PARTE 10 - LIBERACIÓN

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Volví a cerrar los ojos. De pronto el sonido del silencio que escuchaba cuando experimentaba los desdoblamientos regresó de golpe. Estaba completamente ensordecido. Fue como si un trueno me hubiese impactado y ocasionado la sordera. Ya no podía abrir los ojos. No estaba asustado. Estaba sorprendido. No sabía que me estaba pasando. Solo escuchaba el retumbar del silencio penetrando en mi consciencia y a lo lejos, muy borroso, los tambores y sonajas de la canción nativo-americana que se reproducía en mi celular.

Mantenía mis ojos cerrados. Sentí que iba en un túnel oscuro a toda velocidad y el sonido del silencio no hacía más que hacerme sentir aturdido y confundido. Volví a tomar el control. Me deje llevar. No me resistí. Sentí que mi espíritu estaba saliendo de mi cuerpo. El ensordecedor silencio se convirtió en un silbido continuo y fresco, como una melodía que antes no podía escuchar hasta que finalmente la pude encontrar entre el inmenso retumbar del silencio. Mi sentido de la vista despertó. Estaba planeando por los aires. Pero no como en mis desdoblamientos anteriores. Ahora era un ave. Podía mover mis alas. Sentir las corrientes de aire deslizar entre mi negro plumaje. Era asombroso. Volaba por encima de la sierra nocturna de Real de Catorce. El viento era helado, pero no me molestaba. La luna era hermosa e iluminaba la árida vegetación de la sierra creando sombras de muchas formas entre la oscuridad. A lo lejos veía las luces del pueblo encendidas en medio de la noche. Sabía que allá estaba mi cuerpo. En alguna de esas casas. Pero ahora, yo estaba lejos, volando.

A mi vuelo se unió un ave más. Este era un cuervo negro y grande. Comencé a planear junto a él. Ya de cerca me percaté que éramos del mismo tamaño. Ambos éramos cuervos. Pero su plumaje se veía más opaco y seco que el mío, el cual brillaba con la luz de la luna y resaltaba mi negrura entre la luz blancuzca del satélite blanco.

De alguna manera podíamos comunicarnos sin hablar. Recibía sus mensajes en forma de susurros que se desvanecían dentro mi mente. Y se que el también recibía mis mensajes. Estos eran muy breves.

- ¿Me recuerdas?

- Sí.

- Me da gusto verte.

- A mí también.

- Sígueme.

- De acuerdo.

Seguí el vuelo de aquella ave durante algunos minutos. A lo lejos, se veía una fogata y una pequeña cabaña encima de un monte. Al acercarnos, me di cuenta de que había un hombre sentado a lado de la fogata. Era Acalan. El cuervo que seguía se detuvo sobre el hombro de Acalan y yo posé sobre un árbol seco que estaba frente a la fogata.

- Mira hacia el fuego. Recuerda tu linaje.

Obedecí. Me quedé viendo fijamente el fuego. Mi vista se perdió entre el anaranjado rojizo de las llamas. Estaba demasiado enfocado. De pronto sentí como mi consciencia se trasladó hacia las llamas del fuego. Dentro de las llamaradas, comencé a ver en forma de sombras a mis padres. Los veía muy nítidamente. Luego a mis tíos, mis abuelos, mis tatarabuelos y así sucesivamente. Sentía demasiado amor y entendimiento en mi ser. Las sombras no paraban de aparecer, sabía que eran mis ancestros. Las llamaradas comenzaron a ondear mucho. La velocidad en la que aparecían las sombras seguía incrementando hasta que se volvió extremadamente rápida. El molesto retumbar del sonido del silencio volvió. Comencé a aturdirme. Mi visión empezó a volverse borrosa.

- Concéntrate. No tengas miedo. Tu eres el miedo. Tu eres la valentía. Tu eres tu propio guía. Tu propio maestro. - comenzó a repetir Acalan "humano" con su boca y su voz, mientras golpeaba pausadamente un tambor.

Las llamaradas de la fogata estaban creciendo cada vez más mientras se movían bruscamente y multitud de sombras continuaban emergiendo de entre ellas. El retumbar se oía cada vez más y más fuerte y el sonido del tambor de Acalan no hacía más que intensificarlo. Era demasiada la energía que sentía que centré todas mis fuerzas en gritar. Elevé mi rostro de cuervo hacia la luna y grité expulsando toda la carga que traía. Al hacerlo, sonó un fuerte e inmenso rugido. Rugí como un león.

Se escuchó como a lo lejos volaron las aves que dormían entre los árboles de la sierra y también como un lobo aullaba con todas sus fuerzas. Las ya enormes llamaradas de la fogata dieron un destello acompañado de una tremenda ola de calor para finalmente volver a su estado normal. El rostro de Acalan estaba totalmente impactado. El cuervo seguía sobre su hombro.

- ¡Lo lograste! ¡Lo lograste! - comenzó a gritar Acalan efusivamente.

Me sentía liberado. Había expulsado una inmensa carga que me aplastaba. El retumbar del silencio se había esfumado. Ya solo escuchaba la brisa de la noche. No entendía porque Acalan gritaba tanto, pero me contagió su felicidad. Escuché un ruido proveniente de entre las sombras. Giré bruscamente. Había un enorme cuervo del tamaño de un humano viéndome fijamente. Pasmado.

- ¡Corre! ¡Ve por él león! - gritó Acalan.

¿León? ¿Por qué me dice león? Me di cuenta de que ya no estaba sobre el árbol en el cual me había parado. Estaba en el suelo frente a la fogata. Voltee hacia el árbol y ahí seguía mi yo cuervo. Mi vista se trasladó a la del cuervo y pude ver como frente a Acalan y la fogata, había un enorme león con una gran melena, inmensas patas y una enorme cabeza. El león continuaba viendo fijamente al enorme cuervo.

Acalan volvió a gritar y le dio un fuerte golpe a su tambor. Inmediatamente mi consciencia y vista se trasladaron a la del león. Sentí como una inmensa corriente de energía nació en mi pecho y se extendió por mis venas. Volví a rugir y arremetí contra el enorme cuervo. Al hacerlo, lo atravesé. Este desapareció. Sentí demasiada alegría y felicidad en mi ser. Acalan no dejaba de gritar efusivamente. A lo lejos, se divisaban los primeros colores anaranjados del amanecer y me eché a correr hacia donde apenas se asomaba el sol. Corrí a toda velocidad y con todas mis fuerzas por entre la sierra. No podía con toda la alegría que sentía. Giré a mi izquierda y había un lobo blanco corriendo a lado de mi hacia la misma dirección. Así como también un elegante cuervo negro planeaba sobre nosotros dirigiéndose también hacia el sol. Volví a rugir con todas mis fuerzas y mi consciencia junto con todos mis sentidos se vieron inmersos en un oscuro túnel que me arrojó a mi cuerpo. Desperté inhalando muy fuerte y con los ojos bien abiertos. Estaba muy contento. Janiris también estaba despertando, acostada en la cama y yo sentado en una silla donde apenas alcanzaban a dar los rayos de luz del amanecer.

- No puede ser. Estaba corriendo y me sentía tan bien. - le expresé a Janiris.

- Yo también. Hacia el amanecer. - me respondió Janiris, acompañada de una sonrisa.

Me impacté demasiado y no pude hacer más que devolverle la sonrisa. Era ella. También ella estuvo en la ilusión que tuve. Aquel aullido cuando yo rugí. Aquel lobo blanco corriendo junto conmigo. Era ella. ¿Podrá ser posible que hayamos compartido la misma ilusión? No lo podía creer. No entramos más en detalles y nos alistamos para salir de la habitación y volver a casa.

Confiesoque dude mucho en escribir esta parte de la historia, puesto que revelo unaparte íntima de mí. Al hacerlo, esta deja de ser íntima y se torna pública;libre ante el escrutinio de aquellos que me lean. Sin embargo, de maneraprecavida, hago uso de la versatilidad de esta narración para recordar el hechode que puede esta historia ser o no ser cierta, ser o no ser mía. Por lo que,si se me es de juzgar y tachar por atreverme a ir más allá de lo que se conocecomo "normal" o "éticamente bueno", me sentiré orgullosopor haberme atrevido a compartir públicamente que el mundo real está repleto deilusiones, y que los esquemas mentales que tenemos son tan fuertes comofrágiles. Entiendo que todos somos un colectivo: todos somos un ser. Y siqueremos despertar nuestra consciencia, debemos despertar la de todos. Y estono tiene por qué seguir una lógica y un proceso prediseñado. Cada uno despiertade formas distintas y a ritmos distintos, y uno no puede hacer más que aportarun granito de arena con algún pequeño mensaje que ponga a pensar a sussemejantes sobre su realidad y sus ilusiones. Sobre la vida y sobre la muerte.Lo que pasa antes de la vida y lo que pasa después de ella. Para que, enfunción de ello, se viva de mejor manera.

El Gran ViajeWhere stories live. Discover now