❁ 𝐄𝐥𝐥𝐚 ❁

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11.04.22

Pasó de nuevo. Sucedió y se sintió tan mal como todas las veces anteriores, fue asqueroso, fue intolerable y, aún así, encontré la forma de tolerarlo. No puedo culparme, después de todo, no podría detenerlo, no cuando el demonio quiere hacerme daño.

Iba a dejarlo pasar, a soportar el golpe de aquella ola recurrente y a dejar que viniese otra a arrasar con las pocas ganas de vivir que me quedan, así como siempre hago, iba a hacerlo, no obstante, no puedo.

No voy a dejarlo pasar, no puedo permitirme olvidarlo, ya no más. El antiguo rey cambió, ahora es un demonio que ataca a la princesa más veces de las que ella puede contar, la reina y la pequeña princesita solo son espectadoras, no pueden intervenir, no pueden ayudar. La princesa no puede, no, ella no está dispuesta a no hacer nada de nuevo.

Como muestra de valentía ante todos sus temores, ella, valientemente, ha decidido marcar el día de uno de tantos sucesos, así no podrá olvidar, no podrá dejarlo pasar nuevamente.

Ella se odia, se odia gracias a todo el daño que el demonio le ha hecho y se odia aún más por permitirlo.

Estaba haciendo algo tan mundano que ahora no quiero describirlo, basta con plasmar que aunque estaba bastante ansiosa, aún así hacía lo mejor que podía para hacer todo bien, para intentar ser perfecta.

El demonio siempre ha exigido perfección, irónico pues no hay ser más imperfecto que él mismo.

Intentaba cumplir con mi deber y luego llegó él, con sus aires de grandeza, su escudo machista y sus armas llenas de misoginia, dando órdenes a diestra y siniestra, pidiendo... no, exigiendo que se cumplieran a la brevedad.

Creo que, en este punto, está demás decir que yo nunca pude encajar en sus estándares, siempre estuve en desacuerdo con sus ideales, con su forma de ser, con lo que él esperaba que yo fuera.

¿Y qué es lo que se hace en este tipo de situaciones?... Rebelarse, alzar la voz, negarse a cumplir las demandas impuestas, no obstante, eso para mí nunca fue ni ha sido una opción, las consecuencias de tales actos, de tales faltas de respeto serían más que perjudiciales para mí. Si yo hiciera tal cosa, habría gritos, humillación, violencia, y dolor. Y sí casi a diario sufro al menos uno de estos síntomas, ¿qué sucedería si yo me rebelara? Puedo imaginarlo, tengo una imagen vívida de lo que ocurriría, pero no voy a culparme por no querer vivir la cada vez menos hipotética situación o en su defecto, no querer imaginar lo que podría acontecer.

Muchos lo llamarían cobardía, yo lo llamo instinto de supervivencia. No puedes nadar contra la corriente, al menos no por mucho tiempo, de hacerlo podrías hundirte, ahogarte, morir... y perdón, pero yo no quiero ahogarme, no quiero morir.

La princesa día a día sufre maltratos que poco a poco la van marchitando, ella es fuerte, intenta serlo. La princesa sonríe ante la adversidad aunque por dentro esté cada vez más rota. La princesa y el demonio, dos fuerzas opuestas, se enfrentan, él con todas sus armas y ella con su inteligencia, a pasos cortos, ganando terreno poco a poco.

Entonces solo sonrío, aunque lo único que quiera hacer es morir o llorar por lo desgraciada que me siento. Sonrío pensando que pronto la princesa podrá ser libre del demonio, respiro profundo, tanto como puedo, así me trago el dolor y las lágrimas.

Sonrío y me trago todo el odio.

La princesa se mira al espejo, mejillas sonrojadas, gruesas lágrimas bajando por su rostro, mirada triste. Ella se odia, se odia tanto por su culpa y, se odia aún más por darle tanta importancia.

Iba a dejarlo pasar, porque a veces es mejor olvidar, dejar el dolor atrás y poner la otra mejilla para esperar el siguiente golpe, iba a hacerlo, pero ahora, en este preciso momento, me niego rotundamente a cometer tal acto de estupidez, voy a dejar este suceso grabado, para recordarlo y que así nunca pueda olvidarse el daño que un demonio puede llegar a hacerle a la que un día llamó su princesa.

Ella, la princesa de un pequeño reino, se siente tan pequeña, tan insignificante, se siente triste todo el tiempo y solo quiere huir, pero no puede. Ella se odia, lo hace y a la vez se ama, es extraño, pero lo hace.

Sonrío, pues yo soy la princesa. Sonrío mientras lágrimas amargas bajan por mi rostro y grandes grietas cubren mi corazón.

La princesa descubrió que se odia y aún no puede creerlo.

~By Flor Suárez.

Pensamientos de una adolescenteWhere stories live. Discover now