6

172 15 0
                                    

El mes comenzó muy frenético para la doctora Sakura Haruno. Su trabajo la tenía muy ocupada, sin embargo, a diferencia de años anteriores, ahora trataba de tomarse descansos más seguido y pasar tiempo con sus amigos y seres queridos. Pero sobre todo, pasaba mucho tiempo con Naruto. Ya fuera en una salida donde sus tardes libres coincidían, o través de mensajes de texto, siempre procuraban mantenerse en contacto y la pelirosa no sabía cómo sentirse al respecto. Por un lado le agradaba tener un nuevo amigo tan alegre como lo era el rubio; pero por el otro lado no entendía por qué su compañía le parecía tan placentera; era extraño para ella añorar y a la vez sentirse tan abrumada por una persona.

Como fuera el caso, en este instante no era momento para ponerse a pensar en esas cuestiones, pues gracias a su empleo y a sus dilemas, había olvidado por completo que hoy era el Día de las Madres, y no le compró ningún regalo a la suya.

Por suerte tenía un espacio libre, así que corrió apresurada hacia el centro comercial, y ahora mismo se encontraba dando vueltas por toda la tienda buscando el obsequio adecuado para su progenitora. Lo que no se esperaba era que el centro comercial estuviera abarrotado de personas haciendo compras de último minuto, lo que entorpecía más su búsqueda.

Para ser honesta, no sabía qué regalarle a Mebuki exactamente. La rubia siempre alegaba que el mejor regalo que ella podría darle serían verla casada y con hijos, cosa que la pelirosa no pensaba hacer por el momento. Aunque hablando de bodas, Konohamaru va a contraer matrimonio en Julio, así que Sakura esperaba que los preparativos tuvieran tan ocupada a su madre como para tener tiempo para uno de sus clásicos sermones, además de que esperaba que la boda de su hermano mantuviera a Mebuki satisfecha por el momento.

Entró a una tienda de ropa con la intención de encontrar uno de esos vestidos blancos que tanto le gustaban a la rubia. Gracias al cielo que diviso uno que justo estaba colgado y lo pescó enseguida. No obstante, alguien más lo tomó al mismo tiempo que ella y comenzó la batalla.

-Disculpa, pero yo lo tomé primero -alegó Sakura con firmeza.

-No es verdad, yo lo toqué una milésima de segundo antes que tú -contestó la otra mujer.

-¡Eso es ridículo! Tú lo tomaste después que yo -refutó la doctora estresada por el contratiempo.

-Pues no pienso soltar este vestido -repuso la mujer a la vez que jaloneaba la prenda.

-Yo tampoco -respondió la pelirosa jalando la pieza también.

Una guerra entre ambas féminas se desató por toda la tienda, buscando hacerse con el dichoso vestido.
A pesar de que Sakura se consideraba alguien con mucha fuerza bruta, tenía que admitir que la otra mujer era más resistente de lo que llegó a creer, pues logró que la prenda se le resbalara de la mano en muchas ocasiones. Pero ella tampoco se daba por vencida y, en un último acto desesperado, se arrojó hacia la mujer y ambas cayeron al suelo.

Y aun así la pelea no terminó ahí.

-Señoritas... Señoritas... ¡Basta! -gritó una voz que las hizo detenerse- ¿Se puede saber por qué tanto alboroto? -interrogó el encargado de la tienda.

Ambas féminas comenzaron a relatar los hechos de manera poco clara para el encargado, tanto así que estuvo a punto de poner orden otra vez, hasta que, como un ángel bajado del cielo, una mujer pelirroja decidió intervenir por ellas.

-Lo que pasa es que ambas quieren el mismo vestido -explicó de manera amable-, pero yo vi con mis propios ojos que la jovencita pelirosa tomó el vestido primero -añadió sorprendiendo a todos.

-¡No es verdad! ¡Yo lo hice primero! -alegó la otra mujer.

-Espere un momento -intervino el gerente-. ¿Entonces está diciendo que usted es testigo de que esta señorita -señaló a Sakura- encontró el vestido primero?

Amor De CalendarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora