–¿En esta casa? –pregunta.

–Sí, es la habitación actual de Victoria. Yo duermo en otra habitación –responde sin rodeo–. ¿Dime que tú eres diferente? –pregunta en un tono desesperado.

–Yo... n soy ese tipo de personas, Victoria me tiene enamorada y tu eres mi amor. No sé hasta donde nos lleve la vida, pero si tuviera algún problema creo que intentaría dialogarlo contigo –se sincera.

–Nunca me engañes, ni me mientas –pide.

–No me gusta las mentiras y en cuanto engañar, no lo sé me gustan hacer sorpresa –dice con una sonrisa pícara.

–Bueno si es por una buena causa, puedo pasarlo por alto –concede, mientras se acerca para darle un casto beso. Carolina pasa sus manos por el cuello para acariciar la parte de los bellos.

–Te amo Cristóbal es mi única verdad –expresa.

–Yo también Carolina –acaricia su nariz con la de ella– ¿Algo más que quieras saber? – pregunta– Hoy es el único día que voy hablar de ese tema. No me agrada para nada –indica.

–Haz pensado muchas veces el por qué ella hizo todo eso. ¿Te has cuestionado? –indaga. 

–Sí, en algún momento me eche la culpa por no complacerla y no dedicarle el tiempo que ella quería. Si por ella fuera estuviéramos mas tiempo viajando que trabajando. Ella no trabajaba, se dedicaba a la buena vida –responde.

–Entiendo –susurra– sabes que aquí estoy para lo que necesites y no pretendo meterme en tus problemas, solo quiero que confíes en mi y si necesitas un consejo o lo que entiendas que pueda ayudarte. ¿Quedó claro? –vocifera. 

–Claro que sí joven –susurra cerca de los labios de Carolina. Le da un casto beso y en ese instante el chillido de la perilla abrirse los separa con una sonrisa.

–Papá ya telminaste –cuestiona la pequeña Victoria entrando a la oficina, al ver a su papá con Carolina se tapa los ojos, pero con los dedos abiertos que ve todo –ya puedo ver –pide. Ambos se ríen separándose, Cristóbal camina hacia su hija para agarrarla en sus brazos.

–No seas tramposa, que así no se tapan los ojos –dice comenzando a hacerle cosquillas.

–Calolina, tu te vas a quedal con nosotos – indaga.

–Un rato, luego me voy a mi casa preciosa –responde acercándose a ambos –¿Por qué? –cuestiona Carolina. 

–Jugal un tato –pide.

–¿Quieres jugar un rato? –repite de manera correcto para que vaya aprendiendo hablar e identificar.

–Sí... –responde.

–¡Pues vamos a jugar! –dice quitándosela a Cristóbal de los brazos –Nos vamos a jugar señor Arenas, me llevo a su hija –expresa con una sonrisa, mientras le guiña con su ojo derecho. Se alejan hacia la puerta para salir de la oficina. Carolina cierra la puerta para darle privacidad. Aunque ella sabe muy bien que no iba hacer nada importante, le dio gracia dejarlo solo y haber preferido a Victoria.

–Mi papá puede jugar con nosotos –dice un tanto decaída.

–Tu quieres que papá  juegue contigo, pues lo hubieras dicho Victoria –comenta– si quieres puedes buscarlo, yo los espero aquí en las escaleras –dice bajándola al piso.

–Ya vengo Calolina –expresa– no te vayas –la señala con el dedo indice, mientras coloca su otra mano en la cintura, Carolina esboza una sonrisa por la expresión de la pequeña como si la estuviera regañando.

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⏰ Last updated: Apr 13, 2022 ⏰

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Corazon de PiedraWhere stories live. Discover now