25 de septiembre de 2022. Parte I.

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Amaba el Sol matutino. Tan brillante. Tan amarillo.

Su calor me reconfortaba y me llenaba de vida. Aunque, quizás, brillaba demasiado para realmente apreciar el paisaje.

* Qué mañana tan espléndida. *

El puro aire del camino llenaba y limpiaba mis pulmones y me hacía sentir vivo de nuevo. Me sentía ligero y descansado, listo para buscar mi siguiente aventura.

La suave brisa me susurraba al oído junto al tímido coro de las hojas de los árboles y los pájaros que habitaban por el lugar. Parecían golondrinas, pero con mi poca visibilidad no podía saberlo.

Todo esta escena acompañada por el ritmo energético, metálico y acompasado de mis hombreras, que chocaban el peto de mi armadura cada paso que daba.

Un, dos, tres, cuatro, un, dos, tres, cuatro, un, dos. Marcaba el tempo de mis pasos.

*Estoy en un sendero. El crujir de la grava es inconfundible. ¿Cómo he llegado hasta aquí? *

Poco a poco fui recuperando la visión y pude apreciar realmente el majestuoso lugar en el que me encontraba.

* Qué buen día, no hace nada de frío. Ojalá poder vivir así siempre. Sin prisas. *

Pacíficas praderas e infinitos caminos se encontraban frente a mí, y al supuesto final del camino, en el lejano horizonte, podía observar unas desafiantes montañas, expectantes por un aventurero capaz de desafiarlas.

Montañas clamorosas de un alma libre capaz de poner de rodillas a las temibles fuerzas de la naturaleza y mover estas mismas tan solo con su honesta voluntad.

La hierba bailaba al unísono al paso del viento y apenas un par de tímidas nubes ocupaban el cielo azul.

* No puedo evitar sonreír. *

Al fin tenía un camino infinito que recorrer. Sin prisas.

Sin prisas, acompañado por mi armadura, mi capa, y una ligera y cómoda espada envainada en mi cintura.

Tras un rato de paseo, detuve mi marcha y me puse a darle vueltas a la situación.

* ¿Hacia dónde estoy yendo? ¿Hacia esas montañas? *

Empecé a dudar de mis propias acciones.

*¿Por qué? ¿Qué hay allí? Hmm, ¿podré alcanzarlas? Parecen muy lejanas. *

Muchas ideas como esas pasaban por mi cabeza. Pronto entendí que no entendía nada.

Pero en el fondo eso me motivaba. La incertidumbre del viaje era verdaderamente emocionante. Di por hecho que eso era parte de vivir aventuras. "Nunca sabes qué puede pasar, ni qué te puedes encontrar". Eso era lo bonito de las aventuras: ver algo por primera vez, descubrir un nuevo olor, conocer nuevas costumbres, sentir la adrenalina...

Sonreí y seguí caminando.

- Libertad. Al fin. Me pregunto dónde estoy. -

Al fin podía alcanzar la libertad que tanto había ansiado. El mundo era mío para recorrerlo y nadie podía detenerme ya.

Pasé un rato caminando por este lugar, por este sendero que parecía no terminar.

Ahora el viento era un poco mayor, y eso me permitía escuchar el ondear de mi blanca capa a mi espalda. Esta cubría mi cuello y hombros, justo por encima del peto de la armadura.

- No hay nadie más. Ni rastro de la civilización. -

Estaba completamente solo. Mi única limitación era el desgaste de mis botas.

Densetsu ni narou: Seoul Nights Vol.1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora