𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟑: 𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊, 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐

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—A mí no me hace falta dinero para tener orgullo.

—Para tener orgullo hace falta que alguien esté orgulloso de ti y te puedo asegurar que tú jamás has hecho sentir orgulloso a nadie.

Por mucho que me doliesen esas palabras, mi padre no mentía. No había tenido a nadie a quien hacer sentir orgulloso. Yo era la hija secundaria hasta que me fui con diecisiete años, entonces desaparecí de sus vidas y les quité un peso de encima. Yo era la escoria que nunca llegaría a nada, que acabaría embarazada de un borracho en El Paso y viviría con quince personas en un piso.

Por muchos logros que consiguiese, jamás hubiese logrado hacer que se sintiesen orgullosos de mí, porque para estar orgulloso de alguien primero tienes que querer a esa persona. Te tiene que importar, tienes que implicarte en su vida y yo solo tenía una maleta rosa descascarillada y a mí.

"No llores. No llores. No llores. No se merecen ni una lágrima. Llorar significa que te importan. No llores. No llores. Olivia, no llores", me repetía mirándome al espejo del baño. Conseguí retener las lágrimas en los ojos y las eliminé absorbiéndolas con la punta de un trozo de papel antes de que cayeran por mi maquillaje.

—Olivia, ¿estás ahí? —La voz de Noah resonaba por todo el baño.

—Sí.

—¿Puedes salir un momento? —Fruncí el ceño al escuchar el tono.

—¿Qué necesitas?

—Es sobre la cena con tu hermana. Me invitó a cenar y no sé qué me pondré.

Abrí la puerta del baño y ella estaba apoyada en la pared, mirándome con la cabeza echada hacia un lado, esperando a que le diese la solución a todos sus problemas sin saber los muchos que tenía yo.

—Ponte un traje. El traje verde esmeralda con una camisa blanca abierta hasta la mitad. —Metí mi pintalabios en el bolso. Ella se levantó de la pared, acompañándome hasta la salida.

—¿Crees que le gustará? —Era como un pequeño perro curioso que me perseguía en busca de respuesta con cara inocente.

—A Dafne no lo sé, pero a mí sí.

Me acerqué al espejo del lavabo con ella detrás de mí. No me quitaba ojo, me miraba a través de mi propio reflejo en el cristal y me sentí escudriñada y casi estudiada. Le devolví la mirada mientras me repasaba el lápiz de ojos frente al espejo, observando su camisa azul metida por el pantalón del traje, los dos últimos botones abiertos, mangas recogidas hasta los codos y la pulsera plateada que rozaba la vena de su muñeca. Se acarició el labio inferior con el pulgar mientras me observaba en un acto dudoso, pero que me permitió apreciar las venas de su mano y sus dedos largos.

—Sé que he hecho algo malo, pero no sé el qué —masculló, dejando caer los hombros con un suspiro—. Estábamos tan cerca el día del jacuzzi y de repente estás a kilómetros de mí. Intento ser tu amiga, pero no estás. ¿Qué he hecho?

—No es por ti, cielo. —Le di una suave caricia en el antebrazo. Bajé la mirada a mi neceser, sacando el pintalabios—. Hay muchas cosas en mi vida además del trabajo.

—¿Es tu familia?

Hice una pausa de un par de segundos antes de que el pintalabios tocase mis labios, pero me obligué a asentir, coloreando mis labios al fin.

—Bueno, tienes que contarme al menos qué ocurre para no sentirme fuera de lugar todo el tiempo.

—No tienes que saber nada, Noah. —Froté mis labios entre sí y guardé el pintalabios en el neceser—. No hay nada que necesites saber.

—Sí que necesito saber, porque tu hermana no deja de insinuar cosas y yo no sé qué contestar ni tampoco qué decir. —Dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo—. No para de decirme que si supiese la verdad..., que no eres quién dices ser...

—Yo soy la mala en todas las historias, Noah. —Apoyé una mano en el borde del lavabo, colocándome la otra en la cintura—. Tú estás entre dos aguas sin saber dónde ir; si con la hija de puta, que soy yo, o con la buena de la historia, que es Dafne.

—No estoy entendiendo absolutamente nada.

—Ni falta que hace. —Me colgué el bolso en el brazo—. ¿A ti te gusta Dafne?

—Sí, claro. —Alzó los hombros, como si fuese algo evidente.

—Entonces deja de preocuparte por mí, Noah. —Sonreí, acercándome a ella—. ¿Quieres follar? Genial, yo también. Dime un día y volvemos a quedar, pero no finjas que te importo de verdad, por favor. Para de preguntarme cómo estoy si sabes a ciencia cierta que estoy mal por mi familia y se te cae el culo por mi hermana. Si quieres follar, follamos. Si quieres tontear, tonteamos que, además, se te da de puta madre. Si quieres vamos a exposiciones o a tomarnos una cerveza, pero deja de escribirme para preguntarme cómo estoy. Si lo que te preocupa es si has hecho algo mal la respuesta es no. Ya puedes dormir tranquila esta noche.

—Lo que quiero es que estés bien.

—Ni ocho años de terapia lo han conseguido, ¿crees que mandándome un mensaje lo vas a conseguir tú?

Yo solo servía para una cosa. O quizás para dos: organizar eventos y ser un pedazo de carne. Solo soy objeto de deseo, solo soy objeto de lujuria, solo soy el cubo en el que descargar una noche de sexo y un trapo con el que limpiarse después. Disfrutaba mientras lo hacía, pero la sensación de ser un trapo sucio y roído con el que se limpiaba la boca todo el mundo no se quitaba por mucho que quisiera.

A veces desearía ser Dafne, desearía ser dulce e inocente a los ojos del mundo para que alguien me quisiera alguna vez. Incluso el bobo de Brad la quería a pesar de ponerle los cuernos con alguna de su oficina.

¿Cómo será ser querido? ¿Cómo será que te abracen? ¿Cómo será que te besen de esa forma pura y tierna como es un beso de despedida en los labios? ¿Cómo será un beso en la frente cuando estás en tus horas más bajas? ¿Cómo será un 'está bien, yo estoy aquí'? ¿Cómo será que les guste hasta el defecto más horrible que te veas a ti misma? ¿Cómo será saber que esa persona por la que morirías también moriría por ti?

Yo nunca lo sabría. Yo nunca sabría lo que era despertarte con una mano alrededor de la cintura, con el olor a café viniendo de la cocina, un beso en el hombro o lavarme los dientes frente al espejo mientras esa persona se ducha. Nunca habría esa persona y tan solo pensar en esa idea me consumía. Necesitaba amor y jamás iba a recibirlo, necesitaba un apoyo y jamás iba a tenerlo. Necesitaba un abrazo al llegar a casa, pero era la soledad la que me recibía con los brazos abiertos en mi apartamento.

Los teléfonos no dejaban de sonar, ni siquiera cuando llegué a mi casa. Danny Goldman se enteró de que había llamado a Greta Brown para preguntarle si le importaba sentarse con él, pero Gwen había armado una escena en mitad del set de su nueva película al malinterpretarlo y creer que Greta quería sentarse con el que había sido su marido.


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let me be her (completa)Where stories live. Discover now