37

74 7 0
                                    

Amado Dios,

Los pensamientos se agolpan en mi mente y temo que mi labor como tu fiel servidor no te honre, sino al contrario mancille tu Palabra.

Me he convertido en un ser desdichado porque veo que no soy puro de pensamiento, no logro pasar las pruebas que se me imponen y no alcanzo a dar el ejemplo de sinceridad que tan importante es en mi misión.

Por un lado confieso ante ti mis suplicios, pero ante el mundo mantengo una cara de rigor y honor que se me escurre como un mal maquillaje.

¿Cuántas veces te he pedido no verla? ¿Cuántas veces te he pedido que me ayudes a deshacerme de este sentimiento? Y en tanto tu bondad se apiada de mi e interpones obstáculos que me imposibilitan verla, enloquezco.

¿Cuántos días hace ya que no sé de ella? ¿Cinco? ¿Seis? Para mi es como no haber bebido ni comido durante ese tiempo. Mis energías se drenan y solo el tenerla al frente le da alimento a mi alma.

Ya ves mis incongruencias, Señor. Ya vez que ni yo mismo me entiendo y lo peor es que pretendo aparentar ser un ejemplo de contención y moralidad.

Los feligreses piden de mi consuelo, guía y ejemplo de vida; pero en cambio doy consejos para que agraden ante tus ojos sin ni siquiera ser yo capaz de seguirlos yo mismo con tal fin.

Hoy pensé en mi madre. Su recuerdo está presente en las sombras de este habitáculo. En las noches cuando oro, la imagino sonreírme en calma; pero en tanto permito que mi mente divague en las facciones de Jorgina, mi madre se presenta en sueños, asfixiándose sin salvación.

¿Y qué si este servidor que te ama y se consagró a ti no pudo llegar a dar la talla que se esperaba?

¿No es ya esta la historia de mi vida y mi condenación?

¿Y qué si ya desde el principio, cuando todo ocurrió, mucho antes de conocerte ya no tenía salvación?

Me es preciso encontrar respuestas y por eso he puesto mi pensamiento en dejar los votos.

Por un lado, no te mereces una oveja tan descarriada como yo predicando en nombre, y por otro, no hago bien a nadie, ni siquiera a mi mismo al vivir una mentira.

En verdad que considero que asumir ambas empresas me destinan al fracaso y quizás incluso a una condenación de remordimiento y culpa que se sume a la que llevo dentro de mi desde hace mucho.

Lo que aconteció hoy fue mi culpa, Señor. Solo mía. Por eso,...

Yo confieso que he pecado.

Yo confieso que no soy digno de entrar en tu casa.

Yo confieso que no sentí culpa sino dulzura,

... y confieso Señor, que espero el momento en que se vuelva a repetir. No una, sino mil veces más.


YO CONFIESO (BORRADOR)Where stories live. Discover now