Especiales me sonaba a peligrosos. Pero lo que mas me impresionaba era que parecía a mas de un chico de 19 años. 

Seguí bajando pero en esto la pantalla me mostró como error de información. Salí y volví a entrar a la página pero está seguía marcando lo mismo.

Me mire sobre la pantalla el computador. Esto era realmente extraño y a la vez misterioso. Apague el dispositivo y me resigne a pensar en eso todo la noche.

Hasta ahora.

Hoy era un día que podía olvidarme de aquello. No era tan importante que Alan no me digiera eso de su hermana pero me causaba conflicto saber que no era el único hijo de su familia. Todo era muy sospechoso.

Por otro lado, el día más esperado de mi hermano había llegado. Un sábado por la mañana.

—¡Apúrate Dhara! —También era escuchar sus gritos de apuros, era las únicas veces que el se levantaba temprano para ir a sus partidos de fútbol americano.

Por lo que había visto los últimos días el ha estado así, apurado a que llegara el dichosos sábados de entrenamiento que ya empezaba a dudar que fuera por un simple entrenamiento y que por momentos creía que podía ser por esa niña de cabello pelinegro.

Baje las escaleras con apuro y él ya estaba ahí con un pie sobre el primer escalón dando toques con su pie y mirando un reloj que le había regalo en su cumpleaños pasado. En esa posición, se veía como mi padre.

—Desearía que cuando naciste hubieras sido hombre y no una mujer que tarda mil horas en saber que camiseta utilizar —A pasos fuertes el se dirijo a la puerta y yo por detrás lo seguía. Caminaba molesto.

—Oye, te recuerdo que si tarde mil horas fue porque no encontraba está camiseta de tu equipo, no queras que lleve una normal cuando voy a ver al capitán de los leones. —Dije obvia.

—No si se tardas mis mil horas...—Rodo lo ojos, a veces llega a ser demasiado duro consigo mismo incluso conmigo, pero lo entendía, él aunque no lo reconociera, tenía el carácter de mi padre.

Pero no estábamos para hablar de él ahora.

Está vez me tomé la molestia de pedir un taxi. Hoy no era un sábado de entrenamiento común, hoy era la primera competencia importante de mi hermano en su equipo, se enfrentaría con varios equipos de estado y incluso abrirían una nueva categoría, dónde incluirían a equipo de mujeres,  eso me emocionaba, demasiado.

De pequeña siempre si que golpear a las gente, obviamente en el juego. Sentía que mucha personas que lo jugaba se liberan de todos su pensamientos, solo uno que quedaba siempre presente en juego, y era ganar.

Bajamos con apuro del coche ante escuchar al conductor del programa que presentaría el partido ya en el estadio. M detuve a medio camino cuando recordé que no le había pagado al taxista.

—¡Quédese con el cambio! —Le grite cuando ya iba de regreso a seguir a mi hermano. Él entro primero y ya su equipo estaba en primera fila de las gradas, cada equipo estaba en una de las primeras. Yo como gente que no competiría, me tenía que sentar en un lugar común.

—Lo siento.—Dije ante reclamos de pistones de pies, el lugar estaba tan lleno que temía a qué podría ver.

Llegué a la penúltima fila y con el cabello despeinado me senté en uno de los asientos vacíos y el único que quedaba.

Dejé salir un suspiro de cansancio dejando caer mi espalda sobre el respaldó.

—Deberías procurar traer zapatos más altos para que no parezcas un hámster en medio de jirafas —Exalte al escuchar su voz a un lado.

Amor Por Error ©Where stories live. Discover now