XVIII - Vistazo General

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A la mañana siguiente, Agoney despertó despatarrado en la cama, casi sin importarle el horrible sonido del animal desgañitándose. Casi.

Se estiró entre cortos gemidos de comodidad y, antes de abrir los ojos, sonrió recordando la tarde anterior. Raoul le había perdonado, le había dicho que le quería en su vida y, aunque no habían aclarado exactamente el qué, estaban empezando algo, un camino juntos.

Lo único malo en ese momento era que no había ningún cuerpo junto a él en la cama, nadie al que abrazarse al despertar y a quien darle un buen beso de buenos días; pero al fin y al cabo habían dicho que irían despacio, puede que amanecer juntos y hechos un nudo de extremidades fuera demasiado íntimo... o también puede que fuese demasiado tarde y Raoul hubiera tenido que bajar ya a trabajar.

Estiró el brazo para coger el móvil de su mesilla y comprobó la hora viendo que, ciertamente, era un poco tarde; en el sentido de la granja, para él seguía siendo bastante pronto. Pero cuando se incorporó para apoyar la espalda en la pared y trastear un poco con las redes sociales, observó que había una nota en el mueble de su derecha. Con el ceño algo fruncido volvió a estirarse para coger el papel.

"Si te levantas demasiado pronto y te sorprende no verme ahí, no entres en pánico. He salido un poco antes, trabajar me ayuda a asentar las ideas y tengo que seguir procesando todo lo que pasó ayer, y bueno, todo lo que ha pasado desde que llegaste. Nos vemos luego. Raoul".

Agoney sonrió de lado, al parecer ninguna de sus suposiciones había estado desacertada, pero era lo lógico. Tras dejar el papel volvió a coger el móvil y le mandó un mensaje a Ana diciéndole que todo iba bien allí y que le llamase cuando se despertara.

Aunque sabía que no tenía nada que hacer, tampoco le parecía bien quedarse durmiendo hasta tarde mientras el resto trabajaba, así que fue al baño y bajó a desayunar con Laura y Roberto.

—Buenos días, ¿has dormido bien?

—Mucho —confirmó algo vergonzoso.

—Y nosotros pensando que habías vuelto porque te habías encariñado de nosotros.

A punto estuvo de verter el café en la mesa cuando las palabras llegaron a sus oídos.

—Eh... yo... o sea, todos me habéis ayudado mucho y...

—Tranquilo, que es broma —le cortó Laura al ver como se ponía rojo—. Me alegro de que todo esté yendo bien.

—¿Qué vas a hacer hoy?

—Pues había pensado ir por el pueblo, conocerlo un poco más y eso.

—Es una gran idea, espero que lo disfrutes.

Cuando ya iba por el camino de salida de la finca, una voz llamó su atención y se giró para ver a Aitana que le saludaba a lo lejos, con una sonrisa en la cara y al lado de Raoul, que renegaba con la cabeza. La chica le dio un pequeño codazo y él le saludó también con un gesto y un guiño antes de alejarse con Roma a su lado.

Agoney rio por lo bajo y continuó su camino.

—¿Me vas a decir por qué has salido de la casa de los jefes esta mañana? —le había preguntado Aitana a Raoul unas cuantas horas antes con bastante retintín.

—¿Cómo lo sabes? He salido más temprano de lo que sueles llegar.

—Javi estaba por aquí y me lo ha comentado.

—¿Javi? —cuestionó con una ceja alzada.

—Aquí todos somos igual de cotillas, no te sorprendas.

—No lo hago, mientras que no me tratéis como una paria podéis cotillear cuanto queráis.

—Ni que estuviéramos en una telenovela, chico. Ahora cuéntame...

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