Capítulo 10

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Sebastián

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Sebastián

Alina se marchó de mi habitación cuando salieron los primeros rayos del sol. Yo me recosté para dormir un rato. Desperté tiempo después con una enfermera de unos cuarenta años sentada en la silla de la esquina del cuarto, que me observaba mientras dormía. Su expresión es desagradable y me genera ganas de vomitar nuevamente. No sé por qué, pero ella me recuerda a Katy, la esposa de mi padre. La mujer que se convirtió en mi madrastra luego de que papá pasará más de diez años sin haber tenido ningún tipo de relación amorosa. Estoy seguro de que, con el fallecimiento de mi madre, él quiso dedicar su tiempo a mí. Y por eso llegué a pensar que la mujer que me vio nacer fue y siempre será el amor de su vida.
Me levanto, tomo ropa limpia y voy al baño a cambiarme sin decir nada. Cuando estoy listo, salgo del cuarto con prisa. La enfermera tan solo me mira en silencio.

Voy a la oficina de Bonni sin pensarlo dos veces. Necesito conversar con ella.
—Me sorprende verte en aquí, Sebastián. Si soy sincera contigo, la mayoría de los pacientes toman la iniciativa de visitarme luego de varias semanas. A muchos se les hace difícil sostener una conversación privada que probablemente los llevará a sacar de dentro lo que los ha mantenido atrapados en adicciones —dice, luego de recibirme con un amable saludo.

Inhalo y exhalo varias veces porque no tengo ni la más mínima idea de por dónde debo iniciar. Los espejuelos de Bonni caen hacia la punta de su nariz; ella no tiene miedo de que caigan al suelo.
«Deja de distraerte», me reprendo.
Vuelvo a respirar profundo y abro la boca. Las palabras deciden salir por sí solas.
—Estuve en una relación romántica... con la esposa de mi padre. Duró varios años —admito.
Mi vista está puesta en Bonni, quiero ver la reacción que tendrá al saber mis pecados.
Aguardo algunos instantes, pero, contra mis expectativas, la terapista no me da ni pisca de algún sentimiento que refleje asco o enfado.

—¿Cuándo inicio la relación? —pregunta con tranquilidad.
—A mis diecisiete años —respondo. Ahora sí, creo notar que respiración cambia.
—¿Por qué dices que tuviste una relación con ella? Es decir, ¿por qué defines lo que pasó con esa palabra?
La pregunta me sorprende, me atrapa entre el laberinto de pensamientos que llevo en mi cabeza.
—Uhmm... ¿Cómo explicarlo? Ella se convirtió en todo para mí. Se me hizo imposible quitarla de mi mente. Desde el inicio supe que todo estaba mal, pero llegó un momento en que algo dentro de mí decidió normalizar la relación —hablo lentamente, todavía buscando en su rostro algún gesto que me indique que las puertas del infierno están abiertas para mí.
—Sebastián, a ver. —Se endereza en su silla—. Dices que tuviste una relación con la esposa de tu padre, que me imagino no es tu madre biológica, sino la mujer que se convirtió en tu madrastra. ¿Esto es correcto?
Contesto su pregunta asintiendo con mi cabeza varias veces.
—Mi madre murió cuando yo tenía solo cinco años. Ella falleció aquí, en Arlington. A un mes de su funeral, mi padre tuvo una oportunidad de crecimiento en su área de trabajo y nos trasladamos a Berlín, Alemania. Allí estuvimos por poco más de diez años. Al regresar a Virginia, mi padre decidió darse la oportunidad de salir en citas, y conoció a Katy, que para ese entonces todavía no había cumplido sus treinta. Al inicio de su relación, no pensé que la edad de ambos fuese un problema, hoy en día creo que ella se casó con el solo por bienestar económico —acuso—. Por mi parte, a mis diecisiete años inicié una relación romántica con una chica a la que conocía desde los cinco años... — Al mencionar la relación que tuve con Alina mis labios forman una sonrisa que se opaca casi de inmediato—. Fue la relación más importante en mi vida y, de alguna manera que no sabría explicar, Katy pudo percibir que yo ya no era un niño, que me había convertido en un hombre. Y supongo que en ese momento me comenzó a desear para satisfacerla en aquello que mi padre no podía brindarle.

Bonni se mantiene silenciosa. Verla callada, observándome, me crea un poco de ansiedad.
—¿Cuándo iniciaron las drogas y el alcohol?
Llevo mis manos a la parte atrás de la cabeza. Le prometí a Alina ir a terapia y dar a conocer mis secretos, pero no pensé que eso ocurriría hoy mismo. Dejo entrar el oxígeno a mis pulmones varias veces, intentando calmar lo que siento, pero no está funcionando. Sé que Bonni sigue esperando a que yo continúe con el dialogo, así que no me queda de otra que explicar lo que llevo cargando.
—La relación con Katy comenzó cuando mi padre se fue a otro estado por su trabajo. Esa misma noche, ella entró a mi habitación. Por una semana, hasta que mi padre regresó, lo hicimos en cada rincón de la casa. La primera vez le dije que no, pero... yo tenía diecisiete años. Es decir, prácticamente tenía una erección las veinticuatro horas del día —excuso—. La situación se calmó un poco cuando mi padre regresó. En esos momentos de soledad fue que me di cuenta de que lo que sucedió estuvo mal. Además, le fui infiel a la chica que amaba. Cargaba con una presión inmensa todos los días y, aunque lo negaba, todavía dejaba que Katy me sedujera de vez en cuando. Algunas semanas después, las drogas y el alcohol se convirtieron en la solución para olvidar lo que ocurría, para ocultarlo —resalto—. Cuando Alina desapareció, me sentí incluso peor y caí de lleno al pozo.

Bonni abre sus ojos cuando menciono el nombre de Alina, pero no me da señales de que la conversación quizás ha tomado otro rumbo que ella no esperaba.
Ante su silencio, decido continuar.
—Cuando Alina desapareció, mi mundo dio un giro inesperado. Los momentos con Katy se convirtieron en mi centro. Me negué muchas veces a continuar con esa relación, pero ella supo manipularme. Dentro de mí, sabía que era incorrecto y, aun así, dejé que el placer físico me consumiera... —Bajo mi rostro nuevamente, apenado.

Por primera vez, doy a conocer mi vida privada. He caminado por nubes negras que no me han dejado pisar el suelo, pero luego de haber comprendido las razones por las que estoy aquí, espero volver al exterior y comenzar de nuevo.
—Creo que es sumamente importante que entiendas que lo que sucedió con tu madrastra no fue una relación —inicia Bonni—. Quizá para ti es un poco difícil aceptarlo en este instante, pero lo que ocurrió entre ustedes se llama abuso. Según la perspectiva de algunos, también se podría considerar pedofilia porque eras menor de edad.
Sus palabras hacen que mis manos y labios tiemblen. Siempre entendí que lo que Katy hacía estaba mal, pero nunca quise darle una definición correcta a sus acciones.
—Muchas veces la victima llega a la realización de que convertir el abuso en una relación normal es lo más beneficioso. Estoy segura de que esa fue la postura que utilizaste, pero lo que debes aceptar es que el abuso sexual no es una relación, tampoco es romance.
Asiento sin mirar a Bonni porque en mi subconsciente siempre he sabido que lo que ella acaba de decir es lo correcto. Aun no tengo el valor preguntarme si, en parte, yo también tuve la culpa por dejarme seducir.
—Sería bueno que formaras parte de la sesión sobre abuso sexual, me gustaría verte allí. Estoy segura de que te ayudará a entender más todo lo que te he mencionado —sugiere, mirándome intensamente.
—Tengo una pregunta —indico—. ¿Será posible tener una vida normal? ¿Una relación de pareja normal?
Eso algo que llevo cargando en mis pensamientos por mucho tiempo. Desde Katy, he tomado la actitud de tener sexo con mujeres con las cuales no he compartido algún tipo de sentimiento. No me ha importado ninguna de ellas, y sé que a algunas las he tratado como mierda. Deseo cambiar mis actos y llegar a un balance en mi vida donde me encuentre saludable en todos los aspectos para así poder brindar lo mejor de mí a otras personas.
—Absolutamente. Pero no es algo que se dará de la noche a la mañana. Debes tomar tiempo en tu sanación. Luego, poco a poco podrás tener una relación que sea de completa honestidad y respeto. ¿Conoces el dicho que dice que la comunicación es clave? Pues así mismo. No existe solo por existir. Es muy importante llevar un dialogo constante con la persona a la que deseas abrir tu corazón.
Hablamos algunos minutos más sobre el tratamiento y nos despedimos con cortesía.

Salgo de la oficina de Bonni con la frente en alto, esperanzado. Sus palabras me están llevando a ver con exactitud la realidad de mis experiencias en el pasado. A enfrentarlas y a entenderlas. A superarlas.


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Hola!

Dos capítulos en el día de hoy. Espero les gusten. ❤️

 ❤️

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