Sin embargo, lo que no me esperé fue que esto le pareciese entretenido, pues, riéndose sonoramente pareció ignorar lo que había dicho.
- Bueno, tu tío ha dicho que es una mujer encantadora. Me gustaría conocerla algún día -la manera en que sus labios mencionaron aquella última solicitud consiguieron que el té que había tomado se volviese nauseabundo dentro de mi estómago. Debía ser una broma, a pesar de que la culpa era solamente mía.

De todos modos, de mi no pudo salir palabra más que pudiese garantizar mi escape de aquella situación más que mentir sobre con qué urgencia necesitaba volver hacia mi propio hogar. Así, dejando mi té a mitad, pero a mi madre con una sonrisa contenta, salí con un insulso sentimiento en mi pecho, debido a que, no había manera de que pudiese tener una relación amorosa con Soojin. ¿Acaso era yo tan estúpido? No... era más que obvio que no podía hacerme algo así en honor a mi auto-respeto, pues aquello era sólo digno de ella. De manera que, cuando la encontré apoyada en la pared a un lado de la puerta principal no me sorprendió verla tanto como lo esperé.

Mucho menos del hecho de que tenía una botella de Absolut, sellada, en mano.

- Mhm... -con una media sonrisa que no pude devolverle, saludó con su barbilla apuntada en mi dirección. Y, tal como si no pudiese decirle que no (porque realmente no pude), se hizo a un lado para dejarme abrir la puerta de mi apartamento.

- ¿Cuánto tiempo tienes esperando por mi? -en genuina curiosidad, pregunté una vez dejé mis zapatos en el recibidor al igual que mi chaqueta en el sillón de la sala. Pude verla imitarme por el rabillo del ojo, observando cómo, otra vez, llevaba un vestido ceñido sobre su cuerpo. Parecía no poder dejar de provocarme.

- No se preocupe por eso -con el estruendo de la puerta cerrándose, pude discernir que en el tono de voz se hallaba un aire de diversión a la par de su dificultad en pronunciar cada sílaba correctamente. De manera que, cuando me detuve a espaldas de ella esperando que su persona se encontrase con la mía y consiguiendo que se posicionara frente a mi, pude confirmar lo que ya sabía: otra vez, estaba borracha.

Con un bufido le dejé saber la molestia que aquello me había causado, puesto que, comenzaba a entender que el alcohólico entre nosotros no era yo (o sólo yo). Así mismo, sus ojos cristalizados debido al líquido y el brillo de picardía con la que me miraba, lograron que mi piel se estremeciera debajo de mi suéter, llegando otra vez a recordar nuestro último encuentro. La única diferencia caía en el hecho de que no podía permitirme dejarle cruzar una línea como lo era la de mi placer, debido a que, para aquel entonces, comenzaba a parecerse a vulnerabilidad.

- ¿Todo el dinero que te doy, lo gastas en alcohol? -intentando tomar el mando de la situación, traté de que mi pregunta sirviese de distracción para que cualquier plan que tuviese de acercarse a mi, debido a que sus pies habían tocado la punta de los míos. No obstante, lo único que mi pregunta consiguió fue que la sonrisa que decoraba su rostro se ensanchara.

- El alcohol es más barato y fácil de conseguir de lo que usted cree -musitando, pareció comprender lo incómoda que su presencia me parecía, ya que, alejándose, dejó que tomara un respiro antes de comenzar a dirigirse hacia el mueble de la sala de estar. De todos modos, entendí que mi disconveniencia no era más que un espectáculo para ella cuando encontró el cierre de su vestido detrás de su espalda y, sin pensarlo dos veces, arrastró el objeto hacia abajo, con el propósito de liberarse de la prenda-. Como el sexo.

- Soojin, detente -agradecí mi fácil reacción ante sus palabras aunque pude comenzar a sentir sus palabras tener una mayor repercusión en mi persona cuando el vestido cayó a sus pies y se giró, con una sonrisa que no conseguía ni por asomo querer vigorizarse ante mi. La manera en que su figura se apoyó contra el respaldo del sofá, llevando sus rodillas hacia su pecho, con el propósito de dejarme ver el color de sus bragas y el delineado de su centro, consiguió que dentro de todo el sentido común que había reunido desde la noche en que me besó fuese, una vez más, incoherente.

- Sólo una noche, señor Seok -la dulce entonación de su petición me sentó pésimo con el hecho de que pareció serme irrespetuosa la manera en que me pedía aquello. Pues lo mismo había dicho del alcohol, y me había vuelto adicto.

La insistente petición de la mujer era más que sólo un ruego; en la manera en que me miraba, parecía pedirme que me hundiera en su piel como si lo necesitase.

Maldición, esperaba no arrepentirme.

Alcancé entre mis dedos la botella de vodka que la peli-negra había abandonado en la mesa de centro y, entre mis dientes, arranqué el sello de plástico rodeando la tapa del objeto. Una vez cumplí mi cometido, llevé la boca de la botella hacia la mía y dejé que el líquido decidiera por mi cuando éste llegara hacia mi cabeza. Había dicho que detestaba el vodka, aún lo hacía y, en presencia de aquello, a Soojin le pareció entretenido verme fruncir el ceño ante el sabor de la bebida. Pero, no se detuvo allí, con el plan de avergonzarme, pues, dirigiendo sus dedos hacia el elástico de su ropa interior, retiró la prenda de su cuerpo con facilidad antes de arrojarla hacia el suelo, como si de marcar su territorio tratara.

Sabía que no me lo iba a perdonar, el haber caído en los encantos de una mujer tan común como lo era ella.

El haber disfrutado del común sabor de su saliva una vez que encontré su boca con fervor contra la mía o del basto aroma de su piel cuando la posicioné sobre mí. O de las banales manos con la que se aferró a mi espalda cuando jugué con su clítoris o de los groseros gemidos que soltó contra mi boca cuando me di la libertad de probar qué tan mojada se encontraba cuando adentré dos dedos en ella. Qué común, sí, no me gustaba para nada.

No me gustaba cómo mordía mi cuello o arañaba la piel de mi espalda. No me gustaba qué tan suave y cálida era su piel así como sus labios o su aliento. No me gustaba cómo sus pechos se movían al compás de su acelerada respiración una vez la apoyé contra la tela del sofá. No me gustaba la sensación de éxtasis que me agitó cuando tomé lugar dentro de ella con mi polla, qué cálido y acogedor se sentía... no me gustaba para nada.

Lo mojada que estaba era tan vulgar que fue vergonzoso admitir que un gemido salió de mi una vez alcancé su cerviz, consiguiendo que el gesto de disgusto que se expandió por su rostro fuese lo único que pareció digno de admirar. Pues, no me gustó sentirla llena de placer debajo de mi en cada embestida, no me gustó cómo echó su cabeza hacia atrás una vez tomé sus pezones ente mis dedos para pellizcarlos, no me gustó como pidió más sin vergüenza y mucho menos me gustó qué tanto placer comenzaba a azotar cada sentido y poro de mi cuerpo por culpa de ella.

Sobretodo, no me gustó qué tan rápido había hecho que me corriera consiguiendo que dejase mi líquido seminal sobre su vientre. Y, aún peor, no me gustó cómo tomó un poco entre sus dedos para llevárselo hacia su boca.

No me había gustado nada, pero qué bien se había sentido tener sexo con aquella mujer.

- He mentido -confesó, aún con el rostro sonrosado debido a la gravedad de su excitación acompañado por su agitada voz, con el ceño fruncido le miré, flaqueando ante la sonrisa que había en su rostro-. Fólleme otra vez, Seok.

Y, aún sobre todo, me iba a gustar menos decirle que no.

















espero les guste
- ema.

ALCOHOL | KIM SEOK JIN.Where stories live. Discover now