted está embarazado. —Le respondió con voz neutra el droide médico.

—Debe de haber un error. —Trató de mantenerse calmado el rubio.

—No hay error en mis diagnósticos amo Luke, usted revisó mi programa el cual está lleno de vastos conocimientos en la estructura biológica de los seres vivos. Según mis resultados, usted está embarazado.