9.- De boca en boca y tiro porque me toca

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Llevo una marcha encima que ni en mi más tierna adolescencia. Esta gente sí que sabe divertirse.

Estamos todos reunidos en la sala principal (la de la discoteca), y digo todos porque, literalmente parece que todo Seúl está aquí metido; aunque yo más que nada con quien estoy es con el rubio y con el coloso.

—¡Sonje, dale! —me anima Jimin (que resulta ser un tío de puta madre, a pesar de la primera impresión que me dio), pasándome otro vaso mientras bailotea de camino a mí.

El chaval tiene un control de su cuerpo impresionante. Por si no me había quedado claro solo al verle luchar, también baila bastante bien; creo que le estoy empezando a pillar un poco el rollo, porque en el ratito que hemos pasado aquí ha bailado conmigo... y con ocho más.

La impresión que me ha dado ver ese combate me ha debido dejar la cabeza un poco ida, porque me lo estoy pasando de diez. Encima, todo nos está saliendo gratis; invitan a Jimin a cada ronda que pide, y, según me ha explicado el coloso, nuestros beneficiarios de borrachera no son otros que los que apostaron por el rubio, que, claro, están entusiasmados de que les haya hecho ganar una buena pasta. Jimin parece en su salsa con eso de ser el "campeón de la noche", porque cada vez que alguien se dirige a él con ese título se le ilumina la cara.

Hace un rato me han presentado a un chico alto, vestido de esmoquin, que se ha acercado a ellos como si tuvieran muchísima confianza: el presentador. El coloso ha dicho que se llamaba Seokjin, y a mí me ha presentado como su tatuadora... Me ha hecho bastante gracia, porque parte de razón tiene, pero supongo que era más bonito decir eso que: "esta es la chica que he tenido que estar acosando porque vio algo que no debía haber visto hace dos semanitas y pico".

Una cosa que me sorprende, incluso aunque yo misma esté aquí, es la cantidad de chicas que hay; creía que este tipo de espectáculos estaban dirigidos a seres hasta arriba de testosterona, pero por lo visto me equivocaba.

—Oye, coloso, ¿y todas esas chicas? ¿Son fans o apuestan?

—¿Eh? Nada de eso —repone, negando con la cabeza—; son luchadoras... obviamente.

—Ah... —dejo escapar, con una cara de imbécil que me da vergüenza ajena. De verdad que me siento estúpida, ni siquiera se me había pasado por la cabeza que todas esas chicas pudieran ser luchadoras también. Los prejuicios y las ideas preconcebidas que tengo acerca de todo este mundillo poco tienen que ver con la realidad según parece—. Pues a alguna de esas podría pegarle una paliza —sugiero con sorna, haciendo que el coloso carcajee.

—Sííííí... seguro, Sonje; se te ve muy en forma... ¿Cuánto dices que has bebido?

—Tengo más fuerza de la que aparento, ¿vale? —repongo ofendida, dándole un manotazo en el brazo para que deje de reírse de mí.

—Permíteme que lo dude... Mira el bracito que tienes —señala, agarrando mi muñeca para alzarla—, yo no veo mucho músculo por aquí.

—El músculo no lo es todo, coloso —murmuro resabida, mirándole con prepotencia—; hay que tener más técnica que fuerza.

El chico sonríe y alza una ceja mientras sigue con la espalda apoyada contra la pared; se ha plantado ahí en cuanto hemos llegado a esta sala, y no ha hecho ni el amago de bailar, de ir a hablar con nadie, de beber... Nada. Aunque parece que se lo está pasando bien igualmente, porque no deja de sonreír mientras mira alejado cómo Jimin se lo pasa en grande. Y, bueno, ahora me sonríe a mí, así que quiero pensar que algo se divierte conmigo también.

—¿Y qué técnica tienes tú?

—Uhhhh, ni te lo imaginas —murmuro, alzándome un poco sobre las puntas de los pies para poder decirlo lo misteriosa que necesito y que se entere a pesar del jaleo que hay aquí montado—. ¿Por? ¿Intrigado quizás?

Inked KnockoutWhere stories live. Discover now