Capítulo 14

9 2 0
                                    

AlinaLlevo unos días enfocada en mi práctica de enfermería

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Alina

Llevo unos días enfocada en mi práctica de enfermería. A veces me pregunto por qué escogí la misma profesión de mi madre, creo que se debe a que recuerdo las historias que ella me contaba sobre pacientes a quienes pudo ayudar a sobrevivir. No hay nada más hermoso en este mundo que ayudar a otras personas.

Sebastián ya lleva varias semanas en Horizonte, me alegra verlo cada día mejor, aunque el proceso sea lento. Nunca ha faltado a las sesiones, diariamente se reúne con Bonni para recibir terapia y Balaster ha estado indicándole su progreso y qué espera de él cuando salga. El chico tímido del cual me enamoré cuando era una adolescente se ha convertido en un hombre franco que no esconde lo que siente, y a mi corazón le agrada verlo de esta manera. Desde su llegada, no solo me ha robado múltiples besos y caricias, sino que también ha estado cosiendo todos los pedazos estado rotos de mi alma.
Hemos conversado sobre los pasados nueve años, lo que tenemos planificado para el futuro, nuestros miedos, inquietudes y, de vez en cuando, sobre lo que nos hace tener pesadillas en las noches: Su madrastra, Katy, y mi padrastro, Joseph. Es increíble cuántas coincidencias hay en nuestras experiencias con estos monstruos.

En la tarde de hoy Sebastián quiso tomar un tiempo para verme. Ambos andamos silenciosos, algo sucede con él porque desde que llego a la cocina no me ha dirigido la palabra y, al parecer, no está bien. Le doy tiempo a que haga el intento de conectar sus ojos con los míos, pero nada.

—¿Sucedió algo? —pregunto, curiosa.

—Balaster me informó esta mañana que podré recibir una visita durante el fin de semana. Mi padre vendrá, y estoy seguro de que Katy no perderá la oportunidad de acompañarlo.
El desespero y la resignación en lo que dice hace que mi corazón se contraiga. Desearía salvarlo, ayudarlo y defenderlo de aquellos que quisieran hacerle mal, pero no sé cómo. Es como tener que enfrentarme a mi padrastro y a mi madre.

—¿Qué piensas hacer? —Mi voz sale temblorosa, no quiero que él sufra.

—Pequeña A, no tengo miedo de tenerla a ella frente a mí, o de que intente seducirme nuevamente. No soy aquel adolescente.

A pesar de sus palabras ser en parte lo que deseaba escuchar, duelen.

—¿Entonces?

—Mi temor es no saber cómo mi padre se tomará la verdad. —Se acerca más a mí para agarrarme fuertemente por la cintura y dejar caer su cabeza en la curva de mi cuello. Inhala ligeramente en mi cabello y suelta un gemido profundo—. Alina... tu cabello no ha cambiado. Es lo único que físicamente tienes intacto —murmura, llevando sus labios a mi oreja. El simple toque me despierta y comienzo a ponerme nerviosa.

—Sebastián... —murmuro antes de que sus labios se posen en los míos.

Hasta ahora, los besos y las caricias han sido sutiles. Hoy es diferente. Este beso, y sus manos bajando por mi espalda para caer y agarrar mis nalgas, indican deseo. No estoy acostumbrada a este tipo de afecto, si se le pudiera llamar así. Su gesto es posesivo, y eso me recuerda al esposo de mi madre. Mis manos caen en el sólido pecho de Sebastián y bruscamente separo mi cuerpo de un empujón. Llevo algunos de mis dedos temblorosos a tocar mis labios hinchados. Sebastián solo está frente a mí, observándome como si el mundo fuese a acabar en este preciso instante.

—¡Lo siento! —Trata de acercarse nuevamente después de disculparse, pero mi cuerpo vuelve a retroceder.

—No hullas de mí, Alina, no soy como él. Sé que estás pensando que debo ser igual que Joseph. La diferencia entre él y yo es que no solo deseo tu cuerpo, lo quiero todo de ti. Quiero hacerte feliz, compartir contigo el café en las mañanas y que nos acostemos juntos y acurrucados en la noche mientras soñamos con llegar inseparables a la vejez.

Sus palabras suenan a promesa, a que, sin estar frente a Dios en una pequeña capilla, ya ha jurado protegerme y amarme por el resto de nuestras vidas. Me encantaría responderle como lo he hecho con otros hombres, ruda, sarcástica y lista para jugar. Pero Sebastián no es un juego.

—¿Quieres que estemos juntos? —La pregunta sale de mi boca como si fuese algo normal para mí, aunque por dentro estoy aterrorizada.
Sebastián me agarra por ambas manos, entrelazando nuestros dedos al mismo tiempo que comienza a reírse, haciendo eco en la cocina.

—Ahhh... Pequeña A, me encantaría ser tu...

—No... eso no es...
Tratando de negar lo inevitable, sus labios rozan los míos y en ellos murmura su decisión.

—Tenemos tiempo. Además, no sería lo mejor pensar mucho en eso mientras yo estoy tratando de recuperarme en este lugar. Horizonte me ha ayudado mucho y, cuando salga de aquí, quiero continuar teniendo una vida saludable, contigo si fuese posible. Así que tomemos esto con calma y, cuando salga te buscaré, iremos a citas y caminaremos de la mano juntos por el lago Artemesia para ver el atardecer.


Los pasados días Sebastián me ha repetido una y mil veces que desea que yo esté presente cuando su padre y la mujer que lo ha perturbado vengan a visitarlo. No le he dado ninguna respuesta, pues cambiar la conversación se me hace más fácil cuando añado uno que otro beso.

Intento enfocarme en lo que debo hacer para el lunes, pero mi mente está puesta en que hoy es sábado y que, por lo tanto, Albert Everett está por llegar en cualquier momento.

El padre de Sebastián era el mejor amigo del mío, ambos trabajaron juntos para la embajada de Estados Unidos en Berlín. Criados en hogares de familias emigrantes, nos mantuvieron unidos, compartiendo y respetando las costumbres. Conocí muy bien a Albert, ha sido un padre excepcional para Sebastián, incluso luego de la muerte de su

Pero hoy, después de una década, no tengo la más mínima idea de cómo reaccionará cuando su hijo le cuente la verdad.


---------------------

---------------------

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Cuidarte el AlmaWhere stories live. Discover now