Capitulo 12.

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Albus y Gellert llegaron a Rusia, el clima era una pesadilla, lo más frío que Albus había aguantado en mucho tiempo. Mitad de Enero y el director se comunicó con Albus diciéndole que ya había firmado el permiso para que pudiera entrevistar al pequeño niño. En ese momento, Albus no lo pensó, hizo una pequeña maleta y Gellert lo siguió después de haber convocado a Vinda y a Oliver como compañía, ya que era decreto del ministerio que al menos, tuviera a dos aurores con él, debido a las amenazas causadas por el jefe de aquella organización, la misma que había dejado huérfano al niño que Albus iba a ver.

– ¿Aquí es? – preguntó Albus mirando el orfanato.

– Si, es el orfanato Vladivostok – respondió Gellert alzando la mirada –

– Iré solo.

Gellert lo miró receloso – Déjame ir contigo.

– Gell, es algo que debo hacer solo. Espérame aquí, no tardaré –

– Si necesitas algo...

– Lo sé.

Le dedicó una tierna sonrisa y entró.

Era un enorme edificio lúgubre y desolado, las rejas estaban oxidadas y adentro olía a polvo. Albus miró su alrededor, desaprobando la calidad de vida que le daban a esos pobres niños. Se adelantó hasta el pequeño recibidor donde había una mujer, extendió la carta hacia ella.

– Soy Albus Dumbledore, tengo permiso especial para ver a Aleksander Watson Sokolov.

La mujer reparó a Albus de arriba abajo – ¿Permiso de quien, puedo saber?

– Disculpe usted pero, no estoy autorizado, mis superiores me han enviado para constatar que el niño esté en buenas condiciones – Albus fue cortante

– Bueno, ¿de donde viene usted?

– Londres.

La mujer rusa balbuceó algo entre dientes y asintió – Sígame.

Albus la siguió de cerca, subieron unos peldaños húmedos que chirriaron apenas sintieron su peso, Albus conjuró un hechizo inaudible para repararlos sin que la mujer se diera cuenta, el segundo piso no lucia mejor. Olía mucho peor que abajo, era una humedad dañina. Se adentraron a un largo pacillo oscuro y en el fondo había una puerta de manera, la mujer se detuvo.

– Debe saber algo, señor Dumbledore – la mujer puso su mano paliducha encima de la perilla – Es un niño especial... algunos de los jovencitos que habitan aquí lo han... visto hacer cosas extrañas, quizá sea uno de esos... ya sabe. Brujos....

Albus enmarcó las cejas – ¿Brujos?

– Los hijos de satán – balbuceó incomoda

El profesor exhaló, el aire helado se evaporó – Pierda cuidado. Solo lo veré y hablaré algo con él.

La mujer abrió la puerta y Albus entró sin miramientos. Adentro encontró una habitación muy, muy pequeña, a duras penas cabía un catre y una pequeña mesa de noche, nada más que eso. Vio al pequeño sentado encima de la cama, con las manos sobre las rodillas... y cabizbajo.

Albus cerró la puerta a sus espaldas y se quitó el sombrero.

– ¿Aleksander?

El jovencito alzó su mirada, era azul resplandeciente y su cabello rubio cobrizo. Albus le sonrió suavemente, ¿Cómo aquel niño podía ser una amenaza? Se veía tan... inocente.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz