En el mundo había una parte de esa chica que utilizaba las palabras como método de desahogo.

Cada uno de los lectores que yacían en el auditorio pasaban por la mesa, para que les pudiera firmar el libro y tomarnos una foto, me sorprendió el hecho de que la mayoría me había llevado obsequios.

Mi pluma de tinta negra se deslizó por la primera hoja del libro, y en conjunto dejé una frase de agradecimiento a la chica frente a mí, esperando a que terminara de firmarle el libro. Al terminar le sonreí y deslicé el libro sobre la mesa para dejarlo cerca de ella, tomó el libro y aún no se retiraba, más bien lo abrió y pasó las hojas.

Sus ojos marrones me observaron con cautela y una pequeña sonrisa de nerviosismo.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro, adelante —le respondí, amable.

—¿Tienes novio? La segunda dedicatoria me dejó pensando. Disculpa si me meto en tu privacidad.

La segunda dedicatoria.

Por ser un libro tan personal, le coloqué dos dedicatorias.

—La segunda dedicatoria es para una persona que en algún punto de mi vida fue especial. —Sonreí recordando a ese chico.

Porque era así, un recuerdo.

—¿Y qué pasó con esa persona?

—El destino nos tenía planes diferentes.

La chica asintió y cambió de tema, se acercó a mí para tomarnos la foto y luego se fue, dándole lugar a un chico bastante simpático.

Así pasaron unos minutos más, hasta que solamente quedó un pequeño grupo de lectores. Ya era de noche, pero no quería irme y dejar a ese grupo sin firmar. Pasó uno a uno, y el último fue un chico alto que ni le vi la cara por estar apurada. Sólo quedábamos nosotros dos en el auditorio, más gente de la editorial y guardias de seguridad, simplemente le firmé el libro rápido, se lo entregué y en eso lo escuché hablar.

"Para la persona que me enseñó cómo se siente realmente estar enamorada" —leyó la segunda dedicatoria y de inmediato mi mirada subió a él, quedándome estupefacta. El pelinegro sonrió de lado y esos ojos verdes que cayeron sobre mí, brillaron—. ¿Quién es?

Él...

Hades.

¿Qué hacía él aquí?

Me mantuve rígida, tragué saliva y mis ojos azules lo escanearon cómo si fuera alguien extraño. Seguía igual, físicamente, digo, sus facciones se veían más marcadas, pero nada de él había cambiado, además de tener un cuerpo más trabajado. Hades se veía cómo cuando lo abracé por última vez en el bosque.

Era para él. La dedicatoria era para él.

Pero sinceramente no pensé que lo volvería a ver.

—¿Estás ocupada?

Negué con la cabeza, aún sin encontrar las palabras perfectas.

—Al lado hay un restaurante, yo pago.

Asentí y le dije que me esperara porque la organizadora del evento me estaba llamando. Después de unos minutos, sin poder creerlo, volví con él. Salimos del auditorio hacia la calle, y sí, tenía razón, al lado había un restaurante.

Hades no dejaba de mirarme, su lenguaje corporal gritaba a los cuatro vientos que quería abrazarme, pero yo no sabía qué hacer, actúe con indiferencia. No es que no estaba emocionada, sino que no sabía cómo reaccionar.

Un beso bajo las estrellas ©✓Where stories live. Discover now