O11. odio.

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Yo a veces sentía que Park Chan era una maldita rosa

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Yo a veces sentía que Park Chan era una maldita rosa. Aquellas bellezas con espinas eran las flores favoritas de mi padre, mientras que consideraba los girasoles algo graciosos y no era realmente fanático de ellos. Tiene sentido para él. ¿Por qué ir a la tienda por un regalo de aniversario y tomar un girasol en lugar de unas rosas rojas? Sentía que algo así pasaba conmigo. Era esa obligación con la que tenía que cargar, ese error que nunca debió ser cometido. Yo era ese: ‹‹¿Qué más da?›› era esa horrible mancha en la vida de la familia Park, un amargo recuerdo para mi padre y la señora Park. Una infidelidad. Quién nunca debió existir. Yo era ese: desearía no haberlo hecho que papá le había dicho a la señora Park cuando le rogó perdón. Yo era ese girasol... Y joder, me sentía tan poco querida.

La cosa sobre la baja autoestima es que cada golpe de la vida parece ser mil veces más duro... Al menos para mí es así. Me miro al espejo y sólo pienso en lo mucho que odio a esa persona. Me escucho hablar y sólo pienso en lo mucho que odio la voz de esa persona. Y aunque sea yo misma, y sé que soy yo misma... Sólo quiero desaparecer a esa persona. Quiero acabar con ella. No te quiero. No te quiero para nada. Es todo lo que puedo repetir. Y me pregunto si algún día no me sentiré así, tan herida al ver el reflejo que me dan los espejos. Me pregunto si alguna vez ya no seré nunca más un girasol.

Esa mañana estábamos volviendo a la ciudad finalmente. Lisa y yo fuimos las primeras en desarmar la tienda, guardar y organizar nuestras cosas muy temprano por la mañana.

Cuando todo estuvo en su lugar, salimos a dar un último paseo a los alrededores. Lisa encontró un diente de león en el camino y me lo obsequió a mí. Aquel momento, la manera tímida en la que me miró, la forma en la que alzó el diente de león hacia mí con sus mejillas sonrojadas y una sonrisa honesta que arrugaba las esquinas de sus ojos... Eso nunca se me podrá olvidar. Nunca podría dejar de reproducir esa imagen en mi mente y sentir que la quería más que antes.

La calidez de nuestros dedos al rozarse accidentalmente mientras caminábamos hombro a hombro, las sonrisas tímidas que nos dedicábamos y las miradas fugaces llenas de intensidad mientras manteníamos una alegre conversación. Toda la experiencia fue como entrar en algún tipo de paraíso donde las aves cantaban animadas al fondo.

Pero claro que no podíamos permanecer en ese paraíso para siempre.

Llegó la hora de irnos y muy pronto nos encontrábamos en la parte trasera del vehículo de mi padre.

Íbamos sentados como en el primer viaje. Lisa en el medio, entre Chan y yo.

Nada había cambiado mucho, Lisa simplemente pasaba de Chan y compartía los audífonos conmigo, siendo ella quién se encargaba de cambiar la música.

Lisa parecía querer resaltar que estaba enojada con Chan, arrimándose totalmente hacia mi lado... Tanto así que dejaba un gran espacio entre Chan y ella, aplastándome a mí contra la ventana del vehículo.

If i was a rose. | chaelisaWhere stories live. Discover now