Capítulo 9

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Borrador.

¡Al fin estábamos de vacaciones! Lamentablemente esas vacaciones solo duran dos semanas pero bueno algo es algo ¿No? Iba a aprovechar esas vacaciones para dormir, leer, pintar y dibujar… pero especialmente lo iba aprovechar para dormir y para olvidarme por unos días de esa realidad de mierda en donde vivía , iba aprovechar para hacer un viaje astral e irme a mi mundo de fantasía… Al menos en ese mundo era feliz y siempre cumplio mis sueños y metas. La familia me apoyaba, no como en esa estúpida realidad en donde ninguno me apoyaba. En realidad no recuerdo que algún familiar apoyara a otro. Siempre me sentí como una mierda con ellos, me sentía nadie con ellos, sentía que no era nadie. 

Estúpidos, espero que nunca nos pidan nada.

Ahora vayamos a lo principal.

Seguramente se están preguntando qué pasó después de que acepté que Lucas me acompañara a casa, bueno, la verdad verdadera es que no pasó nada. Repito. No Pa- So Na- Da. ¿Queda claro? 

Solo me acompañó a casa, por el camino me lo pasé retandolo por el susto que me dio y él no dejaba de quejarse de sus ojos rojos e hinchados. Llegamos a mi casa y le ofrecí que pasara para que se lavara la cara pero el muy terco no quiso, decía que no le dolía pero cuando me volvió a repetir que por décima vez que no le dolía lo agarre del brazo y lo entré para adentro. Lo obligué a que se lavara la cara pero como el cara de perro se negaba lo amenacé a que si no se lavaba le iba a echar devuelta el gas pimienta en los ojos, hasta que finalmente aceptó agarrañentes. 

Pobre chico.

Callate.

Pues… estoy diciendo la verdad. Pobre, tuvo que aceptar lavarse la cara porque lo amenazaste.

Me chupa un huevo.

Se lavó la cara.

—¿Estás feliz?  —me dijo mientras se secaba la cara con la toalla que le había dado hace unos instantes.

—Si —dijo sacudiendo la cabeza —¿Te sigue ardiendo? —le pregunté mientras me sentaba en una de las sillas de la mesa.

—Si, ya no me arde ¿Dónde la dejo? 

—Dejala en la silla —colocó el toallón en la espalda de la silla y se sentó. 

—¿Es tu primera vez? —lo quedé mirando con cara de qué carajos estás hablando _Si es la primera vez que usas el gas pimienta ¿Qué pensaste qué pregunté?

—Nada, nada —negué con la cabeza. Era obvio que había pensado en otra cosa —. Si es la primera vez que le tiró gas pimienta a una persona —hablé en un tono calmado y tranquilo.

—y lo decís tan tranquilamente.

—¿Y cómo quieres que lo diga? —enarqué una ceja —Aparte, te lo vuelvo a repetir, te lo merecía por el susto que me diste. 

Solo pasó eso, hablamos un rato y luego se fue. 

Le pregunté a Sara cómo se encontraba y me dijo que estaba bien Y que seguía viendo bien, eso es una buena noticia para que si le pasaba algo me iba a sentir culpable de por vida.


 Y como siempre era la primera en llegar, ahora  sólo tenía que esperar a que lleguen  todos

Tic Tac Tic Tac Tic Tac Tic Tac de esa manera hubiera sonado si hubiese tenido un reloj puesto pero en cambio escuchaba la campana de la iglesia, que se encontraba al frente de la plaza, dando a entender que ya eran las trece horas.

Ya habían pasado como veinte horas desde que yo ya estaba y ninguno de los pelotudos no aparece. Mandé un mensaje al grupo de whatsapp preguntado en dónde estaban y si les falta mucho  pero ninguno me contestó.

 .Where stories live. Discover now