—¿Sí? —pregunto esperanzado. Mi hyung asiente profundamente sin mirarme. Eso está bien, ¿no? Quiere decir que está enfadada con el mundo, no conmigo específicamente...

¿Y a mí qué más me da? Que esté cabreada con quien le dé la gana.

—¿No se suponía que tu princesa no existía para ti? —inquiere mi amigo, entornando los párpados cuando paso los ojos de la puerta de Sonje a él—. Mirarla es como mirar al yeso de la pared, ¿no?

—¿Puedes parar de llamarla princesa? Qué cosa más cursi —me quejo incómodo.

—¿Cómo quieres que la llame, entonces?

—No sé... ¿por su nombre? Que para algo se lo pusieron sus padres, digo yo —masco (un poco rallado) a la que me pongo delante del escritorio, ocupando el espacio en el que antes estaba Sonje—. Estaría bien que dejaras de decirle cosas como preciosa, ricura, cariño y ese tipo de mierdas también.

—¿Por? —cuestiona con una sonrisa maligna—. ¿Te molesta?

—¿Qué me va a molestar? Es que suenas como un pervertido cuando llamas a la gente de esa manera, te lo aconsejo por tu propia reputación.

—Pfff, con lo que me preocupa a mí mi reputación —suelta sarcástico—. Esos motes me han ayudado a ligar más de lo que tú vas a hacerlo en la vida, Jungookie; antes me corto un dedo que dejar de usarlos...

—¿Los usas para ligar? —repongo molesto—. ¿Eso que se supone que quiere decir, entonces? Si los usas con Sonje...

—A ver... dejando ese temita de lado... —me corta con voz rutinaria—. Tienes prácticas toooda la tarde con pieles sintéticas, Jungookie; hoy no vas a tener la potra de hacerle tatuajes a ninguna tía buena semidesnuda.

—¿Toda la tarde? —pregunto preocupado. Tenía la intención de insistir con eso de los motes, pero el tema de llegar tarde me perturba más de lo que lo hace que mi hyung sea un pervertido—. ¿Pero a qué hora salgo? Esta noche tengo lo de la presentación y no puedo faltar.

—Tranquilo, tienes tiempo de sobra. Namjoon te ha puesto cuatro horas de práctica y dos de acompañar a otro tatuador; hoy te toca con el de las preguntas: Taehyung. Oye, ¿sigo sin estar invitado a la fiestecita? —insiste otra vez.

Qué pesado es... Como si yo tuviera que ver algo en eso.

Hyung, yo solo cumplo lo que Yoongi me dijo —me excuso sinceramente—; no te creas que a mí me apetece mucho estar ahí encerrado para que me paseen como a un mono de feria.

—Por lo menos tú tienes sponsor, no tengas los cojones de quejarte encima —murmura sin casi separar los labios—. Yo no he perdido ni una vez y todavía estoy sin patrocinador...

—Lo conseguirás dentro de nada, estoy seguro.

Mi hyung no parece tan convencido como yo en ese aspecto. Pero lo digo muy seriamente: Jimin tiene todo lo que hace falta para llegar a ser de los mejores... Incluso para llegar a ser profesional. Soy incapaz de entender cómo yo he conseguido un sponsor tan pronto cuando él es mil veces mejor que yo en eso de dar espectáculo, en ganarse a la gente y en hacer que apuesten por él. Supongo que he tenido suerte, sin más.

Jimin está un poco más atado que yo en el tema de los horarios, porque, mientras que puedo aprovechar varias horas de la mañana para ejercitarme, a él le toca quedarse hasta la tarde en la recepción. Lo bueno es que sale antes... No sé cómo vamos a hacer para dar clase con Hobi con este horario tan raro, pero ya nos buscaremos la manera. No sería la primera vez que entreno por la noche porque es el único hueco de mi entrenador después del trabajo.

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