Capitulo 31.

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holi! 

ANTES QUE NADA LES DEJO EL LINK DE MI NUEVA HISTORIA PARA QUE VAYAN A VERLAAAA!!! por allá nos vemos, vayan, vayan. 

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El enorme lago en frente de una enorme mansión en Rusia era lo único que Gellert podía divisar desde su habitación, o la habitación que Graves le había asignado cuando se unió a él hace ya casi un maldito mes. No podía comunicarse con Albus porqué... ¿Qué le diría? ¿Te extraño? ¿Para qué? Solo le dolería la ausencia más de lo que ya lo hace, quizá Albus ya sabe que su regreso se tardará más de lo planeado y por otra parte, no quería ponerlo en peligro ni en sospechas de el maldito ministerio de magia.

En este mes, las cosas habían sido tensas, Percival no confiaba en él y Gellert apenas estaba descubriendo como funcionaba el negocio, quienes estaban en él y como algunos miembros del ministerio y MACUSA en Estados Unidos eran cómplices lo que, para colmo de Gellert, no era nada bueno. El búlgaro organizó su camisa subiendo los puños hasta los codos y salió a su encuentro con Graves en una maldita cena que había inventado como excusa para hablarle.

– Por Merlín, te ves tan atractivo – lo alagó cuando Gellert apareció en el salón

El mago búlgaro no dijo nada, solo tomó asiento en frente de Percival dándose cuenta que en efecto estaban solos, nadie a demás del sirviente los acompañaba esa noche.

– Todavía no comprendo que ganas con acercarte a mi más de lo necesario – dijo Gellert colocando una mano en la mesa y ladeando la cabeza.

De verdad quería saberlo, él había engañado... por así decirlo a Graves, le había dicho lo que quería escuchar solo para unírsele a él en esta maldita locura, pero el hombre no era estúpido, Gellert lo sabía y le costaba admitirlo, pero lo sabía bien.

– ¿Enserio, Grindelwald? Quítate los guantes de boxeo por un segundo – le dijo con una sonrisa – Solo quiero pasar tiempo contigo.

– ¿Has pensado que yo no?

Percival asintió ligeramente – Se que empezamos con el pie izquierdo en Nueva York, pero quiero reivindicarme contigo ahora que estamos del mismo lado.

Gellert miró al sirviente poner su plato de comida encima del individual que tenía en frente.

– ¿Por qué pensaste que aceptaría? – preguntó Gellert

Percival agradeció la comida y despidió al mesero con un gesto de la mano.

– Porqué tengo olfato para esas cosas, Gellert – respondió – Cuando te vi en el ministerio americano pensé: ¿Qué mierda hace él aquí? Debería estar a mi lado y hacer cosas enormes, desde que escuché de ti lo supe.

El rubio quiso girar los ojos por tanta cursilería, pero se contuvo.

– ¿Diferente, ¿no? – Gellert parpadeó – ¿Solo adivinas los anhelos agenos?

– Gellert, no nos mintamos, a mi no debes hacerlo. Tu carácter, tu aura, tu vibra, tu poder, todo grita por salir, por... ser libre, tu.... amas la libertad tanto como yo, amas el poder y el control de quienes son rebeldes y débiles, como los muggles, por ejemplo, se tu sed de grandeza, ¿por qué no solo lo admites y ya?

Gellert escuchó con atención buscando la mentira, buscando algo que le dijera que Percival había estado averiguando con magia o escrutando en su mente, pero era imposible, Gellert se enteraría, lo cierto es que el pelinegro solo había adivinado, había olido en él algo diferente... y lo odio tanto por ese detalle.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Onde histórias criam vida. Descubra agora