Capítulo 1

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El día de ayer recibí una carta diciendo que tenía que estar en la oficina del jefe de toda la compañía a las nueve de la mañana. Todavía me estoy preguntando por qué me citaron, la verdad estoy muy nerviosa, espero no haya hecho nada malo para que me llamen la atención o incluso peor...ser despedida.

Desde que llegue a esta empresa como pasante he dado todo lo mejor de mí para hacer mi trabajo de forma pulcra ya que no puedo darme el lujo de perder este empleo, no después de lo sucedido.

Me remuevo incomoda en el asiento con las manos sudorosas por los nervios aunque intento parecer normal, estoy segura que en estos momentos debo dar un poco de pena. Frunzo el ceño y pienso.

"Todo va a salir bien, todo va a salir bien"

Repito mentalmente en mi cabeza para tratar de darme ánimos, cruzo mis piernas he involuntariamente comienzo a mover mi pie derecho como símbolo del nerviosismo que siento por todo mi cuerpo, me han dicho que el señor James Scott solo llama a las personas cuando hacen algo muy grave, por lo que trato de repasar en mi mente todo lo que hice desde que llegue a esta compañía y no logro encontrar nada que haya hecho mal por lo que mi incertidumbre crece formando un nudo en el estómago que no se me ha quitado desde que puse un pie en la empresa esta mañana.

La recepcionista del piso quien tiene unos lentes que le caen en la punta de la nariz y unas pocas canas en su cabello me sonríe para darme ánimos, intento corresponderle el buen trato que tiene conmigo y sonrío pero estoy segura que en lugar de una sonrisa me salió fue una mueca de la ansiedad que tengo.

Miro a mi alrededor y me quedo impactada por la espectacular vista que se ve desde aquí arriba. La oficina del señor Scott queda en el último piso del rascacielos por lo que tiene a todo Nueva York a sus pies, trato de distraerme viendo el paisaje pero con cada segundo que pasa más nerviosa me siento. Miro el reloj barato que compre hace unas dos semanas y compruebo que son las nueve y cuarenta de la mañana, lo cual hace que tenga cuarenta minutos muriéndome de la ansiedad. Escucho sonar el teléfono.

—Buenos días señor Scott —atiende la recepcionista. Se queda callada esperando las instrucciones- en seguida la hago pasar.

Me mira con ojos acogedores y una gran sonrisa antes de decir

—El señor Scott la está esperando en su oficina, siga por el pasillo la puerta que está a mano derecha es la oficina.

Me levanto de la silla secándome las manos un poco sudorosas en mi falda tubo negra para luego sonreírle a la mujer frente a mí con el propósito de hacerle saber que estoy bien, muevo mis piernas con paso firme para brindarme seguridad pero sé que por dentro estoy muerta de miedo, he visto al señor Scott en las reuniones que se hacen al finalizar el mes y es muy intimidante, cada vez que me hacía una pregunta con respecto al Departamento de Administración siempre me entraban los nervios pero de igual forma le respondía dejando a un lado los miedos.

Toco la puerta antes de entrar porque siempre hay que ser precavido, escucho un "pase" firme y cortante, me permito unos minutos para rogarle a todos los Santos que me protejan persignándome y giro la manilla de la puerta para encontrarme con una gran oficina que sería el equivalente de dos veces la casa en donde vivo actualmente junto con mi hermano.

La oficina es blanca casi pulcra, con muebles negros muy elegantes, a simple vista se puede ver la frialdad de la misma, a los lados hay dos cuadros de paisajes que intentan transmitir tranquilidad, al frente está el escritorio con mucho espacio y una computadora.

Detrás del escritorio se encuentra el señor James Scott con su traje impecable quien me observa a través de sus lentes de ejecutivo que deben valer un dineral, tiene unos ojos azules impresionantes e imponentes que contrastan con su piel canela, su mirada es un tanto fría, tiene una mandíbula angulosa con un ligero candado, una nariz perfilada y unos labios carnosos. Es muy guapo.

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