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Querido Padre,

Hoy después de las confesiones fui a visitar a Juan a su finca. Lo encontré cavando un pozo para los patos. Ahí mismo me remangue la camisa, y me puse junto con él a excavar. ¡Ah que bueno hacer un poco de ejercicio! Me sentó muy bien la compañía de un amigo

Cuando terminamos nos bebimos unos tragos de aguardiente de caña y comimos carne asada de cabra.

Juan es bueno con sus animales y mantiene muy bien su finca. Está solo pero dice que cuando necesita ayuda llama a sus primos y no hay manos que le falten.

Ya bien entrada la tarde me pidió que le acompañara a un juego de cartas. Quise negarme pero lo vi tan animado que no encontré ningún mal.

Entre risas y chistes de pueblo me preguntó por qué me hice pastor. Le conté que por amor a ti pero en realidad no le conté la historia completa. Solo sé que tu eres quién me levanta y que a ti te doy todo el honor y la gloria y así se lo hice saber.

Juan al poco me preguntó que si necesitaba confesarse para entrar en la iglesia.

Le dije que era parte de los sacramentos y que si deseaba comulgar debía seguir el ritual pero que para escuchar la misa no era necesario. Entonces habló.

— Padre Emilio, lo que pasa es que yo sé que a veces hago las cosas mal, pero usted sabe, uno es así de pueblo y a mi el romance no se me da.

— ¿Como así Juancho? ¿Tienes novia?

— Novia que digamos no, pero enamorado si. Bueno, dígame usted si es amor o no. Yo solo le digo que lo hago mal. Ya me imagino que lo que hago es pecado. Usted me dirá.

— A ver. Desenrédame eso un poco para ver si te sigo.

— Bueno Padre. Hay una mujer. Una mujer que siempre miro cuando ella no me ve. Algunos de mis primos lo saben porque me han pillado, usted sabe, yo me escondo para que ella no me vea. Llevo así tiempo ya pero no me atrevo a hablarle.

— Es decir, que la espías. ¿Y que te pasa que no te le acercas?

— Es que ella me conoce pero cuando me la encuentro siempre se hace la que no me ve. Yo la saludo y ella no responde y le confieso Padre, me trae loco. No sé como acercarme porque tengo miedo que me rechace.

— ¿Qué tal si la próxima vez que la veas, en vez de solo saludarla le buscas la charla?

— ¿Cree usted que la asustaría si me la encuentro cuando ella anda sola?

— No, no lo creo. Aún mejor, para que puedan conocerse bien.

— Sí, Padre Emilio. Es que ahí donde ella va es un lugar que me gusta a mi también. Siempre la veo ahí sentada tan tranquila, tan bonita. Su piel brilla al contacto con el sol y me embeleso viéndola

trenzarse el cabello con tanta paciencia. A veces hasta me provoca ofrecerle que se lo peino yo.

— Espérate Juan. ¿Te puedo preguntar de quién me estas hablando?

— Sí claro, Padre; de Delfina Carrillo.

— No me suena. A ver, descríbemela para ubicarla.

— Ella es... ella es el tipo de mujer que a mi me gusta pues. Fuerte, caderas bien plantadas, piel morena, ojos negros, pelo trenzado.

— ¿Qué mas Juan? — dije perdiendo la paciencia — ¡Muchas mujeres del pueblo son así!

— ¿Qué mas le puedo decir? Ella es así. Lo único diferente es que le gusta vestirse de luto y que yo sepa no se le ha muerto ningún familiar.

Al fin que cuando caí en cuenta entendí que quizás me hablaba de la muchacha que había ido a confesarse en días anteriores renegando de su cuerpo. Según ella deforme, mientras que a ojos de Juan ideal.

Una sonrisa cómplice brotó de mis labios.

— ¿Y en qué lugar es que te la encuentras?

— ¿Y eso que importa, Padre?

— Tú dijiste que la mirabas cuando ella no te ve y que te escondes para que ella no se de cuenta.

— Bueno Padre Emilio, ya me agarraste. Por eso digo que me imagino que es pecado.

— En cierto modo husmear a otra persona si es una falta de respeto a su privacidad. Solo no lo hagas mas y presentate ante ella. Sácale conversación y mira si puedes acompañarla este domingo a la iglesia.

Creo que el señor te da su bendición.

— ¿Y esto cuesta como confesión, Padre?

— Digamos que me lo contaste a mi que soy tu amigo y yo le pido al Padre que te eche una manito.

Juancho extendió la mano y con sincera alegría.

— ¡Esto de tener un amigo cura tiene sus beneficios!

Gracias Señor,

Por los momentos de humanidad y de gozo. Gracias por tu compasión y gracias por tu redención.


YO CONFIESO (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora