5. Dile a las estrellas que no me esperen despiertas...

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Después de que Valentina llegó, le ayude a instalarse y ordenar un poco sus cosas, para que se sintiera más cómoda mientras se queda aquí, pasamos casi cinco horas acomodando todo.

A ella se le ocurrió que nos hiciéramos preguntas en lo que colgamos y doblamos su ropita, gracias a eso pude conocer un poco de ella, sé que tiene una hermana, que vive cerca de esta ciudad, que al igual que yo tiene quince años, que le gusta leer esas revistas que me parecían tan absurdas de famosas, de tendencias de adolescentes, de consejos para el amor y todas esas cosas, sé que su color favorito es el morado muy clarito, que le gusta todo eso de espiritualidad y magia, sé cuál fue la vez en que ha sido más feliz y el nombre de su película favorita, sé que le da miedo la lluvia cuando se pone muy fuerte, también los truenos...
Sé cosas pequeñas de ella, sé otras cosas más relevantes, pero con ella, por más que ayer pude odiarlo, hoy amo todo eso que a ella le gusta y que forma parte de Valentina, sólo por eso, porqué es parte de Valentina.

-¿De verdad trajiste cuatro maletas y dos mochilas? - le pregunto al terminar de acomodar todo me parecieron muchas

-Sí- me dice- en realidad iba a traer más, pero ya no podía

-¡Dios! son muchas, ¿Por qué traes tantas cosas, morrita?- le digo

- ¿Tanta ropa? - me mira sorprendida - Todo lo que traje es absolutamente necesario- me dice en un tono que me dio mucha risa por lo tierna que se escuchaba

- Pues, vale... - le digo con fingida ironía - no estoy convencida, amm, pero si tú lo dices, pues te creo - le digo en broma a lo que ella solo ríe suavemente, y Dios, escucharla reírse solo me dio ganas de que se me ocurra un chiste.-

-Gracias por ayudarme a acomodar mis cosas- se acerca a mí y me abraza- y en ese momento supe que nunca había sido más feliz, que nunca antes tuve está perspectiva del universo...

Me abraza y sé que pertenezco a ella, a ella que es increíblemente bonita, pero no sólo la valoro por bonita o porque tenga el universo en sus ojitos, la quiero porque en las casi cinco horas que hemos estado ordenando he podido conocer un poquito más de ella, y Dios... Todo lo que conozco de ella me encanta, por el simple hecho de que forma parte de ella.

Oye- le digo- ya terminamos de ordenar el cuarto y acomodar casi todas tus cositas - miro a nuestro al rededor - Ah, bueno, te gustaría... ¿Quieres salir a pasear por ahí, o... o a comer algo?

-Puede ser - dice no muy convencida -

-Vamos- le digo - ven conmigo- lo último sonó más como una súplica

- ¡Para ya! ¡Dios, Juliana! ¡Que insistente! ¡Entiende! - dice, no sé, pero de alguna forma eso me hizo sentir mal, ella se dio cuenta de esto- no, no, Juliana, perdón, o sea no es en mal plan, es solo que estoy cansada, es todo

- Está bien, morrita, entiendo- le digo

-No, es que no quería decir eso, yo solo...

-De verdad entiendo, Val, no soy tan tonta - le digo y salgo de la habitación, de repente me dieron unas ganas grandísimas de respirar aire limpio...

Voy por ahí, caminando, como deshabitada, como flotando, como diferente.
No, no estoy drogada,
estoy, bueno, no estoy...

Me gusta salir a caminar, no tanto por caminar aunque es bueno, me gusta por el cielo, por las nubes, por los atardeceres que se van y el cielo nocturno llegando, siempre he creído que ver el cielo tiene cierta magia.

Pero, yo te quiero más (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora