𝒄𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏: ¿𝒅𝒂𝒇𝒏𝒆?

Start from the beginning
                                    

Y luego un fatídico 10 de mayo, cuando llegó a la oficina con los ojos iluminados, radiantes al igual que su anillo de prometida con un tal Brad. No podía hablar. Me quedé rezagada en la silla con una sonrisa impuesta, postiza, un pegote en la cara de imbécil que se me había quedado. ¿Por qué confundí todas aquellas señales con algo que no era ni remotamente la idea que yo tenía en la cabeza? ¿Por qué me acariciaba el pelo cada vez que pasaba por detrás de mi silla?

Busqué tantos porqués aquellos meses mientras la miraba cuando repasaba sus informes que me olvidé de que debía olvidar aquello. Mis sentimientos se enquistaron en una persona para la que yo solo era una compañera de trabajo, alguien con quién tomarse una copa los viernes por la tarde a la salida de la oficina o hacer bromas en la sala de descanso.

—Dafne —pronuncié su nombre cuando me acerqué en la sala de descanso.

Ella se giró con una sonrisa resplandeciente, plena, espléndida y cautivadora. Esa que se iba a casar con ese tal Brad que le había regalado el pedrusco brillante que deslumbraba toda la oficina. Incluso su padre bajó orgulloso ese día para ver cómo todos felicitaban a su primogénita y ensanchaba su pecho al ver a su pequeña ser alabada.

—Felicidades por la boda. ¿No te pesa el dedo? —Bromeé, viéndola levantar la mano para enseñármelo con la felicidad implantada en los ojos.

—Qué va. —Arrugó la nariz sin quitar la mirada del diamante.

—¿Vas a la fiesta de empresa este viernes o ahora eres una mujer casi casada? —Me hice camino entre las mesas para llegar a la máquina expendedora más cercana.

—No, no voy. Tengo cena con los padres de Brad para contárselo a ellos también. —Se puso a mi lado mientras yo rebuscaba calderilla en el bolsillo izquierdo de mi pantalón. No respondí, me limité a contar las monedas para un sándwich de atún y mayonesa y un café que me repusiera de aquello—. Será divertido, espero.

—Quizás tu suegra tiene preparado un interrogatorio para sacarte todas las inseguridades. ¿Quién sabe? —Introduje las monedas en la ranura de la máquina, observando la reacción de Dafne por el rabillo del ojo. Se había cruzado de brazos y me miraba tan seria que parecía estar enfadada.

—No, cállate, Wilson. —Me eché a reír alzando los hombros. Se había tomado en serio una broma—. Le caigo bien... Creo. —Arrugó la nariz mientras yo sacaba el sándwich de atún de la máquina y lo dejaba en la mesa—. ¿Piensas que le caigo bien?

—Le caes bien a todo el mundo, Dafne.

*

La vida era aburrida. Podían pasar mil cosas a mi alrededor que mi vida seguiría siendo aburrida porque yo no era la protagonista de mi propia vida, era un agente externo, un satélite que pululaba alrededor de las vidas ajenas, un figurante que comía solo detrás de la escena principal. De hecho, ni siquiera en esa fiesta de empresa me divertía.

El señor Archer había montado una fiesta que superaba las expectativas de los que estábamos allí. Nos miramos extrañados cuando subimos a la azotea y escuchamos música que se nos hacía familiar, nada aburrido o anticuado. Había una barra de bebidas no alcohólicas y algunas mesas con aperitivos adornadas con un gusto inusual en la oficina.

Las guirnaldas de bombillas redondas cruzaban el cielo, rodeaban la barra y resplandecían contra el vidrio amarillo de los vasos en los que se iban a servir las bebidas. También nos sorprendieron los aperitivos; no eran los típicos sándwiches duros de atún o jamón, sino canapés minuciosamente preparados como mini rollitos de primavera o gambas rebozadas en panko.

Uno de los camareros me sirvió en uno de esos vasos amarillos un 'mangorita' que, según ellos, era un margarita sin alcohol y de mango. No tenía nada que ver con un margarita, era más bien un zumo de mango con gas, pero estaba mejor de lo que sonaba. Solo tenía pensado beberme esa bebida, disfrutar de las vistas e irme a casa a dormir, pero el destino tenía preparado algo diferente para mí.

let me be her (completa)Where stories live. Discover now